Capítulo 29 "Estímulo"

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No sabría muy bien cómo describir mi estado en ese momento, pero lo que si sé es que dejé de lado el miedo y me concentré en luchar.

El que parecía el líder de la pandilla se acercó a mí y me lanzó un puñetazo que esquivé agachándome. Abajo, le lancé una patada en la parte trasera de la rodilla, haciendo que se doblara y cayera al suelo. Me levanté rápidamente al ver que los demás se acercaban a mí, pero dejaron de avanzar cuando el líder dijo:

—Parad. Dejádmela a mí.

Le miré extrañada y él me devolvió una mirada sucia y llena de odio.

Me puse en posición de defensa esperando a que se levantara, pero no lo hizo, así que finalmente le di otra patada, esta vez en las costillas, que le dejó casi sin aliento.

Ahora sí que se acercaron los demás. Uno me cogió de los brazos y otro de las piernas. Empecé a patalear con todas mis fuerzas, pero entre los dos tenían más fuerza que yo. Grité, pero otro vagabundo me tapó la boca con su mano maloliente, provocándome arcadas.

Me tragué la bilis y me quedé quieta, esperando a que me pegaran o me violaran, pero nada de eso pasó.

De repente, los dos vagabundos me soltaron y me caí al suelo, haciendo que un dolor recorriera toda mi espina dorsal.

Levanté la mirada para saber qué estaba pasando y me encontré con una figura que peleaba ágilmente contra los que me habían sujetado.

Me levanté rápidamente al ver que los dos restantes que no estaban heridos venían a por mí.

Uno de ellos, que aparentaba dieciséis, se abalanzó sobre mí, pero me moví a la derecha haciendo que cayera en plancha sobre el suelo. Salté sobre su espalda con todas mis fuerzas hasta que me suplicó que lo dejara. Iba a bajarme cuando algo me agarró por detrás y me tiró hasta una pared con fuerza. Mis sentidos se nublaron por un momento, pero moví la cabeza y volví a estar en forma. Me di la vuelta justo a tiempo para evitar un puñetazo del atacante restante.

Sin pensar mucho, le di un puñetazo en la mandíbula y una patada en las partes preciadas de los hombres.

El señor me miró con odio y dolor y cayó al suelo doblado, agarrándose sus partes intimas.

Bien, tres vencidos. Giré para ir a por los demás y me encontré con que ya estaban tirados en el suelo.

Miré a la misteriosa figura que me había ayudado.

—Gracias.—dije.

—De nada, para eso están las amigas.—contestó alegre.

Un momento, esa voz yo la conocía. Y mucho.

—¿Laia?—pregunté desconcertada.

Esta asintió y se acercó a mí, pudiendo ya ver su rostro con claridad.

—Pe...pero... ¿desde cuándo sabes luchar así?—dudé.

—Desde este verano. He estado yendo a clases de defensa y de lucha.—me guiñó un ojo.

Asentí aún sorprendida.

—¿Y qué hacías por aquí?—cuestioné.

—¿No te acuerdas? Quedamos en el parque pero tenía que ayudar a mi madre en la tienda y por eso no había llegado a la hora. Ahora mismo me dirigía allí, pero te vi en apuros y te ayudé.—sonrió—¿Y tú? Por aquí no se va a tu casa... ¿y por qué no estás en el parque?

Dudé un poco, pero se lo conté.

—Te estaba esperando cuando me encontré con Pablo. Pensé que habías sido tú la que lo habías enviado para que hiciésemos las paces...

—¿Yo? Para nada, no te voy a obligar a hacer las paces.—protestó.—Te dijo lo de siempre, ¿no?—Asentí.—Pero no le perdonaste.

Abrí la boca para decir que sí le había perdonado pero no me atrevía porque Laia siempre había criticado a Pablo...

—No me digas que lo perdonaste.—miré hacia otro lado.—Andrea...

—¡Vale!—exclamé.—Sí le perdoné. Pero ya no somos amigos...

—¡¿Y por qué le perdonas?! ¡Te hizo mucho daño!—protestó.

Exactamente igual que Rubius. Los dos intentando controlar mi vida.

—Es mi vida, yo debido qué hacer y qué no hacer.—contesté.

Laia resopló y cerró los ojos.

—Tienes razón, perdona.—la miré extrañada, no solía dar la razón a los demás.—Es que no quiero que te vuelva a hacer daño...

Le dediqué una sonrisa sincera.

—Me hizo daño porque no tenía a nadie más. Ahora que te tengo a ti... Nadie me podría hacer daño.—dije.

Laia me sonrió y me dio un abrazo que yo correspondí.

Escuchamos un gemido y nos miramos alarmadas.

—Como que nos vamos, ¿no?—pregunté.

Mi amiga asintió y salimos corriendo de allí.

En el camino a mi casa le conté lo ocurrido en el parque y cómo llegué al callejón. Cuando mencioné a Rubius se volvió loca y me extrañé. Después recordé que no le había contado nada sobre que éramos amigos.

—Me lo presentarás, ¿no?—preguntó.

Me reí y asentí con la cabeza.

Llegamos al portal de mi casa y nos despedimos.

En el ascensor, recibí un mensaje de mi madre que ponía:

“Andrea, coge el autobús al hospital ahora. Tu tía esta muy mal y los doctores necesitan estímulos para despertarla. Tú eres un estímulo."

____________________________________________Hola a todos y siento muchísimo mi tardanza, es que he pasado por uno de eses colapsos mentales en los que no se te ocurre absolutamente nada :c Además, he estado en un campamento y todas esas historias, lo siento:(
Muchísimas gracias por ser tan pacientes, y trataré de subir más a partir de ahora...
Gracias a todos, muchos comentarios me animan a escribir más y os lo agradezco :3
Un Rubius para todas :D

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora