Rubén P.Q.V
Tal vez la idea de Andrea funcionase. Me aclaré la garganta al cerrar ellos la puerta y me dispuse a hablar.
—Hola, mamá.—sonreí débilmente.—Soy Rubén, tu hijo. Sé que puedes escucharme, sólo tienes que hacer un pequeño esfuerzo.—inspiré hondo.—Mamá... eres muy joven, no puedes dejarme... Si no lo haces por ti, al menos hazlo por mí, mi hermana y el padrino.—dije tristemente.—Te debo miles de cosas. Tú me quisiste cuando nadie más lo hacía, me ayudaste cuando lo necesitaba, me soportaste cuando me ponía imposible... No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, es cierto.—las lágrimas se acumulaban en mis ojos.—Pero no todo está perdido. Si despertases... Te trataría mejor que nunca y te demostraría lo mucho que te quiero. Apenas hace unas horas que estás así y ya te echo de menos, ¿que haré si te vas?—tragué saliva.—Por favor, vuelve. Te echamos de menos.
Esperé un rato, pero nada sucedió. Su ritmo cardíaco era el mismo, y no había movido ni un solo músculo. Suspiré pesadamente. No había funcionado. Me levanté con el rostro bañado en lágrimas. Nunca lloraba, salvo en situaciones límite. Esta era una de ellas.
Me dirigí a la puerta para avisar a mis amigos de que no había funcionado, pero antes de abrir, me di la vuelta y dije dos palabras:
—Te quiero.
Abrí poco a poco la puerta, hasta que sucedió.
Andrea P.Q.V
Mangel y yo estábamos esperando en unas sillas que había en frente de la sala. Ninguno hablaba, pues los nervios nos sumían en un estado de reflexión.
Ojalá funcionase, no me gustaría ver a Rubius destrozado... Con tan solo imaginármelo me agobiaba.
Miré a Miguel por el rabillo del ojo. Estaba mordiéndose las uñas. Con razón siempre las tenía tan cortas.
Vi el pestillo girarse un poco, así que me levanté bruscamente, haciendo que Mangel rebotara en la silla.
De repente, el pestillo dejó de girar, pero ya se había abierto un espacio a través el cual se podía ver.
Me acerqué cuidadosamente para mirar, pero la puerta se abrió bruscamente, haciendo que cayera de espaldas al suelo.
—¡Un médico, por favor!—exclamó mi amigo.
Al verme en el suelo se extrañó, pero acto seguido, me extendió su mano para ayudarme a levantarme. Le agradecí el gesto con una sonrisa.
—¿Qué pasa, Rubiuh?—preguntó Mangel alarmado.
—Necesito que venga un médico... —susurró.
Sin embargo, por el pasillo no había nadie, así que me adentré en la sala, haciendo que los dos chicos me miraran sin saber qué hacer.
Busqué lo que quería, y al final lo encontré: un botón rojo en la camilla. Lo pulsé y en menos de diez segundos vino una médica de pelo castaño y joven.
—¿Qué pasa?—cuestionó.
Por la puerta apareció Rubén con la cara llena de lágrimas pero sonriente.
—Ha despertado.—dijo.
Al entrar no me había dado cuenta, pero era verdad. Cuando giré la cabeza para mirarla, pude apreciar que tenía los ojos entreabiertos y trataba de hablar.
—Salid de aquí.—indicó la profesional.
—Pero...—empezó a protestar el castaño, mas la doctora nos empujó hacia la puerta y cerró.
ESTÁS LEYENDO
La revolución (ElRubiusOMG)
Fanfiction¿Nunca os habéis preguntado qué pasaría si Rubén Doblas Gundersen, más conocido como ElRubius, tuviese novia? ¿En cómo reaccionarían las fans hembras? ¿Se alegrarían por ellos o... prepararían un plan? Andrea, una chica de catorce años con un vacío...