Capítulo 28 "El callejón"

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-¿Andrea?-preguntó un chico al que conocía muy bien.

Me aparté rápidamente de Pablo y miré sorprendida al recién llegado.

-¿Rubius?-cuestioné extrañada.

Este asintió y miró a Pablo, quien tenía la boca abierta. Supongo que era por tener al mejor youtuber de España delante suyo.

Me reí para mis adentros y los presenté.

-Rubius, este es Pablo. Pablo, este es Rubén.-dije divertida por la cara de mi amigo.

Un momento, ¿había dicho amigo? Le había perdonado, pero ya no era mi amigo... ¿o sí?

Ambos se estrecharon la mano, el rubio aún sin poder articular palabra y el castaño con una sonrisa, pero esa sonrisa desapareció de repente.

-¿Pablo?-preguntó extrañado.

Me miró y me encogí de hombros.

-¿Nos disculpas un momento?-dijo el youtuber.

Pablo asintió, ya había salido de su trance, y Rubius me cogió del brazo y me arrastró hasta un árbol.

Se colocó delante mío y se cruzó de brazos.

Imité su gesto y estuvimos un rato mirándonos fijamente. Me estaba empezando a doler el cuello, ya que tenía que levantar la cabeza para mirarle puesto que me saca casi treinta centímetros.

-¿Pablo?-preguntó finalmente el chico, rompiendo el silencio.

-Sí.-respondí como si nada.

Sabía por qué lo preguntaba. Le conté lo que me había pasado con Pablo, y automáticamente le había odiado, sin ni siquiera conocerle. Por una parte lo entendía, pero por otra, lo estaba juzgando. Y odiaba que la gente juzgase a los demás.

Rubius resopló y separó los brazos.

-Andrea, ¿ese Pablo?-cuestionó de nuevo señalando el lugar donde se encontraba el chico.

Desvié la mirada y asentí.

Vi por el rabillo del ojo cómo las manos del chico se apretaban en puños, haciendo que sus venas sobresalieran de la piel.

-Andrea, ese chico te hizo mucho daño y sufriste por su culpa y aún así, ¿le abrazas?

Iba a protestar cuando me chistó para que callara. Resoplé y le dirigí una mirada de reproche.

-Le has perdonado.-dijo furioso, aunque trataba de estar calmado.-Por eso le estabas abrazando. Porque le has perdonado.

-Yo hago lo que quiero.-repliqué, pero él hizo caso omiso.

-Andrea, no lo entiendo. Lo entendería si hubiese sido un enfado normal de amigos, como el nuestro. Pero eso no. Te abandonó, te humilló y te insultó.

-No me insultó ni me humilló, sólo me abandonó.-indiqué.

-¿Pero cuándo?

Bajé la cabeza avergonzada, sabía a lo que se refería. Me estaba dando un discurso, ¿en serio?

-En mi peor momento.-susurré.

El chico asintió y me levantó suavemente la barbilla con sus dedos.

-Andrea, no quiero que te vuelva a hacer daño. Una vez que alguien te abandona, hay muchas probabilidades de que lo vuelva a hacer. No caigas en sus redes de nuevo.-suplicó.

Me lo pensé un momento. Realmente era cierto eso que había dicho, que si una vez te abandonan es muy fácil que vuelvan a hacerlo. Por eso no voy repartiendo confianza por el mundo como si nada.

Estaba cediendo cuando me di cuenta de una cosa: jamás nadie me había hecho cambiar de opinión.

Yo había decidido perdonarle. Yo quería que volviésemos a ser amigos. Yo manejaba mi vida, no un chico que me sacaba diez años.

-No.-dije.

Rubius me miró extrañado, e iba a decir algo pero le interrumpí.

-Ya le he perdonado, y no voy a “retirar" el perdón.-dije marcando las comillas con los dedos.-Me ha dicho que realmente estaba arrepentido, y sé que era verdad porque le conozco demasiado como para no saber lo que hace cuando miente. Y la verdad, es que fue el único que estaba conmigo porque quería, no por interés.

-¡Pero te traicionó!-exclamó el chico.

-¡Me da igual!-grité atrayendo la atención de algunas personas que pasaban por ahí, pero no les hice caso.-Es mi vida, y nadie puede controlarla, ¿entendido?

Pero no le di tiempo a que respondiera, pues me di la vuelta y me dirigí a casa. Antes de salir del parque, me despedí de Pablo con un movimiento de mano y observé que Rubius me seguía, así que apreté el paso.

Unos minutos después, dej de seguirme y suspiré aliviada.

-¡Te lo he dicho por tu propio bien!-exclamó el youtuber, aunque apenas lo oí, pues estaba ya lejos.

No me di cuenta, pero mientras caminaba hacia mi casa, cogí la calle que no era -ya que no estaba concentrada por el enfado con Rubius- y acabé en un callejón sin salida.

Cuando me iba a dar la vuelta para continuar mi camino, una mano agarró mi muñeca con fuerza, clavándome las uñas.

Me mordí el interior de la mejilla para no gritar y me solté bruscamente de la mano con un movimiento que me enseñaron.

Me di la vuelta dispuesta a darle una paliza al que me había sujetado pero me llevé una sorpresa.

No era un tío, sino cinco tíos. Tenían una barba desaliñada, harapos sucios y desprendían un olor a alcohol.

Y yo estaba sola. En un callejón. Con cinco borrachos. Todos me sonrieron maliciosamente y me eché instintivamente hacia atrás.

¿Por qué me pasaba todo a mí?

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora