CAPÍTULO 10

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Doble Actualización 2/2

SILVER
Domingo, 19 de septiembre

—Perdona, me pareces conocida. —No sé que me desagradó más: que Yong no tardara ni cinco minutos en desatender su cita para coquetear con Sofía o que todo hubiera sido planeado por mí—. ¿Cuál dijiste que era tu nombre?

—No lo ha dicho —ataqué antes de que la pelirroja llegara a hablar.

—Sofía Páez —contestó ella, sonriendo.

Yong alzó las cejas, coqueto, y tomó su mano, depositando un casto beso en sus nudillos.

—Vaya, tu nombre sí que me resulta bien conocido.

No retuve la risa.

—Es la columnista de «Padua Indiscreta» —repuse, derramando todo mi veneno en mis palabras—, vocera estudiantil y se sienta contigo en Español, Historia y Química.

Olivia se cubrió la boca con las manos para reírse. Hugo meneó la cabeza con desaprobación y la cita de Yong se aclaró la garganta, claramente exasperada por la escena.

—Gracias, hermana, tú siempre tan atenta a todo. —Aguantó una sonrisa.

—De nada, hermano, feliz de servirte.

Hugo golpeó la mesa con el puño, tomando por sorpresa a todos.

—¿Por qué no nos vamos a otro lado? —propuso, clavando sus ojos en mí—. Estoy aburrido.

Sofía se mordió el labio inferior, inquieta, y me agarró la mano por debajo de la mesa.

—No estás ayudando, Silver —articuló en voz baja.

—¿Ah, no? —Me llevé una mano al pecho—. Terrible, lloremos.

Ella enterró sus uñas en mi brazo.

—Ese no era el trato, lo sabes.

—Sofía, mira cuantos cuchillos hay en la mesa. No te conviene molestarme ahora mismo.

—Lo dudo, más estando en público, te importan demasiado las apariencias.

—¿En serio? —Me giré hacia ella y coloqué sus mechones sueltos detrás de su oreja, podía sentir las miradas de mis hermanos en mi espalda y delante de mí tenía a Olivia, a quien el show no podía parecerle más interesante—. Acabo de entrar a Rosenutt Hotel de mano con una chica en una ciudad de pensamiento retrograda que odia a los homosexuales —susurré—, ¿crees que me importa lo que digan de mí?

Ella tragó en seco.

—Aún tengo tu teléfono —me recordó, exponiendo su mejor sonrisa.

—Lo sé. —Acaricié su mejilla con delicadeza y luego sostuve con mis dedos su barbilla. Escuché a Hugo aclararse la garganta, seguido del bufido de Yong, la tos incómoda de Guillermo y la risita de Olivia. Acerqué su rostro al mío—. Eso solo lo hace más interesante.

—Eres cínica, Silver. —Estábamos tan cerca que pude oler el aroma de su pasta dental.

Me acerqué más, mi labio inferior rozó los suyos.

—No tienes idea. —Y con eso me aparté—. Entonces, chicos, ¿a dónde vamos?

Hugo se levantó bruscamente, arrastrando la silla con toda intensión de llamar la atención de los presentes en la mesa. Me agarró por el brazo y me levantó a la fuerza.

—A casa, nos vamos a casa. —Entre nosotros se libró una batalla de miradas, pero, al final, acepté mi derrota en silencio. No porque no tuviera nada que decir, sino porque ya había logrado mi objetivo: acabar con la noche de citas de mis hermanos. Se volvió a Yong—. Anda, despídete, regresamos a casa.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora