CAPÍTULO 55

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¡Hola! Regresó P de PERDEDOR, se que me ha tomado muchísimo tiempo pero tuve mis motivos. Al final de este capítulo les explicaré todo.

Este capítulo ocurre el mismo día que el anterior capítulo, el que subí en agosto de 2022, después de que los González llegan a su casa tras la pelea en la escuela.

HUGO
Jueves, 27 de noviembre de 2021

Los ojos de Yong, felinos y oscuros, estaban enfocados en el libro que sostenía entre sus pálidas manos. Resoplaba, gruñía, tiraba de su pelo, reía o, de vez en cuando, aparata a un lado el libro para luego poner los ojos en blanco.

Verlo leer me hizo feliz. Solo Dios sabe cuándo fue la última vez que agarró un libro de su estantería o leyó algo que no fuera el manuscrito de su trilogía.

«Solo Cristóbal puede convertir lo que más amo en un infierno», me había dicho el día que llegó la versión revisada del final de su trilogía.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Yong sin levantar los ojos de las páginas.

El atisbo de una sonrisita ladeada apareció en mis labios.

—No. ¿Por qué?

—Me estás mirando. —Cerró el libro y lo dejó sobre la almohada.

—¿Y qué con eso?

Se volvió a mí con una expresión curiosa dibujada en su rostro.

—¿Puedo usar otro cuadrante más de tu estantería?

—Ya tienes tres —rebatí, irritado.

No me hacía gracia ver mis figuras de acción de Marvel, DC y My Hero Academia apretujadas por los libros de Yong. Compartir habitación con él había sido una mala idea. No. La mala idea fue dejar que trajera sus libros.

—Por fin salí del bloqueo lector. Necesito traer mis pendientes para mirarlos y verme comprometido a leerlos. Ya sabes, presión social. —Se puso de pie—. Si juntas las de Spider Man con las de Batman...

—¿En serio? ¿Marvel y DC juntos?

—¿Qué tiene? —preguntó con naturalidad.

—No voy a darte más espacio, Yong.

Él encogió los hombros, se acercó a la puerta.

—Iré a ver que tal está Olivia.

—Yong —advertí—, te juro que si traes otro libro te lo voy a meter por el culo.

Él ladeó una picara sonrisa.

—No creo que un libro me quepa, pero sabes lo que si me puede caber...

—¡YONG!

Él rió.

—No me mires así, hermano, fuiste tú quien sacó el tema. 

El rumor de su risa me llegó justo antes del sonido de la puerta al cerrarse.

Unos tacones repicaron en el pasillo, lentos y descoordinados. Paola no tardó en entrar, con el desagradable olor a alcohol y el maquillaje corrido. Tropezosa, oteó el lugar y cruzó la habitación en dirección al baño.

—Mamá... —alcancé a decir antes de que ella se desplomara—. ¡Mamá!

Ella se sujetó la cabeza con una mano, mientras que con la otra se apoyó de la pared. Me acuclillé para estar a su altura.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora