ESPECIAL

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¡Hola! No quería dejarlos el finde sin capítulo, pero he estado muy ocupada con mi recital que seráel próximo jueves, y no he podido terminar el capítulo.

Esto ya lo tenía escrito y es sobre la primera vez que los González cruzaron los límites. No leerán sexo en sí y les diré por qué: aquí (febrero de 2016) Silver y Yong tenían dieciséis años y Hugo diecisiete. Eran menores de edad, por lo cual no voy escribir (y va contra las normas de Wattpad) escribir ese tipo de cosas entre menores.

Espero que les guste y lo disfruten ;)

SILVER
Cinco años antes. Viernes, 5 de febrero de 2016

—¿Necesita algo, señorita? —preguntó Elsa al reparar en mi presencia en la cocina.

Miré atrás para asegurarme de que mi madre no estaba por allí. Llevaba una semana entera siguiendo una de sus dietas —brócoli, pollo desgrasado y tofu— y ya no aguantaba un día más. Necesitaba algo que no me hiciera vomitar y saciara de una vez mi hambre.

La anciana empleada me dedicó una escueta sonrisa y me indicó que entrara.

—Dime qué quieres comer y te lo llevaré a tu habitación —susurró y me guiñó un ojo.

—Galletas con mucha mantequilla de maní y helado de vainilla. —Estaba tan hambrienta que la boca se me hacía agua solo de decirlo.

Elsa me sonrió y se puso manos a la obra.

—Y, por cierto, si...

—Si alguien me pregunta diré que son para su hermano Yong —completó por mí.

Asentí y me escabullí por la puerta de la cocina que daba al pasillo hasta llegar al recibidor. Cristóbal y Paola, iban saliendo del despacho con las manos tomadas y conversando.

—Silver —dijo papá—, asegúrate de que tus hermanos no pierdan el tiempo y hagan algo productivo con sus vidas. Que Yong se ponga a escribir y que Hugo vaya a su entrenamiento.

Paola enarcó una ceja y me repasó de pies a cabeza con aire escrutador.

—¿Ya bebiste tu batido de proteínas?

—Elsa lo está preparando. —Mentí y me acerqué a la barandilla de la escalera. Ambos iban muy elegantes, lo cual solo podía significar que tenían alguna entrevista o un viaje. Para asegurarme, pregunté—: ¿Regresaran a cenar?

Cristóbal negó con la cabeza y cuando hubo llegado al recibidor dijo:

—No, cerraré un contrato este fin de semana y aprovecharé el viaje a Europa para tomarnos unos días. —En ese instante, su chófer entró a por un par de maletas que estaban en el umbral de la puerta principal—. ¿Te estás preparando para las olimpiadas matemáticas?

—Cada día, alrededor de unas cuatro horas.

Cristóbal asintió con los labios apretados.

—Que sean seis a partir de ahora.

—Sí, señor —contesté.

—Quiero lista la declaración de impuestos cuando vuelva. Nelson Martínez traerá el papeleo restante hoy en la noche. Asegúrate de que todo esté en orden para el próximo desembarco.

Paola enarcó una ceja y procedió a mirarse las uñas.

—Silver, intenta que tus hermanos se espabilen un poco, ¿sí?

—Lo haré, señor.

Aguardé hasta que la puerta principal se cerró y subí las escaleras. Doblé a la izquierda y entré al pasillo donde estaban nuestras habitaciones. La puerta de Hugo estaba ligeramente abierta y desde afuera podía escuchar la música y sus voces. Ambos acababan de llegar de un partido de futbol. Por instinto, caminé más lento, quizás así lograra ver qué hacían.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora