CAPÍTULO 14

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Doble Actualización 2/2

SILVER
Viernes, 24 de septiembre

No apartó los ojos felinos de mí, rodeó su cintura y bajó a su trasero. Apretó las nalgas de Sofía y la pegó a él, devorando sus labios con la misma ferocidad con la que devoraba los míos.

Intenté que los celos no se apoderaran de mí, lo intenté con fuerza; pero al sentir mis uñas enterrarse en mi piel supe que nada podía apartarme de la oleada de ira que embestía mi cuerpo. Aparté la mirada y continué caminando, necesitaba beber alcohol con urgencia.

—Aquí estabas. —Hugo me interceptó antes de que llegara a la barra, con el ceño fruncido y la expresión severa. Necesitó echarme solo un vistazo para que su enfado se difuminara—. Estuviste llorando... —No era una pregunta—. Yong, ¿eh?

Negué con la cabeza, mirando al techo para que el escozor del llanto en mi nariz se aplacara.

—No, no todo tiene que ver con él, ¿sabías?

Lo aparté del camino, pero Hugo no estaba dispuesto a dejarme ir tan rápido y me lo demostró cuando su mano rodeó mi muñeca y me acercó a él. Exhaló, estábamos tan cerca que su aliento abanicó mis pestañas. Mordió su labio inferior y bajó la mirada, recorriendo mi rostro. Con el dorso de sus dedos secó la piel debajo de mis ojos.

—Cuando se trata de tus lágrimas, todo tiene que ver con Yong.

Ambos nos quedamos así por un buen rato, mirándonos en silencio.

—Es más que eso —le dije, regulando el volumen pues mi voz era consumida por la música—. No es solo Yong, Hugo. —Tuve que hablar alto—. Por favor, ¿podrías llevarme a casa?

Por un momento pensé que me cuestionaría; incluso lo vi abrir y cerrar los labios. Fue como si las palabras se atoraran en su glotis antes de salir y fueran consumidas por el silencio.

Al final, asintió un par de veces y me tomó la mano.

—Recojamos nuestras cosas.

Me condujo con destreza por la multitud de gente hasta la escalera que llevaba a la zona VIP. Olivia estaba en lo alto, haciéndome unas señas que no pude interpretar.

—¿Qué? —le grité—. No te entiendo y no te escucho.

De pronto el flash de una cámara nos iluminó y en cuestión de segundos estábamos flanqueados por media docena de reporteros. Hugo sostuvo mi mano con fuerza, haciendo lo posible por esquivarlos, pero fue imposible quitárnoslo de encima.

La estampida de preguntas arremetió contra nosotros.

—¿Alguna declaración sobre los crímenes en Padua?

—¿Cristóbal se quedará de manos cruzadas mientras los estudiantes son asesinados?

—¿Es cierto que Paola venderá la revista «Gurls»?

—¿Cómo es tener un nuevo miembro en la familia?

No respondimos nada.

Dos guardias bajaron de la zona VIP y nos flanquearon, protegiéndonos de la prensa. Los enormes hombres nos ayudaron a subir y entonces, justo cuando estábamos a la mitad de la escalera, uno de los periodistas hizo una pregunta que transformó a Hugo en una bestia.

—¿No sienten repulsión de ustedes mismos? Aunque no compartan sangre, son hermanos.

No necesitó decir más, con eso fue suficiente.

La mano de Hugo abandonó la mía y entonces las cosas se pusieron feas.

•••

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora