CAPÍTULO 37

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Triple Actualización 3/3

A pesar de que P de PERDEDOR tiene una advertencia de contenido al inicio, me veo en la obligación de advertirles que en este capítulo hay algunas interacciones que pueden ser angustiantes para algunxs lectorxs. No es lo peor que encontraran en el libro, pero bueno...

 No es lo peor que encontraran en el libro, pero bueno

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SILVER
Domingo, 17 de octubre de 2021

Desde la ventana de mi habitación pude ver dos autos llegar. Los Martínez, con sus hijos Laia y Nelson, salieron de uno. Los López, acompañados por el mayor de sus hijos, Guillermo, y su novia, Olivia, salieron del segundo. Suspiré y regresé a mí tocador a terminar mi maquillaje.

Lo único que faltaba era el eyeliner.

—¡Silver! —Mina irrumpió en mi habitación, como siempre, sin pedir permiso.

Pegué un brinco y el pincel delineador se resbaló de mis manos.

—¿Te cuesta tanto tocar? —bramé, frustrada—. ¡Puta mierda, Mina! —El eyeliner de mi ojo derecho se había arruinado y el pincel me manchó el vestido al caer en mi regazo—. ¡Eres un maldito león sordo! —Tuve tantas ganas de gritar que tuve que morderme la lengua. Papá se enfadaría si armaba un escándalo cuando sus socios de negocios estaban en el primer piso.

Sorry not sorry —dijo, dedicándome una sonrisa de boca cerrada—. Vaya, hermanita, creo que tendrás que cambiarte.

—¡No me digas! —«Respira hondo, Silver, no le rompas la cara», me dije—. ¿Qué quieres?

Mina caminó hasta mi tocador mientras yo iba a mi clóset a por otro vestido.

—¡No toques nada! —vociferé desde el interior de mi guardarropa.

Me desvestí, dejé el vestido manchado en el suelo, y descolgué uno que, para mi desgracia, no era el que Paola me había ordenado llevar. Aquello no podía ser una casualidad. Mina lo había hecho adrede. No tenía pruebas, pero tampoco dudas.

Mina tenía mi perfume en las manos cuando salí.

—¡Te dije que no tocaras! Aparte de fisgona, sorda.

Ella puso los ojos en blanco y volvió a dejar el frasco en el tocador.

—¿Qué quieres, estúpida? —reiteré.

Mina se cubrió la boca con las manos y se encogió de hombros.

—Lo que quería ya lo tengo, hermanita. —Dio la media vuelta y se largó.

Apreté los puños. «Ten paciencia, no te dejes provocar». Tomé una gran bocanada de aire y regresé al tocador a desmaquillarme. El desastre era tal que tuve que empezar desde cero.

•••

Las cenas de la alianza González-López-Martínez me daban repelús, pero lo peor —incluso superado por Guillermo hablando de su "asombrosa carrera" como taekwondoka— era la intensa mirada del señor López sobre mí.

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