CAPÍTULO 54

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SILVER
Jueves, 27 de noviembre de 2021

—Los Boffalos harán una fiesta este sábado en honor a Alex Duarte —comentó Olivia, trivial, los ojos en la espalda de Jorge Arias, el actual líder del indeseable grupo de subnormales.

Sofía puso los ojos en blanco.

—¿Has hablado con Logan, Silver?

Mis ojos buscaron al aludido.

No lo encontré en el mismo rincón de siempre, sino en la mesa de los Pingüinos, el equipo de Polo Acuático, entre Morales y Hugo. Yong estaba con ellos, pero sus ojos estaban fijos en Guillermo, quien iba entrando con su sequito de aduladores, los mismos que hasta hace poco me adulaban a mí, los miembros del Concejo Estudiantil.

—No creo que quiera hablarme.

—Está coladito por ti, querida, por supuesto que querrá hablarte —replicó Olivia.

—Queda solo una semana —recordó la pelirroja.

Logan sonrió por algo que dijo Limonta. Los ojos se le entrecerraron y se pasó las manos por el pelo castaño. Por un momento, sus ojos grises me enfocaron y el entusiasmo desapareció de su rostro, tragó con dificultad y se volvió a los chicos.

Aún me costaba creer que alguien como él fuera hijo de Cristóbal.

Olivia sonrió, pícara.

—A ver, sé que es una muy mala idea, pero quizás colabore si le haces creer que te gusta.

Podía engañarlas a ellas, a mis hermanos e incluso a Logan, pero no podía engañarme a mí misma. No tenía que fingir que el chico escuálido de los ojos grises y las mejillas sonrojadas me gustaba. Eso ya era un hecho, y uno muy malo.

—No, eso no. Es un ser humano, por Dios. —Sofía la regañó.

—Un ser humano que pude decirnos todo sobre los negocios sucios de Cristóbal y sus socios. Él sabe más de lo que admite. No tengo pruebas, pero tampoco dudas. Además, ¿lo has visto? Babea cuando ve a la Silver. Apuesto a que con solo agarrársela va a escupir todo.

—¡OLIVIA!

—Ay, Sofie, no me vengas con moralismos. Parece que se te olvido que chantajeaste a Silver para que te consiguiera una cita con Yong.

La pelirroja abrió mucho los ojos.

—¿Hasta cuándo vas a estar sacándome eso?

—Lo sacaré las veces que sean necesarias. —Olivia se llevó el sorbete a los labios; bebió un poco de su jugo, luego añadió—: ¿Qué onda con la gente? No nos quitan los ojos de encima.

Miré en derredor.

Ya había pasado casi una semana desde mi regreso al instituto y los murmullos, los comentarios y las miradas furtivas no habían cesado. Tampoco ayudaba que ahora la prioridad los hermanos González fuera boicotear a Cristóbal y nos pasáramos el día demostrándonos nuestro amor.

Hugo miró atrás por encima de su hombro. Iba ataviado con su chaqueta de los Búfalos y traía el pelo crespo revuelto. Me dedicó un guiño y se volvió a la mesa.

—Adoran la cotilla. Aún están hablando de que Silver salió desnuda de la tienda de Paola.

Ladeé una risita anodina.

—Y ella se ríe. —La pelinegra apartó la bandeja a medio comer—. Comienzo a creer que lo disfrutaste. Y, por cierto, ¿tus novios no te dijeron nada?

—Novios —repetí, me gustaba cómo se escuchaba—. El cuerpo es mío, no de ellos. Pero, ya que sacas el tema, a Yong le encanta el exhibicionismo y a Hugo no le preocupan esas cosas.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora