CAPÍTULO 35

4.9K 551 250
                                    

Triple Actualización 1/3

SILVERMadrugada del viernes, 15 de octubre de 2021

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SILVER
Madrugada del viernes, 15 de octubre de 2021

A pesar del agotamiento, no podía dormir.

Cerré los ojos y me quedé muy quieta, confiada en que el sueño llegaría. Mi cabeza punzaba de dolor y mi cuerpo protestaba al mínimo movimiento. Llevé las manos a mi pecho y respiré, una y otra vez. Apreté los ojos. Debía dormir, tenía que hacerlo, pero mi mente, tozuda, se negada a darme un respiro. Aún sentía el asco corroerme, el regusto amargo en mi garganta, los restos del furtivo beso de Guillermo, su mano en mi rostro, sus dedos abriendo mi boca.

Me estremecí y un temblor sacudió mi cuerpo.

«Tonta, dejaste que te intimidara», me reprendí. «Le permitiste quebrarte».

«Espero que no seas venenosa, víbora», la voz nítida resonó en mi cabeza. Aún no podía entenderlo. Guillermo me odiaba, al menos, así había sido siempre. Entonces, ¿qué podía sacar de aquel beso? «Plateada», aborrecía verlo usar aquella palabra. «Me pregunto qué pensaran ellos si saben que todos estos años, mientras aseguraban que para ti solo existían ellos, Nelson se escabullía hasta tu cama», ¿cómo lo había descubierto?

«Instaló una cámara en mi habitación», me respondí. La diminuta cámara había destruido mi vida, ahora reposaba hecha pedazos en el fondo del cajón de mi escritorio. Guillermo hizo un trato —al menos eso demostraron los chats de su celular—, instaló la cámara y robó el disco duro a petición del asesino. Le dio la información para destruir a Nelson y, en el proceso, mellar mis defensas. Sin embargo, había algo que no encajaba en todo aquello: el beso.

«Si yo fuera el asesino, me atacaría a mí misma. Así todos me creerían inocente», pensé, un razonamiento que me había arrebatado el sueño. «Me pregunta cosas sobre ti», había dicho Sofía días antes. «Está obsesionado contigo y repite todo el tiempo que te ama». Aquello me llevó a maquinar la posibilidad de que hubiera más de un culpable, pero ahora ya no podía asegurarlo. «Está obsesionado contigo», Sofía lo creía. ¿Era Guillermo el asesino?

«No, eso no tiene sentido», sacudí la cabeza y me senté en la cama. El asesino buscaba venganza, su móvil era obvio. «Asesinó a aquellos que volvieron a Emily miserable y quiere que los "A" pierdan su estatus. Guillermo adora ser un "A" y ama reducir a los "P"», me aclaré.

«¿Qué estoy pasando por alto?».

Escuché el chirrido de unos neumáticos y salté de la cama. Levanté la esquina de una de las cortinas y me agazapé de la tela. Mina se bajó del Mercedes Benz, se arregló la falda y giró para decirle adiós con la mano a la persona que la había traído a casa. Empujó la portería con una amplia sonrisa en sus labios y atravesó la plaza. Llevaba los tacones en la mano.

Desbloqué mi móvil y comprobé la hora, faltaban quince minutos para las tres.

Las voces no tardaron en llegar. La casa en completo silencio hizo los murmullos audibles pero confusos. Pegué el oído a la puerta, los susurros ininteligibles procedían de algún lugar, pero se escuchaban demasiados lejanos. Abrí con cuidado la puerta y entonces pude diferenciar las voces: Mina y Hugo. La tesitura ronca de la voz del moreno era inconfundible.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora