Capítulo 1: Mi molesto vecino

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Camino a prisa por los pasillos de la preparatoria. En este momento sólo quiero salir de aquí.

— ¡Ani! —Su voz me llama pero no estoy dispuesta a escucharlo—. ¡Andrea! ¡Espera! —exige.

Un agarre en mi muñeca me hace detener. Sus palabras siguen zumbando en mi mente.

— Dime ¿cuánto escuchaste? —cuestiona algo sofocado.

— No he oído nada —aseguro y trato de zafarme de su agarre.

— Estás molesta —Woow, era un genio.

— Déjame en paz Jey.

— No lo haré —dice y subo mi mirada a la suya.

— ¿No sabes cuando detenerte? —digo molesta y una sonrisa burlona aparece en su rostro.

— Si hubiese sabido cuando detenerme lo hubiese hecho desde hace más de seis años.

— Jey, suéltame —exijo.

— ¿Recuerdas cuando nos conocimos? —pregunta de repente y bufo.

— Tu hiciste que no lo olvidara idiota.

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(Guardería)

— ¡Mami!, ¡no quiero ir a la escuela! —lloriqueaba.

No me gusta lo nuevo, y ahora venimos a una ciudad nueva solo por el molesto trabajo de papá, no quería cambiar, ya no tengo a mis amigos y ahora vivo de una casa nueva, no me gusta, no quiero ir a la escuela con otros niños.

— Sé que no quieres ir, pero tienes que hacerlo, pronto te acostumbrarás —aseguró mi mamá que va conduciendo.

Yo me cruzo de brazos molesta y pataleo — No quiero acostumbrarme, seguro todos serán unos tontos.

Mi mami ríe y detiene el auto frente a una Guardería, no me gusta, no es como la anterior.

— Si son tontos contigo les das una lección.

— No quiero ir —repito.

Mi mami se baja y me carga al hombro como si fuera un saco.

— ¡Mami! —chillo molesta y ella da brinquitos haciéndome reír—. ¡Bájame!

— Solo si me prometes que irás.

— ¡No!

—Te voy a hacer cosquillas —amenaza.

— Está bien, está bien —acepto y me baja, le saco la lengua y ella hace lo mismo.

—Anda, ve —Me dice y hago un puchero tratando de que se compadezca del alma de su hijita...no funciona.

Así que con un suspiro cansado entro a la escuela. Los pasillos tienen muchos dibujitos lindos, eso me gusta.

— Hola, soy Catia —Una maestra se agacha frente a mí, es delgada y su cara es bonita, pero no más que mi mami—. ¿Eres Andrea? —Yo asiento con la cabeza y me sonríe, también tiene una sonrisa bonita—. Sígueme.

Me extiende su mano y la tomo dejándome guiar. Me lleva a través de los pasillos hasta que salimos a un patio de juegos muy grande.

— Puedes jugar y hacer amiguitos, si necesitas algo puedes buscarme, ¿de acuerdo?

— Si —asiento y ella se marcha.

Veo a todos jugar tras la puerta de cristal. No me gusta hacer nuevos amigos, yo ya tengo amigos.

Abro algo triste la puerta y en cuanto pongo un pie en el patio siento un golpe fuerte en el hombro que hace que caiga al suelo, me duele mucho.

— Niña, eres una tonta, no te apartaste —Un niño de piel pálida me hacía burla y se reía desde unos metros lejos de mí.

— ¡Eres un idiota! —grité molesta poniéndome de pie, tomando la pelota y se la lancé dándole justo en la cabeza haciendo que cayera al suelo, me dio mucha gracia.

— Ya verás —gritó y se levantó, tomó algo de barro del jardín que había acabado de ser regado lanzándomelo y ensuciando mi ropa, ¡mi ropa nueva!

— ¡Idiota! —fui hasta el jardín y también le lancé barro comenzando una guerra.

Terminamos en el suelo golpeándonos y le mordí un brazo mientras el gritaba, mi maestra llegó y me sacó de arriba de él.

Al final terminaron llamando a nuestros padres por haber destrozado el jardín, pelearnos y acabar sucios.

(...)

— Él comenzó —Me defendí.

— ¿Viste la mordida que le dejaste en el brazo? —pregunta enojada.

— Tu me dijiste que si eran tontos le diera una lección, y ese no era tonto, era idiota, el mayor idiota de los idiotas —Me cruzo de brazos molesta y mamá detiene el auto, yo bajo y entro a la casa, tras de mí entra ella.

— ¿Sabes que estás castigada?

— Si —bufo molesta y subo a mi cuarto dando un portazo.

Aún todas las cajas con mis cosas están ahí, las paredes son azules y la cama está tendida.

Papá está en casa y subió hasta mi habitación.

— Oye, ¿estás molesta? —pregunta cuando entra y al verme sonríe nervioso—. Si lo estás.

— Quiero volver a casa, no me gusta estar aquí —Me quejo.

— Lo sé, pero aquí estaremos mejor, tengo un buen trabajo y ganaré más, así puedo cuidar de ti mejor —aparto mi mirada de él y me codea suave—. Oí que mordiste a un niño porque te estaba molestando.

— Es un idiota —mascullo recordando a ese niño.

— ¿Ganaste? —pregunta y lo miro con una sonrisa, asintiendo con la cabeza, papá mira a todos lados como si nos estuvieran espiando y luego sonríe hacia mí y extiende una mano para que choque los cinco—. Bien hecho.

Río palmeando su mano.

— Papi, ¿me compraste lo que te pedí? —pregunto poniéndole ojitos de cachorro y asiente saliendo corriendo de mi habitación y después vuelve con un libro entre sus manos.

Yo abrazo feliz su regalo y beso su mejilla contenta.

— No te preocupes, voy a hablar con mamá para que te quite el castigo —susurra a mi oído—. Y si no te gusta este lugar entonces volvemos a casa —extiende el meñique hacia mí, yo cierro la promesa feliz y él sale de mi cuarto.

Voy hasta la ventana y la abro para que entre el aire, en cuanto lo hago me topo con una mirada verde marina que me observa con la misma sorpresa que lo hago yo.

— ¿Tú? —gesticula con la boca.

— ¿Tú? —Lo imito.

Él hace una seña con la mano para que espere y segundos después vuelve a la ventana y lanza un avión de papel que entra a mi habitación, yo voy hasta este y lo tomo, solo para leer que tiene escrito.

"Múdate, no quiero una vecina tonta".

Me molesto y escribo: "Peor estoy yo, que tengo que aguantar a un vecino idiota, y NO me voy a mudar, así que aguántame".

Se lo devolví y él al leerlo me sacó la lengua, yo hice lo mismo y salí corriendo de mi habitación hasta la primera planta donde estaba mi mamá y papá.

— Ya no quiero mudarme —digo y ambos me miran impresionados.

Mi odioso vecino tendría que aguantarme, por mucho tiempo.



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Espero les haya gustado. Les aseguro que esta historia traerá muchas sorpresas. 😉

Gracias por leer.

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