Capítulo 29: 14 de febrero

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Andrea

Luego de un año nuevo volvimos a la realidad, Maité ha vuelto a su trabajo en otra ciudad por lo que mi molesto vecino vuelve a visitar mi casa más a menudo. El regreso a clases ha sido agotador, me siento en mi lugar y Miguel se sienta a mi lado.

— Hey, ¿te sientes bien? —pregunta.

— Si, lo estoy, sólo un tanto cansada —aseguro.

Coloco los libros en el gavetero de la mesa cuando mis dedos chocan con una caja, la tomo extrañada y me doy cuenta que es de chicles con relleno frutal. Emocionada lo abro y tomo uno, no creo que a quien se le quedase fuese a reclamar que me comí uno ¿cierto?

En cuanto lo mastico lo devuelvo a mi mano con gesto asqueado, tenía sabor a ajonjolí, hago una mueca, lo aborresco. Miro con mala cara hacia donde está riéndose el maldito de Jey.


Flasback

Despierto y realmente me siento cómoda, aunque mi cabeza late. Un agarre en mi cintura no permite que me mueva...luego de unos segundos lo proceso.

< ¿Quién está...? >

Me topo cara a cara con Jey, duerme tranquilo y se ve calmado. Algo que siempre me ha sorprendido es que al dormir parece tan inocente, todo lo contrario a su carácter.

Inocente...

Levanto un poco las sábanas y viendo que estoy vestida suelto un largo suspiro.

< No debo volver a beber. >

Pienso y trato de hacer un recuento de lo que ocurrió ayer, todo en blanco, como mismo ocurre cada vez que tomo vino, pero...

>> Hablo de que no peleemos, no bromas ni discusiones tontas, ¿la guerra algún día llegará a su fin?

El recuerdo de mis últimas palabras avaten mi mente. Que cuando digo que no vuelvo a beber vino es porque no lo vuelvo a hacer, me causa memoria de Doris.

Me remuevo entre los brazos de Jey quien abre los ojos, en cuanto estos se posan en mí sonríe.

— ¿Cómo puedes levantarte sonrojada? —pregunta en un susurro.

— Es sólo el frío idiota —mascullo y froto mis sentidos, necesito bajar la resaca.

— ¿Te sientes bien? —pregunta preocupado y entonces es que comienzo a percatarme que aún estamos muy cerca.

— Si, sólo es la resaca —respondo mientras aparto su brazo de mi cintura—. Oye, ¿pasó algo anoche? —cuestiono avergonzada señalándonos —. No pasó nada ni dije algo estúpido, ¿cierto?

Él frunce su ceño.

— ¿No te acuerdas de nuestra conversación?

< Si, dije algo estúpido. > Confirmo para mis adentros.

— Es que cuando bebo vino suelo decir tonterías y después no me acuerdo —admito apenada.

Y sí, es cierto, un día le dije a mi madre que estaba loca y que esperaba que un mono en triciclo la atropellara, mi madre estuvo riéndose por días.

— No, no dijiste nada —comenta molesto y se pone de pie saliendo de mi habitación.

Fin de flashback


En serio, desde ese día está más molesto de lo normal, pero de que me las cobro todas, juro que me las cobro todas.

(...)

Este último mes y medio ha sido incesante, odio al muy idiota, me dejó caer una bolsa de harina sobre la cabeza.

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