Capítulo 17: La hermana

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Andrea

Mi madre y yo hacemos dulces en la cocina mientras el audio en la sala está a todo volumen y ambas cantamos divirtiéndonos.

— I need you, I need you, I need you right now, yea, I need you right now. So don't let me down, I thinks I'am lasing muy mind now. It's muy head, darling I hope...

— ¡Ani! —La exclamación de mi apodo llega a nuestros oídos sobre la música, me sorprendo y quito los guantes de hornear que tenía puesto, voy a paso apresurado a la sala donde veo a Jey, y está más que claro que algo pasa.

Apago la música y le observo expectante.

— Voy a otra ciudad a conocer a mi hermana, queda a cuatro horas de aquí, ven conmigo.

Me impacta la información, iba a reclamar que ni siquiera había pedido mi opinión como para estarme ordenando, pero en el momento en que abrí mi boca noté su mirada, y esto no era una orden, me necesitaba, aunque no quisiera admitirlo.

Solo cerré mi boca y miré a mi madre quien estaba al comienzo de la sala, ella solo me observó y luego a Jey.

— ¿Por cuánto tiempo? —preguntó.

— Dos días —Le respondió.

Ella asintió con la cabeza.

— ¿Cuándo se van?

— En media hora.

< ¡Media hora! > Dentro de mí algo chilló.

Subí corriendo la escaleras y tomé mi mochila de viaje, abrí mi armario y tomé algunas mudas de ropa (lo primero que encontré) Jey entró a mi habitación y me ayudaba a recoger.

— Bonito brasier —Le observo y sujeta entre sus manos uno de mis ajustadores color blanco con dibujos de Rosita Fresita, le lancé una chancleta que le dio en su cabezota—. ¡Hey! —protesta.

Me acerco y se lo arrebato colocándolo en su lugar.

— Ve a por mi cepillo de dientes —ordeno y sin remilgos se levanta a hacer lo que le he dicho.

< Este Jey no me agrada. > Y es cierto, nunca me gustó que se pusiera triste, pierde todo el poco encanto que tiene.

— Oye idiota, no sabía que tenías una hermana —comento colocando unos jeans en la mochila.

— Yo tampoco lo sabía hasta ayer.

Coloco una mano en su espalda y su mirada choca con la mía.

— Oye, ¿estás bien? —cuestiono, él frunce sus labios y niega con la cabeza—. Todo va a estar bien —aseguro y se mantiene en silencio, no me gusta—. Ok, ¿debo darte un abrazo? —pregunto midiéndolo con mis brazos y me observa con una ceja enmarcada—. No me mires así, no se me da bien esto y lo sabes, ven aquí —golpeo mi hombro, bromeando, y él ríe, eso es bueno, no me gusta verlo apagado.

Se acerca y sujeta mi nuca, dejando un beso en mi frente, sus labios se detuvieron en mi piel por un par de segundo hasta que se separa y niega ligeramente con la cabeza.

— Gracias por hacerme reír —Se aleja de mí hacia la puerta—. Recuerda poner ese brasear —Se burló y salió de mi habitación.

< ¿Por que no me deshice de eso antes? > Me pregunto y voy hasta el espejo viendo mi frente.

< ¿Me habrá ensuciado? > No, no había una mancha, froto el lugar y frunzo el ceño hacia la puerta.

< Esta es la segunda vez que hace esto. > Recuerdo la primera, ¿por qué pareciera que Jey tiene dos personalidades?

Sólo lo dejo pasar y termino de empacar, me visto con un short negro y una blusa que se amarra al frente de color gris dejando ver parte de mi abdomen, peiné mi cabello el cual ya me da por los hombros y lo vuelvo a tener de un color castaño claro, para luego bajar a donde está aparcado el auto del padre de Jey.

— Hola Señor Jones —saludo al llegar a él y sonríe, se le ve algo triste.

— Hola Andrea —saluda, él es la única persona a la que le he exigido que diga mi nombre completo, no me gusta que le haga daño a Jey y a su madre, no se lo merecen...

O sea, Jey me puede hacer cualquier mala broma, pero esas solo se las cobro yo.

Todos subimos al coche y Paulo lo pone en marcha.

(...)

Hemos llegado por fin a la hora del almuerzo a la casa de la hermana de mi enemigo. La casa tiene dos plantas y es de un color celeste, en su patio se puede ver una casa en el árbol, Paulo sale corriendo y saca una llave, entrando.

De reojo miro a Jey, tiene su ceño fruncido, y lo comprendo, su padre jamás mostró tal preocupación por él.

Ambos tomamos nuestro equipaje del maletero del coche y entramos, una mujer rubia y de ojos negros se detiene frente a nosotros y observa a Jey.

— Tú debes ser Joseph —dice con voz calma—. Tu padre nos ha hablado mucho de ti —dice y luego me mira para sonreírme—. Y tú debes ser su novia —Ante sus palabras ambos hemos hecho una mueca terrible, se le ve sorprendida ante nuestra reacción—. ¿No lo son?

< Es inocente. > Pienso, y es que a primera vista parece una mujer calmada. Todo lo contrario a Maité, ella es de las personas que ves e inmediatamente sabes que su carácter es dinámico.

— Vengan conmigo —Nos guía al segundo piso y abre una puerta, en la cama hay una chica, de unos 12 años, sus rasgos son muy parecidos a los de mi vecino.

Paulo sostiene sus manos entre las suyas y le pregunta como se encuentra. Noto a Jey apretar sus puños, sujeto su mano y me observa, niego con l cabeza y se relaja.

— Blanca tiene asma —dice la mujer rubia refiriéndose a su hija y sonríe—. A pesar de eso es la mejor en deportes en su escuela, Paulo siempre hablaba de tus logros —Le dice a Jey—. Tú eres su modelo a seguir, gracias.

Jey se sorprende y mira hacia la chica nuevamente, entonces se da media vuelta alejándose por el pasillo.

— ¡Idiota! —exclamo, él levanta una mano, dándome la señal de que necesita estar sólo, yo sólo suspiro cansada, estos serían días largos.

(...)

Me despierto en la mañana, Jey había llegado muy tarde en la noche y ahora no se halla en la litera que nos dieron para compartir, me quedo mirando hacia la cama de abajo, buscando una solución, y una de mis comisuras se elevan.

Me aseo y visto con ropa limpia, recojo mi cabello en una coleta y bajo a la cocina, él está sentado en la sala, da una vista deprimente, ni siquiera ha hablado con su hermana, estoy segura.

Voy a la cocina y me dirijo al refrigerador, en la casa no están ni Paulo ni Sulenny, la madre de Blanca, tomo una botella de agua del refrigerador y veo una soda, la bebida favorita de Jey.

Segundos después salgo de la cocina y me dirijo a la habitación que nos dieron, tomo mi laptop y paso por la sala.

— Voy a la casa del árbol —aviso pero no me responde.

Subo a aquella casita y me recuesto de la pared, es bastante espaciosa, comienzo a escribir mi historia y de pronto pasa lo que esperé.

— ¡Tonta! —exclama Jey.

< Es por tu bien y para mi diversión. > Pienso y una carcajada se me escapa. < Ni siquiera aquí te escaparás de mí, idiota. >








Nota de autora:

2/4

Tengo ya varios contenidos de la historia en mi insta por si quieren acercarse, pueden encontrarme como Teenager1072

Andrea no podía llevar la fiesta en paz xd

Nos leemos en unas horas

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