Joseph
Andrea desde que ha llegado está con cara de enojada. No le he preguntando la razón, espero a que me lo diga, siempre lo hace.
— Jey —dice casi una hora después sentada en la esquina de la cama—. Me dieron un contrato.
— ¿Y por eso estás enojada? —Casi me entró ganas de reírme, pero su cara decía qué hay algo más—. ¿Que pasa tonta? —Me acerco a ella por detrás, abrazándola.
— El contrato dice que no puedo tener ninguna relación por dos años, para mantenerme enfo.... —Ella siguió hablando pero yo dejé de escucharla. Ahora entendía su enojo, yo también estoy enojado, no puedo creer que se vayan a perder a mi novia tan talentosa por eso.
Bueno, más novia para mí.
— Supongo que no firmaste —hablé porque no la había escuchado.
— Si firmé, pero mañana iré a renunciar —suspiré—. No me di cuenta de esa cláusula hasta después de haber firmado y me dijeron que si quería renunciar debía ser mañana.
— Está bien, entonces todo estará bien —La beso en los labios y ella me sonríe, menos enojada.
— Son tan idiotas —Me abraza más fuerte—. Pero bueno, me quedo con mi idiota favorito.
Nos quedamos abrazados el uno al otro, mientras que el día avanza y no hablamos más del tema. Porque a ninguno de los dos nos gusta. Después de la cena en familia, regresamos los dos a mi cuarto para dormir. Ella está escribiendo su historia de Wattpad, que está en los últimos capítulos. Mientras que yo sólo escucho música.
(...)
La mañana siguiente estoy pegándola a mi cuerpo y aunque tengo los ojos cerrados se que ella está acariciado mi cabello y sonriendo.
— Buenos días, idiota —Me dice mientras me besa en la frente, luego besa mi nariz, mis mejillas y finalmente mis labios.
— Buenos días, tonta —Me acerco hasta sus labios para devorarlos.
Acaricio su cuerpo desnudo, mientras ella me mima un poco llenándome de besos. Oh, puedo vivir así el resto de mi vida.
— Tengo que ir a por ese contrato —dice ella poniéndose de pie, dejándome en la cama a mí solo y se siente tan vacía sin ella.
— Regresa aquí un poco más —palmeó la cama a mi lado y ella me besa.
— Vamos dormilón, tienes que levantarte —bufé y la seguí a la ducha.
Ella enjabonó mi cuerpo y yo luego el de ella y tuve que esforzarme mucho para no hacer otras cosas. Luego nos besamos bajo el agua de la ducha y fue difícil contenerme haciendo esto.
— Tengo que irme, Jey —Se queja ella cuando quiero que repitamos lo de la ducha en la cama.
— Pero...
— Jey —sonó a regaño y puse puchero como niño pequeño que no obtuvo su regalo—. No seas infantil —Me vuelve a regañar y acaricia mi cabello revolviéndolo bastante húmedo.
Se vistió frente a mí con una blusa escotada y una falda muy ajustada a sus caderas pero que llegaba a sus rodillas. Me gusta cuando se viste como secretaria, se ve muy sexy.
— Adiós —dice besándome.
— ¿No quieres que te lleve? —Le pregunté.
— Creo que hoy eres tú quien olvidó que Anthony vendría —golpeó mi cabeza y si, tenía razón, me lo había dicho y yo lo había olvidado. Como todo.
Ella cerró la puerta y casi al instante llegó Anthony.
Entró como si estuviese en su casa y fue directo a comer alguna de mis papas fritas qué hay encima de la isla de la cocina.
— Bueno, entonces, ¿como le fue a Andrea con el contrato? —preguntó él y es poco común que pregunte, pero esos dos se llevan muy bien.
— Bueno.... —Le conté todo o que Ani me explicó a mí y luego él se sentó frente a mí en el salón, pasándose la mano por la cara.
— Solo son dos años —dice él y yo me quedo con la boca abierta, ¿dos años sin Andrea? Eso es una eternidad.
— Ya está decidido —Lo miré con los ojos entrecerrados.
— Jey, tu universidad también te consumirá mucho tiempo, se pasará pronto, es justo que persigan sus sueños —Me aconsejó Anthony, me encogí de hombros y bajé la cabeza. No estaba dispuesto a confesar que aún no he aceptado la universidad y ni siquiera sé lo he dicho a Andrea—. Espera, no has aceptado.
Levanté la cabeza y asentí.
— Es tu sueño Jey —Me pasé la mano por la cara frustrado—. Nuestro sueño, te vi crecer y esforzarte tanto por conseguirlo y ahora todo lo vas a tirar por la borda.
— Si Ant —No puedo creer que tenga que dar explicaciones—. Es Andrea, por ella siempre hago lo que sea, no me importa —intenté terminar la conversación ahí, pero hoy tengo un amigo muy pesado que no me dejará terminar la conversación así.
— No puedo creerlo, estuviste tres años en el extranjero estudiando, lejos de tu familia, lejos de Andrea, te esforzarte más que todos nosotros, has ido a un millón de competencia, ese es tu sueño, esa universidad, y ahora estás renunciando —Por primera vez veía a Anthony enfadado, no puedo entender.
— Esto ya está decidido Anthony —Me encogí de hombros.
— No es sólo tu sueño Jey, también es el de Ani el que estás poniendo en peligro —calló por unos segundos para luego continuar más bajo—. ¿Vale la pena que ella ya no cumpla su sueño?
¿Vale? No lo valía, ella tiene que ser feliz, muy feliz. Y si debo estar lejos de ella para que lo esté, lo puedo hacer, ¿no? Tengo que convencerla de que acepte ese contrato.
Pero ya hemos quedado en que no lo aceptaría.
Ya me duele la cabeza.
— Tengo que irme ahora, Carlos me necesita en casa —dice Anthony refiriéndose a su hermano y poniéndose de pie con el celular en la mano.
Ni siquiera lo vi marchar. Estaba muy ocupado en mis pensamientos que no sé cuánto tiempo pasó antes de que me pusiera de pie. Pero al menos una hora creo que había pasado.
La puerta fue tocada, di algunos pasos hasta llegar a ella.
Ani está ahí. No tiene una sonrisa, tiene sus ojos un tanto rojos y su mirada parece vacía.
— No he renunciado al contrato —dice ella. No sé si reír o llorar.
— ¿Qué? —balbuceo, habíamos quedado en que renunciaría hace pocas horas, cambió tanto de idea. ¿Por qué? ¿Ya no me quiere?
— Es mi sueño Jey —Su rostro me dice que esta diciéndome la verdad, pero sus manos que las oculta detrás de su espalda, están temblando.
— Yo, pensé que habíamos quedado en algo Andrea —Mi voz sonó severa, no quería gritar, pero definitivamente mi corazón dolía sólo con el hecho de pensar que estaba poniendo un tonto contrato por encima de nosotros. De mí y de ella.
Si, así se siente.
— Pero... lo he pensado mejor, creo que debo seguir mi sueño, quizás no tenga otra oportunidad así —Vale, eso es cierto, pero...
— ¿Por qué? —Mis ojos comenzaron a cristalizarse y escuecen.
— Yo... —Su voz se quebró, pero se recuperó rápidamente mirándome con una mirada un poco más severa—. Esto es lo mejor.
¿Lo mejor? ¿Apartarse de mí? ¿Cómo puede ser eso lo mejor?
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Estamos en Guerra
Teen FictionDicen que los polos opuestos atraen y lo iguales se repelen, es pura física, pero la física se fue a la mierda en la vida de Andrea Milton cuando entró en ella su molesto vecino, su enemigo perfecto, su único idiota: Joseph Jones El campeón de lucha...