Capítulo 41: Sólo un beso

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Andrea

Fui a cambiar la película y no llegué a pegar mi trasero al suelo, Jey me hacía cosquillas y yo soltaba carcajadas retorciéndome en el piso.

— Ya había durado mucho la paz —comenté entre risas y quito sus manos de mis costados, halándolo con fuerza y haciendo que cayese al suelo—. Hora de mi venganza —Más cosquilludo que yo era este ser, me las cobraría todas.

— No, Andrea —chilla entre carcajadas cuando ataco su cuello y le veo retorcerse como serpiente sobre carbón.

— Si, Jo-seph Jo-nes —digo burlona cesando por un momento la guerra de cosquillas y me mira, muerdo mi labio inferior y me preparo para hacerle más cosquillas cuando sus manos van a mi nuca, atrayéndome a él y sus labios atrapan los míos tomándome por sorpresa.

 Me besa con fuerza, exigiendo que le corresponda, cierro mis ojos dejándole llevar por el momento, saboreo sus besos, con lentitud, deseando guardar ese instante.

Pero no es suficiente, quiero más, mucho más, y no soy la única que lo busca, profundizamos el beso fundiéndonos en una nueva guerra, una más satisfactoria. Jey me hace rodar, invirtiendo posiciones, mientras mis dedos se enredan en sus cabellos.

Sus manos acarician mi muslo y levanto la pierna para aumentar el contacto, da un apretón que se siente extremadamente bien.

— Hola fami.... —oigo esas voces, unas que reconozco como mis padres y la madre de Jey ¿Ellos no llegaban mañana?

Él se separa de mis labios y maldice, yo hago lo mismo en mi mente. Ambos observamos a nuestros padres y nos separamos, poniéndonos de pie, estoy segura que no solo mis mejillas arden.

— ¡Se lo tenían bien escondido! —chilla la madre de Jey mientras mis padres están con la boca abierta literalmente.

Ruedo los ojos.

— Sólo fue un beso, no hace falta escándalo.

— ¿Sólo uno? —pregunta Jey.

< Este no es el momento idiota. >

Le observo, no lo dijo de manera burlesca, más bien se ve molesto, la molesta debería ser yo, ¿quién rayos le dio permiso para besarme?

< Pero bien que lo disfrutaste. > Cállate conciencia, nadie pidió tu opinión.

— ¿Pero hubo más? —pregunta mi padre incrédulo.

— Vaya, nosotros pensando que se matarían a puñaladas y si se iban a matar pero en algo muy diferente.

— ¡Mamá! —chillo.

— Yo sabía que esto en algún momento ocurriría —Maité parece extremadamente feliz.

Estos se creen que por un beso el mundo se cae.

— Ya dejense de tonterías, un beso no significa nada —expreso y al instante Jey se marcha dando un portazo.

< ¿A este que demonios le pasa? >

(...)

Me despierto y luego de asearme bajo a la cocina donde mis padres desayunan. Tomo el mío y me siento a la mesa.

— Andrea —ruedo los ojos, ya sé por donde va mi padre—. Sé que son adolescentes y que el calor del momento pue...

Mi vaso impacta contra la mesa y me pongo de pie.

— ¡Andrea Milton! —Me regaña mi madre.

— ¿Qué? —volteo hacia ellos—. No quiero oír otra charla de seguridad, de parejas ni nada relacionado a eso, ¿ok? —digo molesta—. Sólo fue UN BESO —enfatizo—. No pasó nada, ni va a pasar, no quiero sermones, porque el cuarto al lado del mío tiene muchas cosas que explicar entonces.

Sin decir más tomo mis llaves y salgo enfadada de mi casa mientras mis padres gritan mi nombre.

Demonios, vienen a darme regaños cuando ellos se comportan peor que yo, y cuando me vengo a comportar como una adolescente me salen con esto, enserio, después de la última vez no quiero saber nada de sermones de mis padres, ya estoy más que cansada.

(...)

— Así que se besaron y sus padres los cogieron con la mano en la masa, literalmente —comenta Melisa incrédula y se parte de la risa sobre el colchón, sin ningún pudor ni respeto a que esté delante de ella, sostiene su estómago mientras se coloca en posición fetal.

Pongo los ojos en blanco.

— Eso es, ríete de mis desgracias —No puedo creer que se esté riendo, mi situación no da gracias, ninguna.

Después de salir de mi casa fui a la suya, pensé que un consejo femenino me serviría, veo que me equivoqué, este ser se está burlando de mí.

— Me voy —aviso cuando veo que aun sigue partida de la risa a mis costillas.

— No, espera —Me detiene por la muñeca y obliga a sentarme de nuevo en su cama.

— No me gusta que se burlen de mí Isa, y ya tengo una persona que lo hace, no quiero otra.

— Lo siento —levanta ambas manos en señal de inocencia y me mira de manera seria—. Ahora te haré una pregunta esencial amiga, y quiero que lo medites en serio, no hace falta que me respondas —Le presto atención —. ¿Te gusta Jey?

(...)

< ¿Me gusta Jey? >

Me pregunto una y otra vez mientras camino a mi casa, ya ha oscurecido y mi casa queda a unas cuantas calles, he pasado caminando como unos quince minutos aproximadamente perdida en mis pensamientos.

< Es molesto, atrevido, se la pasa haciéndome bromas, me irrita y me saca de quicio, es simplemente un idiota. >

Me digo y cuando estoy a punto de entrar a mi casa me detengo en el porche y me doy cuenta.

< ¿Por qué trato de darme justificaciones? No, no me gusta, punto. >

Abro mi puerta y veo a mis padres preocupados con el teléfono en la mano, al verme cuelgan y corren hasta mí abrazándome.

— ¿Dónde estabas? —pregunta mi madre llorando y me siento culpable, sé lo que tuvieron que pasar la última vez, sólo se preocupan por mí.

— En casa de una amiga —digo y les abrazo, sin poder evitarlo lloro—. Lo siento mucho, enserio —Mi voz es entrecortada por las lágrimas y me abrazan más fuerte.

Me siento agradecida, agradecida con las personas que nunca me dieron la espalda, que siempre estuvieron para secarme las lágrimas. Gracias mamá y papá.

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