Capítulo 15: No todo es lo que aparenta

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 Andrea


[Contacto: Idiota]

Nunca va a pasar eso, creo que tendrás que conocer mejor a mi padre.

7.48pm√√


 Fue el último mensaje que me envió antes de dejarme chateando sola. Suelto mi teléfono y me recuesto en mi cama, boca arriba.

< Esto es malo. > Pienso.

Estoy consciente de que el regreso del padre de Jey sólo traerá problemas, porque siempre ha sido así. Aún recuerdo cuando dejó a Maité sola con Jey, mi madre estuvo dos semanas con ella por temor a que tomara una mala decisión.

Porque la triste verdad es que Maité ama a su ex-marido, pero no es recíproco, supongo que el amor es demasiado complicado, y encontrar a alguien que te ame y que sea correspondido es más difícil todavía.

No sé cuanto tiempo ha pasado, pero oigo gritos fuera de casa nombrando a Jey.

Frunzo el ceño y me acerco a mi ventana, me asomo viendo a mis padres y a los suyos dando voces a través de las calles.

 — ¡¿Qué pasa?! —exclamé para que me oigan y Maité voltea hacia mí, preocupada.

— Jey se ha ido —Su voz tiembla, y sé que realmente no es bueno, él no es de los chicos que se van sin ninguna razón aparente, y más con su padre en casa, nunca dejaría sola a su madre. 

Tomo mi móvil y marco su número. Su teléfono suena una y otra vez pero no contesta. 

— Maldición —cuelgo cuando salta la contestadora. 

Bajo corriendo las escaleras y me apresuro por la calle.

 — ¡Andrea! ¡¿A dónde vas?! —grita mi padre.

— ¡A encontrar al idiota! —respondo siguiendo con mi carrera.

 Llego a un cruce de cuatro calles, me detengo agitada mientras trato de hacer memoria.

< ¿Por dónde rayos era? >

 Se lo dejo a la suerte y corro en la calle que queda a mi derecha.

 < Desgraciado, cuando te encuentre te mato. >


Flashback. Cuatro años y medio atrás

 — ¡Jey! —gritaba a los cuatro vientos—. ¡Idiota! ¡¿Donde estás?! —chillé enfurecida.

El odioso de mi vecino se había escapado de casa y no lo encontrábamos.

< Idiota, idiota. > Repetía en mi mente. < ¿Dónde demonios está mi idiota? >

Corro hasta llegar a donde la calle se dividía en cuatro.

< Genial, ¿ahora por dónde? > Me pregunto.

No me gusta estar sola, la calle es oscura y no hay nadie a los alrededores, de seguro mamá se enfadaría. Me van a regañar por culpa de Jey.

Elijo el camino a mi derecha y sigo corriendo, avanzo por dos calles, ¿tal vez? Y doy a un parque.

Corro a través de este dispuesta a pasarlo cuando a medida que avanzó veo la sombra de un niño pequeño dentro del túnel.

Respiro agitada y me asomo.

— ¡Idiota! —chillo molesta.

Él sorbe por su nariz y me mira.

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