Capítulo 45: Recuerdos

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Andrea

Abro los ojos con lentitud y molestia, y lo primero que recibo es la maldita luz que me ciega ¿Quién rayos puso esa lámpara ahí? Lo mataré. Paso un brazo sobre mis ojos para protegerlos, me siento incómoda.

< ¿Qué ha pasado? >

— ¡Ani! —Ese grito aturde mis oídos, levanto mi vista, ya acostumbrada a la luz y observo a mis padres, Melisa y Miguel alrededor de mí.

— ¿Cómo estás...?

— ¿Cómo te sientes...?

— Tuviste un...

— ¿Te traigo al...?

No puedo acabar de escuchar ninguna frase, todos hablan al mismo tiempo. Y de repente algo hace Clic en mi cabeza.

< El idiota. >

— Jey —mascullo tratando de sentarme y las palabras cesan a mi alrededor. Mi madre va hasta mí volviéndome a acostar.

— ¿Qué dices?

— ¡¿Dónde está mi idiota?! —exclamo, alterada, asustada, y posiblemente un montón de cosas más, me siento a punto de estallar, paso mi vista por la habitación en que me encuentro—. ¡Demonios! ¡¿Dónde está Jey?!

— Cálmate hija —pide mi padre.

— ¡No quiero calmarme! ¡¿Qué le pasó?!

En ese momento entran unas enfermeras e inyectan algo al suero que está conectado a mis venas, mis ojos comienzan a pesar y mi cuerpo deja de tratar de moverse, poco a poco me sumo en un sueño profundo.


Flashback

Era día de lluvia y se me ocurrió sacar el paraguas del idiota de su mochila, cuando el timbre de la Primaria se hizo presente y los alumnos comenzaron a salir ambos caminamos hasta la salida.

Ambos nos miramos, expectantes, luego de un par de segundos veo como Jey busca su sombrilla, sin resultado. Yo abro mi mochila con una sonrisa burlona que desaparece al no encontrar la mía, nos volvemos a mirar, molestos.

— ¡Tonta!

— ¡Idiota!

Gritamos a la vez y salimos corriendo bajo la lluvia.

Días después los dos nos hallamos en el hospital, uno al lado del otro, con fiebre y tos. Nos fulminamos con la mirada y volteo molesta.

— Idiota, idiota, idiota —mascullo.

— Tonta, tonta, tonta —Le escucho decir.

Pasa el tiempo y la lluvia fuera no me ha dejado dormir, los truenos siguen rompiendo el cielo junto a los rayos, la luz de estos se cuela por la ventana.

< Estoy aburrida. > Pienso y suelto un largo suspiro.

Me volteo quedando frente a mi molesto vecino, le observo, está boca arriba mirando el techo como si fuese lo más interesante del mundo.

— Idiota —Le llamo.

— ¿Qué quieres tonta? —pregunta.

— ¿Puedo acostarme a tu lado? —pregunto sonriente.

— No comparto cama con tontas —expresa y mi sonrisa se borra.

— Idiota —murmuro dándole la espalda.

— Tonta —Me llama al cabo de unos segundos.

— ¿Qué quieres? —pregunto molesta.

— Ven —volteo y le veo, aparta un lado de su sábana mientras se corre para dejarme un espacio.

Sonrío feliz y de un salto bajo de mi camilla yendo hasta la de él, me subo y acuesto a su lado. Ambos nos ponemos a jugar con nuestras manos e inventar historias absurdas.

Después de todo, luego de una broma fallida, lo único que resta es divertirse con la mejor compañía.

Fin de Flasback


Mis ojos vuelven a abrirse y la maldita luz vuelve a pegarme en el rostro, me acostumbro a ella por unos segundos y me quedo analizando la estancia ahora vacía 

Hay algunas flores en un jarrón cerca de la ventana, es una sala amplia pintada de blanco y mi camilla está en el centro.

Afuera ha comenzado a llover y el recuerdo del idiota se hace presente.

< ¿Cómo rayos se nos pudo haber ocurrido la misma broma y al mismo tiempo? > Me pregunto y sonrío al repasar ese día en mis memorias.

La enfermera abre las puertas y se adentra, revisando el suero.

— ¿Cómo te sientes? —pregunta amable, es una chica de cabellos oscuros y ojos marrones.

— Bien —respondo simplemente, no quiero hablar con nadie, menos con la persona que me cedó.

— La hora de dormir para todos comenzará en un par de minutos, no debes salir de aquí —avisa y tras dar las buenas noches se va.

< Que no deba no significa que no pueda. > Me digo y con una sonrisa burlona hacia la mujer quito con cuidado las agujas que se introducían a mis venas.

— Son unos exagerados —mascullo y me pongo de pie con la horrible ropa del hospital, nunca me ha gustado.

Es una prenda de pantalón y camisa de color blanco con rayas azules. Salgo de mi habitación con extremo cuidado y las luces del pasillo se apagan, camino dos habitaciones después de la mía y aun veo luces bajo la puerta.

Abro esta y allí estaba, el único desobediente a parte de mí, que no respeta la hora de dormir, sostiene un libro entre sus manos y como yo antes tiene puesto un suero.

— Idiota —susurro, y estoy al punto de llorar, lo sé.

— Tonta, ¿qué haces aquí? —voy hasta él a paso apresurado y coloca sus manos en posición de defensa, lo manoteo y me aferro a su cuerpo, él no responde por unos segundos, hasta que me rodea con sus brazos.

— Hey, ¿qué ocurrió? —pregunta sobando mi espalda.

— No me querían decir nada de ti, ¿sabes cuán preocupada estaba? —digo con la voz rota—. ¡Pensé que te había pasado algo malo! —chillo.

(...)

Luego de varias incoherencias por mi parte terminé acostada a su lado en la camilla.

¿Estoy avergonzada? Completamente.

Jey sonríe y me detalla en su mente al igual que hago yo en la mía, mientras pienso seriamente en lo que está ocurriendo entre nosotros.

— Ani —habla y le presto atención—. ¿En qué piensas? —pregunta curioso.

— En que quiero que me beses —respondo sin tapujos y veo sus mejillas colorearse.

Y sí, es la verdad, lo único que deseo en este momento es que me bese, que nunca más se separe de mí, no quiero volver a perder a mi idiota, no una vez más.

Y tal vez ese fue mi mayor error, dejé que en nuestra guerra mi contrincante se convirtiera en mi mayor debilidad.

— Bésame, idiota.










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Es que me encanta dejarlos así😂😈



Gracias por leer y apoyar esta historia😘

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