Capítulo 6: Siempre Aquí

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Joseph

(Último año de secundaria) 

Llevo tres años viviendo en otra ciudad, lejos de mi tonta vecina. Mi madre consiguió no vender nuestra antigua casa, aún la tenemos, aunque ahora nadie vive allí. Mi madre amplió su empresa de zapatos y ahora vende por todo el mundo. 

La lucha libre me está yendo muy bien, demasiado bien, competencia tras competencia. Lucha y otra más. Entrenamiento sin descanso, estoy un poco cansado de tanto tiempo entrenando. Pero tengo que admitir que me encanta salir al ring a pelear. 

— Jey —Me llama mi único amigo en la ciudad, Anthony—. Este semestre tienes que decidir si volver a la ciudad o no. 

Es un chico más alto que yo, con el cabello y los ojos de un color tan oscuro como la noche. Trae una mascarilla, usa guantes de látex. 

— Ya está decidido, volveré —digo, quiero un poco de descanso, además, es que la lucha libre no es lo único que me apasiona, también está la literatura. 

— Yo también volveré —afirma él. Anthony no es muy expresivo, pero eso me gusta, ya que yo tampoco soy muy hablador que digamos. 

Eso es gracias a mi padre, no quiero tener personas tan cercanas a mí, principalmente porque no quiero hacerle tanto daño a los que quiero. Mi madre tiene suficiente con tener que mantener a mi padre, si, mi madre lo mantiene a él. Porque es un idiota, que no sabe mantenerse sólo. Se gasta todo el dinero en mujeres, alcohol y más mujeres. Mamá es demasiado buena. 

— ¡Jey! ¡Anthony! —Nos llama una de las chicas de apoyo de los clubs—. Esta noche tendremos una fiesta para ustedes los deportistas, espero que vayan. Es en mi casa —dice coqueta y moviendo las cadenas y el cabello rubio hacia atrás. 

Mi amigo sonrió devolviéndole su coqueteo. 

— Gracias... —No se su nombre así que tengo que callar. 

— Maya —dice ella recordándome su nombre. 

— Estaremos ahí —Le digo. 

Ella me sonríe haciendo que sus ojos se vuelvan pequeñitos y en sus ojos color verde se muestra un brillo. Ella se aleja dejándonos solos. 

— ¿Irás? —Le preguntó directamente. 

— Solo si tú iras. 

— Te pasaré a buscar. 

Terminamos la conversación y vamos los dos a entrenar. Él es el líder del equipo de fútbol americano. 

Sinceramente no sé cómo alguien que parece extremadamente delicado, simple e incluso débil o torpe juega un juego tan rudo y es excelente. Viéndolo jugar parece otra persona una más fuerte. 

(...) 

 La noche avanza pronto y me toca salir de la casa.

— Mamá —Ella me sonríe—. Saldré un rato. 

— Jey, cuídate bien, colócate un abrigo —asentí y subí a por un abrigo negro. 

— Listo mamá, volveré pronto. 

La dejé atrás y caminé por la calle que ya comenzaba el frío de la noche. Pensé en varias cosas, pero lo primero que vino a la mente fue esa tonta de cabello café y ojos del mismo color. El día en que me fui. 

— ¡Idiota! ¡¿Por qué te vas?! —Me grita ella molesta y con esos ojos llenos de lágrima, continúo molesto porque cada día es más cerca a ese chico nuevo, ahora a penas me habla. 

Estamos en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora