Capítulo 67: No hay que pensarlo

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Andrea

Despierto y Jey me apriciona contra su cuerpo. Estoy de frente a él y me inmoviliza con sus piernas sobre las mías, ¿cómo puedo dormir cómoda así? No tengo la más mínima idea.

Le observo dormir por un tiempo mientras también me abrazo a su pecho. Se ve en paz, pero bueno...luego de una noche agitada hasta yo caigo cansada.

Me acerco más a él y beso sus mejillas, frente y nariz, descendiendo hasta sus labios y de ahí a su cuello y hombros.

— Buenos días tonta —expresa abrazando mi cintura y liberando mis piernas para colocarse boca arriba conmigo sobre él.

— Buenos días idiota —Le digo depositando un suave beso en sus labios, y seguir con mi sesión de besos mientras él acaricia mi cadera y espalda desnuda, sé que le encanta despertar así.

Le oigo suspirar cuando muerdo y lamo su cuello y un apretón en mi cadera se siente demasiado bien

— Idiota ¿En serio? —pregunto divertida a su oído.

— No te quejes, tú empezaste —Me culpa y sonrío sobre su piel, beso nuevamente su mejilla y labios y sujeta mi nuca antes que me separe.

Nuestros labios se mueven sobre los del otro, pidiendo más cercanía de la que tienen. No es un beso necesitado ni voraz, simplemente nos conformamos con el tacto tierno del otro.

A veces me pregunto como hay momentos en donde podríamos matarnos y al siguiente acabamos de esta manera, en la cama del enemigo, sintiendo que la guerra no existe.

— Jey, te amo —digo sobre sus labios y por un momento se separa de mí y me mira impresionado, sabiendo perfectamente que mis palabras no son en vano.

— Yo también te amo —dice sobre mis labios y me hace voltear, quedando él sobre mí y besa mi rostro haciéndome cosquillas por lo que río.

Me gusta poder sentirlo de este modo, sentir que es mío, sentir que nunca se separará de mí otra vez, me gusta poder decirle lo que siento con libertad, sabiendo perfectamente que amo a un idiota, a mi idiota y de nadie más.

— ¿No quieres que te acompañe? —pregunta Jey de repente.

— ¿Mmm? —Le observo perpleja ante su pregunta—. ¿A dónde?

Sonríe y muerde su labio inferior.

— Oh tonta, te hago olvidar hasta de tu realidad, que divertido.

— Deja de decir burradas, ¿a dónde me acompañarías?

— Hoy es tres de julio Ani ¿A dónde deberías ir?

Hago un recuento en mi mente y casi me da un infarto.

— ¿Que hora es? —digo alarmada.

— Las 10.32am —dice tomando su teléfono.

Suelto una maldición y ríe mientras me ve entrar en pánico buscando mi ropa por toda la habitación.

— ¡Jey! ¡¿Dónde están mis bragas?! —chillo y se encoge de hombros mientras me observa divertido y con sumo interés—. Idiota pervertido, ya he perdido cinco.

— No es mi culpa que tus bragas desaparezcan Andrea —dice riendo.

— Deja de burlarte y ayúdame a buscarlas —Me quejo.

— Falta una hora para que estés allí —dice viendo su teléfono.

— Mierda —expreso colocando mi short sin mi ropa interior y le miro entrecerrando mis ojos—. Me debes cinco idiota, cinco —aclaro y me dirijo a su puerta—. Dentro de veinte minutos te quiero listo frente a mi casa.

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