Capítulo 58: Es mi novia

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Joseph

Después de estar sorprendentemente molesto con Andrea y salir corriendo lejos de ella me fui a uno de esos lugares a donde vas cuando quieres estar solo. Es un lugar solitario a dos cuadras del instituto, no hay muchas personas por ahí, hay muchos edificios abandonados por la zona, pero hay uno especial en donde puedes sentarte y mirar a la nada.

En realidad la nada es un bosque qué hay luego de la ciudad. Una vista no tan bonita, pero agradable para quien quiere pensar.

Después de eso, he evitado a toda costa verla, estoy demasiado molesto, por lo que siempre salgo corriendo cuando se que tiene la posibilidad de hablarme.

Cuando se me acerca Julia tampoco me impresiona. La verdad estoy en mi mundo sin ni siquiera escucharla.

— ¿Entonces aceptas salir esta noche? —Me preguntó ella y fue lo primero que después de estar casi diez minutos oí.

No respondí pero ella se acercó peligrosamente a mí.

Mi mirada se cruza con la de Andrea al final del pasillo que deja su mochila a un lado para salir corriendo y llegar a Julia, golpeándola y tumbándola al suelo. Ella no se detiene ahí, comienza a jalar su cabello y hacerla perder unos cuantos pedazos de cráneo seguramente.

— ¡Ayy! —grita ésta asustada, aún en el suelo.

— ¡Andrea basta! —La agarro por las caderas para levantarla y ponerla en el suelo mientras ella aún continúa agitando los pequeños pies en el aire—. ¡Ya es suficiente! —Le indiqué colocando mis manos sobre sus hombros y colocándome en medio de ambas.

— Tienes razón, ya es suficiente —asegura y camina por el pasillo hacia el otro lado.

— Andrea —La llamé pero me ignora completamente.

Ella toma su mochila del suelo y camina por mi lado e intento tomar una de sus manos pero me esquiva pasando por al lado de Julia que aún no se pone de pie.

— ¡Andrea! —insistí pero no me hace caso así que paso a tomar su mochila para hacerla girar hacia mí.

— ¿Qué quieres Joseph? —Odio que me llame por mi nombre completo.

Oh, entiendo este sentimiento que veo en sus ojos, es decepción, lo mismo que sentí yo cuando vi a aquel chico tan cerca de ella. Yo no estuve haciendo nada, pero bueno, Julia estaba demasiado cerca de mí.

— Fue un mal entendido —agito mis manos frente a ella—. No pasó, ni iba a pasar nada.

— Que coincidencia, yo iba a decir lo mismo, pero supongo que ya no vale —está molesta, muy molesta.

Se intenta girar pero me adelanto sujetando sus hombros y deteniéndola. Se que no la dejé explicarse ayer, pero es que sentí tantos celos, mi cuerpo los sintió con tantas fuerzas que sentí miedo, miedo de perderla. Algo que no puedo permitirme.

— No Andrea, lo siento, ¿vale? —Mi voz sale con un tono desesperado—. Debí dejarte explicarlo y...

— No tengo que explicarte nada, tú y yo no somos nada —Me interrumpe.

< ¿Quien te dijo a ti que no lo somos? >

Agarré sus caderas con ambas manos y la besé. Recibí unos cuantos golpes en mi pecho, que se detuvieron en el momento que mordí su labio inferior y apretando con fuerza su cuerpo contra el mío haciendo que ella gimiese. Momento que aprovecho para hacer que mi lengua gane territorio dentro de su boca. Unos segundos después ya está devolviendo el beso con tanta intensidad como el mío.

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