Capítulo 3: No llores

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Andrea

(Cuarto año de primaria)

Para mi desgracia los últimos tres años a mi lado se había hallado sentado aquel chico fastidioso, solo su nombre me hacía asquear, JOSEPH JONES.

— Joseph Jones —anunció la maestra y sentí una punzada en los sentidos—, se sentará junto a Andrea Milton.

Tapé mi rostro mientras aquel niño iba a sentarte a mi lado — No puedo creerlo —comentó él recostando su cabeza en la mesa luego de sentarse.

— Es el mismo sentimiento —respondí desganada.

Todo estuvo en silencio hasta que la maestra quiso que uno de sus alumnos saliera al frente, agaché la cabeza para disimular mi presencia cuando alguien tomó mi mano y la subió.

— Muy bien Andrea, pasa adelante —dijo la maestra y todas las vistas se dirigieron a mí.

Miré a mi compañero de mesa quien reía por lo bajo.

— Ya me las pagarás —murmuré mientras iba al pizarrón.

< Este niño odioso me las va a pagar. > Pienso mientras trato de resolver aquel ejercicio, volteo hacia él y se encoge de hombros con una sonrisa burlona, definitivamente me la pagaría.

(...)

Días después unos niños le habían hecho una travesura a la maestra escondiéndole una rana en su mesa, Jey había estado dormido desde antes y no se había dado cuenta. 

Cuando la maestra descubrió la broma exigió que el que lo hizo se delatara o sino todos terminarían castigados, fue como si un bombillito se prendiera sobre mi cabeza.

Una sonrisa perversa se asomó a mi rostro — Jey, Jey, Jey —piqué su hombro con la goma de mi lápiz pero no me respondió—. Idiota.

— Déjame en paz tonta —reclamó golpeando mi mano.

Me encogí de hombros.

— De acuerdo, solo quería avisarte que la profesora está eligiendo a unos niños para que no hagan la tarea porque necesitan alumnos para unas clases de deportes —dije y logré despertarlo.

— ¡Yo maestra! —gritó levantándose de su asiento como si un resorte lo hubiese impulsado, recibiendo la mirada de todos.

— Así que eres tú —La maestra le señaló y él asintió con la cabeza, por poco se me va una risotada ante lo que venía—. Bien, estás castigado —Él se notó confundido—, por tu pequeña bromita te tocará limpiar el salón luego de que todos se vayan.

— Pero yo... —trató de arreglarlo pero ella lo mandó a sentar, obedeció mientras me lanzaba una mirada frívola—. Esto no se va a quedar así —susurró y le sonreí engreída—. Estamos en guerra.

< Cómo si antes no lo hubiésemos estado. >

— Uuuhh, mira como tiemblo —fingí escalofríos y me centré en la clase.

(...)

Llegué a casa y me senté en el sofá, dejando mi mochila en el suelo. Fue un día agotador.

— ¿Estás cansada? —pregunta mi papá sentándose a mi lado y yo saco la lengua fingiendo mi muerte por lo cual ríe y me carga colocándome sobre sus piernas y palmeando mis hombros—. Oh no, mi hijita —finge llorar—, y yo que le había comprado un sándwich y yogrt.

— ¿Dónde? —pregunté inmediatamente levantándome de sus brazos y rió.

— Están en el refrigerador —avisó y corrí hasta allí para poder llenar panzas.

— Te vas a caer —avisa mi papá y su teléfono suena, lo toma y sonríe como tonto, seguro es mamá—. Hola cariño...si, estoy bien, ya Ani llegó.

< Si, es ella. > Pienso.

Mamá y papá tienen una relación muy linda, siempre se llaman por cosas simples, como saber si ya comieron o así. Cada vez que se llaman tienen una sonrisa boba y se comportan como niños chiquitos cuando están juntos.

Y aunque no quisieron decirme como se hacen los bebés yo lo voy a averiguar, y no me como el cuento de la cigüeña, los bebés pesan mucho como para que pueda cargarlos.

Cuando crezca quiero tener un amor bonito, como el de mis padres.

(...)

Ya era de noche y luego de comer estaba en mi habitación, papá me había prestado su teléfono a escondidas de mamá (porque ella dice que aún estoy muy pequeña para andar en un teléfono)  yo tenía unos audífonos mientras escuchaba Diamonds de Rihanna.

La tarareaba mientras miraba por mi ventana, es raro, del otro lado está justo frente a mí la habitación de mi vecino idiota, pero no lo veo, generalmente o está jodiendo o caminando de aquí para allá como un loco. 

Miro detenidamente hacia esta, noto algo extraño en la casa, no tiene el mismo ambiente.

Quito los auriculares e inmediatamente los sonidos de gritos y cosas rompiéndose llegan a mis oídos, abro los ojos con sorpresa ante esto, parecía que se estaba formando la tercera guerra mundial.

< Jey. >

Literalmente corrí hasta el patio trasero, donde lo único que separa mi patio del de su familia es una cerca. Una de la tablas está floja, por lo que la muevo y logro pasar al otro lado.

Jey está sentado bajo un árbol, se abraza a sus piernas y tiene su rostro entre sus brazos, sé que está llorando, no me gusta verlo llorar, se ve feo, prefiero que pelee conmigo, es más divertido.

Me acerco a él y me siento a su lado, los gritos de sus padres son cada vez más fuertes.

— ¡Vete tonta! —exclama entre sollozos sin mirarme.

Yo tomo mis audífonos y los coloco sobre su cabeza hasta que tapan sus oídos, levanta la cabeza por el contacto y le sonrío, coloco la canción que oía y subo el volumen al 100 bloqueando cualquier sonido que no fuese la canción que escuchaba.

Él sorbe por la nariz y ahueco su rostro con mis manos, luego me acerco y le doy un ligero golpe en su frente con la mía.

— ¡Hey! —protesta molesto mientras se frota el lugar adolorido y río, por un momento me mira serio pero también se une a mis risas.

— No llores —gesticulo con la boca porque sé que no es capaz de oírme con la música puesta, él seca sus lágrimas y sonríe hacia mí.

— No voy a llorar.





Nota autora:

Amo la relación de estos dos pequeños diablitos xd

Den estrella y compartan si les está gustando la historia, nos ayudaría mucho a crecer

Bss

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