Capítulo 22: Ya no más

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Joseph 

— Deja de alejarte de mí —exigí demandante con la mano sobre su cintura, quiero pegarla a mí, no quiero que vuelva a escapar—. Ya no más Andrea —El roce de nuestras narices es delicado, sus labios se abren esperando los míos y yo también quiero hacerlo. 

Abren la puerta interrumpiendo nuestro momento, ella no se gira hacia allá, pero yo si lo hago. 

Es un chico del equipo de baloncesto de Leroy, está observando el gimnasio completo, demasiado grande para que nos vea a la primera. 

Me giro rápidamente cubriendo a Andrea con mi cuerpo, no quiero que nadie la vea tan cerca de mí, sé que ella tampoco estaría feliz. 

— ¡Hey! —Me saluda... no recuerdo su nombre—. ¿Qué haces por aquí todavía?

— Estaba entrenando, pero ya me voy para la casa —Él asiente. 

— Avísame cuando termines, hoy me toca limpiar el gimnasio —dice él saliendo del lugar dejándonos solos otra vez. 

— Eso estuvo cerca —dije divertido girándome hacia ella, Ani me miraba con expresión distraída. 

— Vamos a casa —pide en apenas un susurro. 

— Vamos. 

Me puse de pie y extendí la mano hacia ella. 

— Prefiero hacerlo sola —dice y no me deja ayudarla. 

Tengo que admitir que estoy muy orgulloso de ella, o sea, no espere que resistiera tanto a los entrenamientos, pero aquí está. Impresionante. 

(...) 

 Llegando a casa ninguno de los dos habló por todo el camino, pero algo tengo que decir. Y recordando que mañana tenemos un examen de química vi la oportunidad perfecta.

— Necesito repasos de química está noche —Ani abrió la boca para protestar, pero continué—. Me iré a bañar y cambiar, te veo en tu habitación en dos horas. 

Ella rodó los ojos y ya yo estaba lejos para escuchar sus quejidos. 

Subí a la segunda planta para cambiarme de ropa y leer un poco de lo que me ha estado enseñando Ani. 

Mi madre está exagerando con lo de las notas, solo fueron un siete y un seis, es verdad que todas mis otras notas son perfectas, pero no sé me da bien. No puedo hacer nada. 

Aunque Andrea ha servido de mucha ayuda. He mejorado mis notas en la última semana. 

Me cambié dejando mi cuerpo libre de toxinas, usé un poco de perfume. 

< ¿Tú usando perfume? Ya te volviste loco. > 

< Solo por ella. > Me contesté a mí mismo. 

No lo admitiría jamás en voz alta, pero sé que lo que estoy sintiendo no es una simple atracción hacia la vecina de al lado, ni mucho menos algo simple. Ella y yo jamás hemos sido simples, así que nuestros sentimientos tampoco lo son. 

Me arreglé con una camiseta que deja al descubierto mis brazos y un short que también deja ver los músculos marcados de mis piernas. 

Observo por la ventana y ahí está ella, frente al espejo observándose. Anda con su cabello medianamente corto suelto, una blusa blanca escotada y un short azul oscuro. 

Ella se pone de pie para bajar, a lo que supongo que a cenar, veo como se le caen las llaves de las manos. Se echa hacia adelante para cogerlo. 

Oh, esa posición, esa forma en que se ve su cuerpo, solo imaginar coger sus caderas, el short corto que me deja una vista perfecta. 

Aparté la mirada incómodo, no puedo imaginarme cosas así con ella, después estaré imaginándola así en todo momento, como me sucede al ver sus labios, termino siempre perdido entre el deseo de besarlos y el recuerdo de haberlo hecho. 

Salí de mi habitación sin mirarla, no quiero imaginar cosas así sin su permiso. Es algo idiota, pero no puedo, me sentiría como un pervertido y acosador. No es muy agradable. 

 Bajé a cenar con mi madre en el salón, vimos una película juntos, aunque a penas me habla. Recuerdo perfectamente como me dijo claramente que está decepcionada de mí. Solo fueron dos malas notas, ¿y todas las buenas? ¿No valen?

Dejé el plato sobre el fregadero y fui directo a casa de Andrea, subí las escaleras y no toqué la puerta para entrar a su habitación. 

Ella se sobresaltó al verme. 

— Idiota, no entres a mi habitación así —exigió molesta, está claro que la ignoré. 

Hacía mucho tiempo que no venía a su habitación, por la puerta principal. 

— Tonta, aquí tienes —Le entregué una libreta donde había hecho todos los ejercicios que me había dejado y habían sido muchos, por su culpa no tuve fin de semana, estuve todo el tiempo estudiando. 

Ella comenzó a revisarlo sentada sobre la cama. Yo comencé a revisar su habitación con la mirada, observé todo y cada uno de sus afiches, dibujos y decoraciones del cuarto. Pero me detuve en el único cuaderno sobre el mostrador. La tomé y ella ni cuenta se dió.

Empecé a hojearla, nada llamó mi curiosidad hasta que me detuve en una hoja doblada dentro de su cuaderno. Dejé al lado todo, para solo tener ese trozo de papel. Me senté sobre la silla de su mostrador. 

— Devuelve eso —dice ella al darse cuenta de lo que tenía en la mano, eso solo provocó más curiosidad—. Jey, dámelo. 

La ignoré. Lo abrí y me detuve en seco. Ahí está. 

La nota musical que le regalé hace muchos años a Ani. La observé, aún puedo recordarme mientras la pintaba, aún recuerdo el porqué lo hice, aún se bien cuanto tiempo ha pasado de eso. 

— ¿La has conservado todo este tiempo? —Ella se sonroja. 

— Me la diste tú, yo no la iba a perder. 

Sonreí, sonreí como un idiota. Ella era la culpable, ¿cómo podía conservar algo que hice para ella, por tantos años? Aunque yo aún puedo recordar la canción que escuché por primera vez cuando mis padres discutían, puedo recordar su "no llores". 

— Tonta —Es lo primero que digo y ella se remueve incómoda—. Ven aquí —ordené, ella negó pero tomé su mano para obligarla a venir a donde estoy. Ella lo hizo sin reaccionar demasiado. 

La obligué a sentarse, de frente, sobre mi regazo, mis manos sobre sus caderas. 

— Me alegra haberte conocido, Andrea —Mi voz ronca, con necesidad de más de ella. 

Puedo notar como sus pupilas se dilatan. 

— Quiero besarte —afirmo en un susurro y ella solo me mira los labios, mojando los suyos—. ¿Quieres besarme? 

Se mueve y se aleja, por instinto. 

— Claro que no, idiota —Lo dice tan bajo, tan débil que se que miente claramente, incluso no se mueve, ni se aleja, ni se acerca. 

Ella espera mi movimiento. Y yo quiero saber lo que ella siente. 

— Mejor estudiemos —Le digo sin parar de mirar sus labios. Quiero que lo pidan. 

— Mejor —vuelve a hacerlo en el mismo tono, miente. 

 Se pone de pie y vuelve a su silla. ¿Cuándo vas a aceptar lo que sientes, Ani?





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Ja! Jey ya lo aceptó💓


Pero ella será un caso perdido😬

Hasta la próxima actualización💜

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