Joseph
Estoy dormido abrazado a Andrea cuando siento que se mueve a mi lado, no le hago mucho caso y continúo durmiendo, luego de un rato me doy cuenta de que lo estoy abrazando no es Ani.
< ¿Pero que rayos? >
Observo con desconfianza la almohada.
Giro hacia el vestidor y me doy cuenta que Ani se menea con mucha más ropa que hace unos segundos. Me quedo observándola, hasta que sale de la habitación, lo que me hace entrecerrar los ojos.
— Oh, esta chica no sabe lo que le espera —Me levanté tan rápido como pude y tomé unos pantalones oscuros y la camisa del mismo color.
< Tengo que salir rápido tras ella. >
Cuando bajo hasta el lobby me encuentro con una Andrea demasiado arreglada para andar por ahí sola y también con Melisa.
< ¿No tienen novios o que? >
Las seguí en un taxi hasta un bar, parezco acosador, pero es que mi mujer anda por ahí con un vestido muy escotado mostrándole al mundo lo que sólo yo puedo ver. Llámame loco, pero no quiero que ningún hombre se le acerque. Por lo de salir sola sin decirme ya hablaremos luego.
Me senté junto a la barra, lo suficiente lejos para no ser visible pero lo suficientemente cerca como para romper caras a quien se acerque a Ani. Después de unas cuantas cervezas me quedo mirándola fijamente.
— Hola guapo —Me habla una chica de cabello negro y ojos azules cielo.
< ¿Dónde quedo eso de que los hombres fueran los primeros en hablar? >
— ¿Te puedo invitar a beber una copa?
— Ya estoy bebiendo —digo haciendo un leve movimiento a mi vaso de whisky.
— Pero podría invitarte al próximo —dijo ella moviendo sus pestañas más de lo necesario y tuve que contenerme para no poner los ojos en blanco.
Nunca me ha gustado el hecho de las mujeres se rebajen de esta manera, haciéndolas ver como objetos y superficiales. Lo siento pero eso no es lo mío.
— No, adiós —Me puse de pie y caminé hacia el centro de la música y la pista de baile en donde ya podía ver a lo lejos a Ani moviendo las caderas y me tuve que contener para no ir hacia dónde está y tomarla entre mis brazos.
Un chico se coloca detrás de ella y antes de que su agarre llegue a su cintura ella niega y retira su mano.
< Esa es mi chica. >
Unos segundos más tarde estoy a su lado. Colocando una mano en su cadera y mi boca cerca de su oreja, haciendo que su cuerpo se estremezca.
— ¿Desde cuándo te di permiso para mover esas caderas a otro que no fuese a mí? —Mi voz intentó salir con un tono divertido y burlón, pero aún así se escuchó severo.
Nos movemos al ritmo de la música y su trasero rozando contra mi entrepierna rápidamente aumenta un gran bulto contra su vestido.
— Jey yo... —intentó decir ella.
— Shh —ordené que se callara, beso su cuello y muerdo ligeramente, haciendo que un jadeo se escape de sus labios—. Dime, Andrea ¿Por qué demonios te gusta provocarme?
Ella jadeó cuando volví a apretarla contra mi cuerpo haciendo que el ritmo de la música fuese incluso más lento para palpar cada centímetro de su trasero sobre mí.
— ¿Volveremos ahora mismo a la habitación o pretendes que comience a desvestirte aquí mismo? —Ella negó con la cabeza—. Eso suponía.
Sin dejarla moverse demasiado caminamos hacia la zona VIP, pagué los pases y subimos a una barra un poco reservada, pero que en la parte trasera tiene unos lugares más ocultos para los visitantes.
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Estamos en Guerra
Teen FictionDicen que los polos opuestos atraen y lo iguales se repelen, es pura física, pero la física se fue a la mierda en la vida de Andrea Milton cuando entró en ella su molesto vecino, su enemigo perfecto, su único idiota: Joseph Jones El campeón de lucha...