Andrea
Cuando oí que había gritado mi nombre luego de abrir su soda supe que no tardaría mucho en encontrarme, tampoco esperé que en serio subiese a la casa del árbol cuando no le gustan las alturas, mucho menos que leyese mi historia.
— No tiene nada que ver con nosotros —Le digo cuando lo relaciona con nuestra relación, es cierto que él en un primer instante fue la inspiración, lo cual nunca admitiré, pero la historia es muy contraria a nuestra relación de odio.
— Claro, claro —dice sarcástico y pego una palmada en su nuca.
— ¡Qué no! —exclamo—. Tú y yo nunca nos hemos besado —hago una mueca desaprobatoria, ni siquiera puedo imaginarlo.
— Pero ya te gustaría —vuelvo a pegarle.
— No me gustaría, para nada —niego—. Además, tú tampoco quieres —aseguro.
— Yo nunca dije eso —Ok, eso me dejó descolocada por completo.
— Ya actualicé —cambio de tema y me alejo de él.
< Jey, has dicho muchas cosas idiotas pero esto se llevó la tapa del pomo. > Pienso mientras proceso la indirecta muy directa que acaba de enviarme.
De repente coloca un mechón de mi cabello tras mi oreja y le miro sorprendida, su mano desciende a mi mentón mientras se acerca a mí, acortando nuestras distancias con rapidez, contengo la respiración al tenerlo tan cerca.
— ¿Y si quiero hacerlo? —estoy segura que mi rostro es un poema mientras se acerca aún más, noto sus ojos azules verdosos inspeccionar mis fracciones, esperando alguna reacción, sus mejillas comienzan a tornarse de un color carmesí.
Sus ojos van a mis labios y ahora estoy segura que mis mejillas deben estar peor que las de él.
— Pero la verdad es que no quiero —termina diciendo y se aleja de mí, suelto todo el aire que había retenido cuando vuelvo a mi zona salva.
— Volveré al cuarto, voy a leer —dice luego de unos segundos y sólo soy capaz de asentir con la cabeza antes de que se marchase.
< Maldito idiota. >
Maldigo en mi mente por esa jugarreta, admito que casi caigo, pero de que esta te la devuelvo Jey, juro que te la devuelvo.
< La que te espera. >
(...)
En la mañana me siento en el borde de mi cama y froto mis ojos con pereza, luego de haber pasado toda la noche jugando Free Fire junto a Blanca tengo la certeza que es demasiado temprano como para estar de pie.
Bajo las escaleras de la litera y cuando estoy a punto de abrir la puerta del baño alguien se me adelanta, se me quita todo el sueño y halo su camiseta haciendo que de tres pasos atrás y pongo mi brazo delante para pasar primero.
Estoy al punto de cerrar la puerta pero mete el pie en el medio impidiéndolo y pasando dentro, me carga como si fuera un saco de papas y pataleo sobre su hombro.
— ¡Idiota! ¡Bájame! —chillo indignada.
— ¡Cállate! —Su mano impacta mi trasero con fuerza y jadeo sorprendida y adolorida, me deja caer en el colchón con poca sutileza—. Ya ayer fuiste primero —acusa señalándome.
Yo froto mi trasero dolorida y con la otra mano le hago una seña para que vaya primero, él sonríe victorioso y entra al baño.
¿Por qué demonios debe tener tanta fuerza?
(...)
Hemos vuelto a casa y ha pasado un mes de nuestras queridas vacaciones. Hoy fui junto a Miguel a tomar un helado y hemos vuelto a pleno medio día, hace mucho calor, de verdad.
Me asomo a la ventana mientras bebo una limonada fría con pajita y veo a mi odioso vecino haciendo ejercicio en su patio.
Hace flexiones en una barra instalada en el lugar, bajo el ardiente sol de 1.30pm, algo que me lo asegura: está loco.
Viste una ropa deportiva negra con franjas naranja, en un punto al parecer no puede aguantar el calor y baja de la barra, quitándose la camiseta y dejándole ver su abdomen marcado y brazos bien formados.
Me sorprendo de su buen físico, debo admitirlo, no está nada mal de admirar, claro, ni loca lo admitiré en voz alta. Está al punto de volver a su ejercicio cuando voltea la vista a mi ventana y me ve.
Una media sonrisa se instala en su rostro y se acerca a la cerca blanca que separa nuestras casas.
— ¿Disfrutas la vista? —pregunta divertido.
Yo agito mi limonada en círculos fingiendo que es vino y haciendo que los cubitos de hielo choquen con el cristal mientras finjo meditarlo.
— Mmm, sí, y mucho —respondo y veo su rostro sorprendido.
Seamos sinceros, él sabe que está bueno, yo lo sé, no es un encuinqule debilucho, no vale la pena que lo niegue.
— ¿En serio? —pregunta extrañado.
Asiento con la cabeza.
— Por supuesto, para algo tenías que servir.
Él frunce su ceño y me da la espalda alejándose de ahí, levanto mi vaso como si brindara para luego darle un sorbo a mi limonada y que una sonrisa perversa se asomara a mi rostro.
(...)
Llegó la noche y mis padres invitaron a Maité y Paulo a una barbacoa en mi casa. Este sería el momento de mi venganza, devolverle la jugarreta que me hizo semanas atrás.
Mi plan es acercarme lo suficiente, como él lo hizo, y luego dejarlo encerrado.
Nada podía fallar, ¿verdad?
Comienza la noche y estoy esperando mi momento, los padres de ambos están en el patio y entrada la noche veo entrar a la casa a mi víctima. Se dirige al baño y yo me escondo en un pequeño cuartito donde papá guarda algunas de sus herramientas.
Jey sale del baño y tomo su brazo, halándolo con fuerza hasta que ambos estamos dentro de aquel cuarto.
— Tonta, ¿pero que...?
— Shhh —Lo mando a callar colocando mi dedo índice sobre sus labios y acortando la distancia, sus ojos se abren con sorpresa—. He esperado este momento desde la casa del árbol —Me sigo acercando a su rostro y le veo apretar sus ojos con fuerza para luego separarme de él.
Frunzo mi ceño, no era la reacción que esperaba.
— Detén tu broma ahora, sea la que sea.
< ¡Mierda! >
— ¿Qué broma? —trato de recuperar mi credibilidad y me acerco, siendo alejada de nuevo.
— Detente de una vez —exige, enfadado, y su vista se desliza desde mis ojos a mis labios y nuevamente a mis ojos—. O no me haré responsable de lo que suceda.
Nota de autora:
4/4
Los dejo con la duda hasta mañana xd
¿Que piensan que pasará?
Les gustó el capítulo
Denle estrellita y voten si es así, nos hace muy felices el apoyop que tiene esta historia, nos leemos pronto
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Estamos en Guerra
Teen FictionDicen que los polos opuestos atraen y lo iguales se repelen, es pura física, pero la física se fue a la mierda en la vida de Andrea Milton cuando entró en ella su molesto vecino, su enemigo perfecto, su único idiota: Joseph Jones El campeón de lucha...