Capítulo 55: Confesiones

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Andrea

— ¡Espera Miguel! —grito saliendo del cuarto mientras este baja las escaleras hecho una furia.

< Mierda, ¿no puedo tener dos minutos de tranquilidad o qué? >

— Miguel por favor —tiro de su brazo antes de que logre abrir la puerta y en un movimiento brusco hace que lo suelte.

Voltea hacia mí enojado.

— ¡¿Que quieres Andrea?!

Ahora yo me altero, ¿qué demonios le pasa?.

— ¡Me bajas ese tono! —grito también—. No debiste ver eso, pero no tengo por que aguantar que me trates así.

— ¡¿Y que quieres que haga?! —pregunta alterado—. ¿Que me siente mientras estoy conciente de que ese bastardo te toca? No me hagas reír Andrea.

Lo entiendo, en parte sí, siempre ha visto la guerra que Jey y yo hemos mantenido por años, pero esto ya es demasiado.

Pasa sus manos por su rostro, frustrado.

— Es que él... —señala el piso de arriba—. ¡Demonios! —grita—. Te molesta, te hace bromas, viven peleando y...

— Y me gusta —Le interrumpo—. Me gusta Miguel, a pesar de todo eso, me gusta, porque eso es lo que lo hace divertido.

Y por primera vez lo admito en voz alta, confieso esas palabras que no me había atrevido a decir.

— No puede ser él —expresa.

— Deberías estarme apoyando con esto, no deberías comportarte así, puedes estar enojado pero no tienes que...

— ¡No puedo apoyar que otro chico toque a la mujer que me gusta! —exclama y siento el tiempo detenerse, sólo me observa esperando una reacción de mi parte ante su confesión.

< Le gusto a Miguel. > Sus palabras cruzan cada parte de mi ser y un dolor se instala en mi pecho, esto no debería haber ocurrido.

— ¿Ya entiendes por que no puedo apoyarte? 

— Miguel, lo siento mucho —Es lo único que puedo decir—. No sé en que momento te pude dar señales que no eran, pero...

— No fuiste tú —aclara y pasa sus manos por su rostro—. Todo pasó cuando él llegó, cuando entró en tu vida y sólo comenzaste a prestarle atención a esa maldita guerra. ¿Yo tengo que hacer eso para gustarte? ¿Debo hacerte bromas que te disgusten? ¿Tengo que convertirme en tu enemigo? ¿Hacerte enojar? ¿Pelear? ¡¿Dime que tengo que hacer Andrea?!

Se voltea y golpea la pared con fuerza, cierro los ojos ante el sonido que produce. ¿Cómo no pude darme cuenta antes de los sentimientos de Miguel? Si lo hubiese hecho le hubiese frenado a tiempo, lo hubiese detenido, porque se terminaría lastimando, yo no quiero ser el motivo por el que llore, jamás.

— No, no tienes que hacerlo, esa es mi dinámica con él, tú siempre fuiste mi amigo, incluso mi hermano mayor, pero nunca te vi como nada más que eso, no puedo corresponderte, y aunque sea egoísta, tampoco quiero perderte —Lo sé, es egoísta, no tengo ese derecho, pero siempre hemos estado juntos, en las buenas y malas, este no puede ser el fin.

— Sólo, déjame en paz —dice y abre la puerta saliendo de la casa.

Yo me quedo analizando todo lo que ha pasado en menos de diez minutos, siento mi cabeza doler y mi pecho oprimirse, pero ni siquiera yo misma puedo saber si algún día hubiese desarrollado sentimientos por él, siempre fue mi mejor consejero, pero sé que tal vez si no se hubiese enterado de esta manera las cosas ahora serían diferentes...o tal vez nada hubiese cambiado.

Entro a mi habitación y no hay nadie, veo una nota sobre mi escritorio y la tomo.

"Sé que en estos momento no quieres ver a nadie, menos a mí, mañana nos vemos tonta, sólo descansa".

Suspiro con pesadez y una sonrisa ligera sale de mis labios.

— Tienes razón idiota, en estos momentos no quiero ver a nadie, pero tú siempre serás una excepción —pienso en voz alta.

— Pues entonces me alegra que se me haya quedado el móvil —oigo su voz y volteo, está parado en la puerta de mi habitación y lleva puesta otra ropa, supongo que debió haberse mojado.

— Idiota —siento mis ojos escocer.

Él avanza hasta mí y me envuelve en sus brazos, me aferro a su torso y lloro, soba mi espalda y besa mi coronilla.

— Lo siento mucho Ani, quería que lo supieses, pero no me gusta verte llorar.

— Lo sabías —balbuceo.

— Si, lo supe desde hace mucho, pero no fue tu culpa el no haberlo visto, simplemente él nunca te dio señales, te veía desde lo lejos, pero supongo que no era suficiente.

— ¡Jey!, ¡nunca va a volver a hablarme! —chillo dolida—. No va a querer saber de mí.

— Dale tiempo, dime ¿quién podría vivir sin una tonta como tú en su vida?

Sin poder evitarlo sonrío.

— Ven aquí —sujeta mis muslos y me carga, me aferro a su cintura con mis piernas y me abrazo a su cuello.

Nos deja caer sobre la cama a ambos y nos colocamos sobre nuestros costados, reparte pequeños besos por mi rostro y mis hombros.

— Jey —Le nombro

— ¿Mjm? —dice dejando un beso en mi cuello mientras con su mano acaricia mi cadera.

— Me gustas idiota —Le digo y sus caricias se detienen, unos segundos después besa mis labios, con suavidad, su mano acaricia mi mejilla y por un momento he olvidado el problema que tenía.

— Tú también me gustas mucho, tonta —murmura sobre mis labios y me atrae a su pecho, me abrazo a él y cierro los ojos, me encanta el calor que emite su cuerpo, es muy reconfortante.

— ¿Cómo llegamos a esto Jey? —murmuro.

Desde habernos tirado barro hasta besarnos, desde bromas a la cama, desde un te odio a un me gustas ¿cómo las cosas pueden cambiar tanto y de una forma tan radical?

— No lo sé —dice acariciando mi cabello—. Sólo sé que no quiero volver a separarme de ti, ya he extrañado lo suficiente a mi tonta —besa mi frente—. No te preocupes, Miguel superará esto.

— Eso espero.

— Por cierto, sabes que me vengaré por lo de las nueces ¿cierto? —dice burlesco y río.

— No esperaría menos de ti idiota.







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Me da penita Miguel😔


Amo como Jey cuida y alienta a Ani❤❤

¿Teorías?

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