Andrea
El idiota por poco me mata, odio ser alérgica al maní.
— ¿Nunca vamos a dejar de ser así verdad? —pregunto mirándolo con cara de pocos amigos y él descaradamente niega con la cabeza.
— Demasiado testarudos y orgullosos —comenta y rodamos los ojos a la vez.
Y aunque quiera evitarlo una de mis comisuras se eleva.
< Ya verás, maldito idiota. >
— Pues bienvenido a mi reino, Jey, prepárate —expreso poniéndome de pie.
Cuando voy a pasar por su lado me detengo y le observo.
— Por cierto, la ley del hielo continúa, yo no hablo con idiotas —Sin decir más abro la puerta y me marcho mientras pienso en la jugarrera que le haré.
< Ya verás Jey, ya verás. >
(...)
El sonido desquiciante de mi alarma avisa que debo mover mi trasero de mi hermosa, suave y cómoda cama. Voy al baño de mi habitación y me aseo para luego colocarme una pecadora de mezclilla la cual ya me queda demasiado ajustada.
< Demonios, ya tengo que pedirle a papá que me compre una nueva. >
Coloco mi camisa blanca sobre mi cuerpo y aún con los ojos cerrados me ato mi largo cabello castaño en una coleta.
¿Por qué debe existir la escuela? ¿Es demasiado pedir que nos dejen dormir hasta tarde? Los estudiantes también debemos descansar.
La ventaja de saber cada punto y espacio de mi casa es que puedo andar con los ojos cerrados sin caerme. Bajo la escalera a la primera planta y voy hasta el refrigerador, lo abro y saco una botella con agua para poder mojar mi garganta.
— Buenos días cariño —oigo la voz de mi mamá.
— Buenos días tonta —literalmente me atraganto con el agua y comienzo a toser, mi madre da unos golpecitos en mi espalda y cuando salgo de la zona de peligro volteo hacia el irritante chico que está sentado a la mesa.
Hoy viste una camisa blanca que se acopla a su pecho y el cabello revuelto, o por lo menos eso es lo único que puedo observar desde mi punto de vista hacia la mesa. Me mira con diversión y yo realmente quiero borrarle esa sonrisa de la cara.
< Tranquila, ya llegará tu momento. > Me digo a mí misma y volteo a ver a mamá.
— ¿Desde cuando le das de desayunar a idiotas? —pregunto molesta.
— Te doy de desayunar a ti que es casi lo mismo.
— ¡Mamá! —chillo ofendida mientras el idiota ríe—. ¿De que lado se supone que estás?
— Era broma cielo —besa mi frente y señala acusadora a Jey—. Si sigues riendo te quedarás sin tocino y tostadas —amenaza con el desayuno favorito del rubio y este pone cara de pánico.
Le doy una mirada de "Ja-ja-ja" y él frunce el ceño.
— Además, ¿qué hace aquí? —pregunto a mi madre, desencajada de toda esta situación.
— Maité me pidió que no dejara morir de hambre a la pobre alma en pena de su hijo que no sabe freír un huevo.
Río a carcajadas ante las palabras de la madre de Jey, este sólo bufa molesto, por lo que debe ser cierto si no lo discutió.
— Desde ahora vendré a desayunar Ani, así que tendrás que acostumbrarte a ver mi hermoso rostro en las mañanas.
— Mira que el autoestima no le falta, pobre —murmuro lo suficientemente alto para que me oiga mientras avanzo hacia la mesa.
Me siento y golpea mi pierna con su pie, le miro y me saca la lengua.
< Dios, nunca madurará. >
Niego ligeramente con la cabeza, mamá nos sirve el desayuno y comienzo a comer junto a él quien solo se concentra en el desayuno. Tocan la puerta y mi madre va a abrir.
Segundos después veo entrar a la cocina a mi querido pelirrojo, quien mira a Jey como si fuese un bicho raro, lo cual es pero no soy quien para juzgar.
— Buenos días Ani —saluda y llega hasta mí besando mi mejilla, le sonrío y se sienta a mi lado.
Jey nos observa con el ceño fruncido, cosa natural en él.
— Apresúrate o llegaremos tarde —Me advierte Miguel y acelero mi manera de comer.
— ¡Ani! ¡Dale de las galletas rellenas! —exclama mamá desde algún punto de nuestra casa.
— ¡Pero son mías! —grito.
— ¡Andrea! —Me regaña.
— Vale, ya voy —mascullo y doy mi último bocado poniéndome de pie, sonrío cuando tomo la caja de galletas y la pongo en la mesa.
— Toma una Jey, sólo una —advierto y bufa.
Toma la de la esquina y la de al lado, me las muestras divertido y ruedo los ojos.
Miguel toma tres y yo tomo cuatro, Jey come una y sujeto a mi amigo del brazo obligándolo a levantarse del asiento y arrastrándolo hasta la puerta de salida.
— ¡Hey! —protesta.
— Muévete que llegamos tarde —digo cerrando la puerta y me quedo tras de esta con el oído pegado a la madera.
— ¿Qué haces? —cuestiona extrañado el pelirrojo y cuando un balbuceo molesto se oye una sonrisa perversa se asoma a mi rostro y vuelvo a tirar de Miguel.
Él se sube a su bicicleta y yo atrás justo cuando sale Jey con la boca llena de pegamento y exclamando cosas que me alegro de no poder entender mientras yo río a carcajadas alejándome de ahí con mi amigo.
— ¿Qué rayos le hiciste? —pregunta divertido Miguel.
— Ayer puse en las galletas de las esquinas pegamento como relleno, pensé dárselas hoy pero hubo un adelanto de planes —Le cuento.
— ¿Y si la hubiese cogido yo?
— Imposible —Me niego—. Siempre tomas las del medio mientras él siempre va a por las esquinas, hay manías que nunca cambian.
— Me sorprende lo obsevadora y malvada que eres —comenta y me carcajeo.
— Él ayer me dio maní, se lo merecía.
— Pues entonces me alegra no ser tu enemigo Ani, me alegra mucho.
Una de mis comisuras se eleva y sacó mi móvil enviándole un mensaje a Jey a quien ya lo habían agregado al grupo de Whatsapp de nuestra clase.
[Contacto: Idiota]
Bienvenido a mi reino idiota, feliz primer día en el infierno.
7.43am√√
Nota de la autora:
Me gusta la dinámica de estos dos😅 es que amo sus bromas xd
En nuestras cuentas de instagram dejamos la presentación de los personajes principales y algunos memes para su disfrute 😎
Pueden encontrarnos como:
Teenager1072
_conociendote
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Estamos en Guerra
Teen FictionDicen que los polos opuestos atraen y lo iguales se repelen, es pura física, pero la física se fue a la mierda en la vida de Andrea Milton cuando entró en ella su molesto vecino, su enemigo perfecto, su único idiota: Joseph Jones El campeón de lucha...