Capítulo 13: Ancestral

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No logré los votos, eso me dio un poco de bajón pero.. aquí sigo.  Porfa, diez votos para continuar.

Prem observaba Bangkok a los pies del ominoso edificio de cristal.

-Desde que llegué a la ciudad, y conocí que existía este restaurante, deseé venir.  Pero no lo consideraba adecuado para Nang.  Tienen una escalera a la azotea.

-Realmente eres protector... yo no voy a escaparme a la azotea.

Boun se perdió en los labios de Prem modulando cada palabra.  Su sonrisa hacía que sus ojos se achicaran y sus mejillas se sonrosaran.  Deseó pellizcar esos cachetes.

Había decidido que si ese era su omega no iba a llevarlo a la cama en la primera cita, pero empezaba a pensar que eso le iba a resultar muy difícil. Años de abstinencia y de repente encontrar al hombre de tu vida era demasiado para alguien como el.

Su cabeza voló durante unos segundos a los años del internado, a todo lo que había aprendido a hacer y que iba a hacer que Prem se derritiera.

Además, Prem se había reservado para su alfa.

"Mío" rebotó en su mente.  Tan fuerte que la sensación chocó contra el cerebro de Prem, cuya mano tembló.

-Tuyo -dijo en voz baja- y tú mío.

Ambos carraspearon y miraron la carta del restaurante.  Hicieron el pedido y amenizaron la espera hablando mutuamente de su vida, conociéndose.

El brutal sentimiento de enlazamiento no les había permitido ni eso antes de saber que estarían juntos.

Boun disfrutó de la charla.  El evito hablar mucho de su faceta de padre y Prem intentó no hablar demasiado de los problemas de ser un joven empresario omega.

Antes de darse cuenta, Boun estaba poniendo la tarjeta de crédito para pagar la cena en la bandeja de plata que había dejado discretamente el camarero minutos antes.

-Voy al baño -dijo Prem.

Boun notaba su nerviosismo, pero no podía hacer nada al respecto.  Él estaba igual.  Pero era el alfa.  Debía calmar a Prem. 

Y saber si convenía acabar la noche en privado.

Su decisión del principio de la noche se había diluido durante los minutos que duró la cena.  No podían parar de mirarse, de coquetear, de tocarse las manos.

Prem volvió del baño.  Boun se levantó y le colocó la chaqueta.

-Vaya... que detalle.

Olía a omega excitado, y eso provocó en Boun una sensación de posesividad y deseo que casi le tira al suelo.

Guardaron silencio mientras el ascensor bajaba.

Ambos sabían que se acercaba el momento de tomar la decisión.  La decisión con mayúsculas.  Lo que definiría y cambiaría su relación para siempre.  Más allá de las palabras o una ceremonia, la primera vez que un alfa y un omega predestinados mantenían relaciones sexuales cerraba un contrato no verbal, carnal y espiritual, antiguo como el mundo.

El ascensor se abrió.  Caminaron despacio hacia el coche.

-¿Quieres que... te deje en tu casa?

Prem le miró.  No respondió y Boun comprendió que le estaba depositando toda la responsabilidad de la decisión final a él.  De un modo primitivo, eso le excitó increíblemente y comprendió que esa noche no iba a acabar en la salida del restaurante.

-¿O quieres pasar la noche... conmigo?

Prem había ido al baño con urgencia porque tenía los genitales palpitantes y su trasero estaba húmedo y también latía como expectante, como deseando que de una vez se rompiera la castidad.

-Contigo.

-Sabes lo que eso significa.

Prem asintió.  Boun le sujeto la barbilla y le besó.

-Significará que nos pertenecemos.

-Sí.

-Tiene que ser en mi casa.  Eres mi omega.  No puedo llevarte a un hotel...

-Te diría de ir a la mía pero...

-...la primera vez debe ser en casa del alfa.

Ambos sonrieron al decirlo a la vez.  Sonaba arcaico, como anticuado en pleno siglo XXI, pero el hecho de que los dos estuvieran dispuestos a jugar ese juego les divertía y les hacía calentar la sangre más aún.

-Un amigo mío está haciendo de canguro.  Me encargaré de que Nang no se entere de nada. 

-Bien...

-No vamos a poder hacer mucho ruido.

-Lo que digas...

-Prem, no va a ser tan fácil no hacer ruido -Boun sonrió.

-Ya cállate.  Llevo más de veinte años esperando a mi alfa.  Llevo muchos años de pensar cómo sería.  Y ahora mismo por mí mente solo puede pasar la idea de que me folles, aunque sea en la maldita azotea del restaurante.

-Los deseos de mi omega son ordenes para mi.  Vamos a casa.

El chico de la tienda de dulces||Completa|| ||BounPrem||Omegaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora