Capítulo 15: El momento

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Diez votos, por favor

Prem no se atrevía a abrir los ojos.  Lo que le había ocurrido era tan extremadamente vergonzoso que tenía suerte si Boun no solo le rechazaba, sino que corría la voz de que Prem había eso eso.

-¡Todo bien! Vete, por favor. No estoy solo. -respondió Boun a la voz tras la puerta.

Prem se atrevió a mirar.  Tenía la cara llena de semen, y le resbalaba por los labios al hablar.  En ese momento, los nervios, la situación, le sobrepasó y se le escapó una risa nerviosa.

Boun se incorporó.  Iba a decir algo pero la sonrisa reprimida de Prem le desarmó.

Prem se sorprendió al notar los labios de Boun sellando los suyos.  Y notó ese sabor, ese sabor que era...

-Creo que nos vamos a compenetrar muy bien.  -dijo después de besarle - voy a lavarme la cara y vuelvo.  No te preocupes.  Es normal por la inexperiencia y... me ha encantado ese entusiasmo.

Prem se metió en la cama. Ahora estaba nervioso, ¿y si no lograba una erección por haberse corrido ya? 

Ese miedo se desvaneció a los tres minutos.  La figura de Boun se perfiló en la puerta del baño, desnudo y con una erección considerable.

Prem se lamió los labios.  Algo en su instinto le conminaba a lamer esa columna entre las piernas de Boun.

-Tranquilo... relájate... ya tendremos tiempo para experimentar de todo -Boun se metió en la cama junto a él -pero dado mi estado de excitacion y el tuyo y que mi hijo está en casa hoy... simplemente sellemos lo nuestro.

Prem asintió, tomando el simplemente como un trámite. 

No fue así en absoluto.

Mucho rato después miraba el techo, tratando de respirar y dudando de si todo eso había pasado.

Boun le penetro primero con los dedos, usando uno untado en un gel fresco y luego abriéndolo lentamente.  Los dedos de una mano jugaban en su entrada trasera y los de la otra estimulaban su delantera, para que olvidase el leve dolor de la resistencia de su virginidad.  Notó algo de escozor cuando aplicó la crema anticonceptiva pero sabía que eso era normal en virgenes, ya que la primera penetración acarreaba siempre alguna pequeña herida, por gentil que fuese el alfa.

Y Boun lo fue y mucho.  No entró en él hasta que estuvo plenamente preparado, ebrio de placer y con la cabeza dando vueltas de gusto.  Solo entonces entro, primero despacio, abriendo con lentitud.  Unos centímetros, la mitad.  Prem gimió mitad de dolor y placer y le animó a que terminara con la losa de su virginidad.

Boun le hizo caso, y con una delicadeza mezclada con pasión que el dolor pronto se rompió en mil pedazos de placer.  Su cuerpo de omega estaba listo para eso, creado para recibir el miembro de su alfa con sus órganos internos.

Los empujones no eran rudos y a veces dolorosos como decían sus amigos que se habían acostado con algún alfa.  Decían que el alfa solo se preocupaba su propio placer.

Claro que ellos no estaban con su alfa predestinado.

Claro que esos alfas no eran Boun.

Cuando Prem se corrió por segunda vez Boun le giró y le besó con pasión, frotándose contra el hasta que se corrió.

Prem creía que todo había terminado.

Boun estaba lamiendo su cuello.

-¿Puedo.... Marcarte?

Prem le miró con ojos vidriosos anegados de placer.

-Si.  Te he estado esperando toda mi vida.

El chico de la tienda de dulces||Completa|| ||BounPrem||Omegaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora