Capítulo 6: A domicilio

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Boun no debería malcriar a Nang permitiéndole comer dulces todos los días, pero a veces un alfa es incapaz de controlar sus impulsos.  Y ese alfa en particular llevaba demasiado tiempo conteniendo su naturaleza.

-¿Quieres parar en la tienda de dulces y le enseñas el dibujo al chico que trabaja ahí?

-¡Sí!

-Pero hoy no habrá bollos.  Tomarás un zumo de esos que ofrece.

Nang iba a protestar, pero al menos iban a ir a la tienda y al final podría seguramente sacar algo más.

Además, Prem había causado en él una honda impresión.  Como el presentimiento de que has conocido a alguien que va a cambiar tu vida.

Además, su padre estaba como más relajado y cada cierto tiempo notaba ese aroma saliendo de él e incluso el niño notaba el bienestar que provocaban las hormonas actuando.

Boun estacionó el coche frente a la tienda.  Nang tomó su dibujo.

Entonces el alfa se detuvo un momento.  ¿Intimidaría al chico con su repentina vuelta y llevando a su hijo con un dibujo que le hacía fantasear con una familia?

Luchó porque la razón ganase, pero finalmente el alfa interior ganó la batalla.

Sin embargo, cuando entró se encontró con que no estaba Prem.

Un chico un poco más joven y que parecía bastante abrumado se movía por la tienda.

-Disculpa... ¿no está el dependiente de ayer?

-Ojalá.  Es mi hermano y el dueño de todo ésto y hoy me llamo a última hora diciendo que estaba enfermo y me hiciese cargo.  Que no puede permitirse cerrar un día, dijo.  Pues yo no le noté muy enfermo.

Nang aprovechó la ocasión para acercarse a los globos de helio.  Volvió con uno con la forma de uno de sus dibujos animados favoritos.

Su padre ya se estaba despidiendo y como suponía, pago el globo sin preguntar.

Pero ahora estaba raro.  Era extraño ver a su padre de mal humor y el olor era ahora mucho más fuerte.

Le colocó en la sillita del coche.

-Nang, hoy volveremos un poco más tarde a casa.

-Pero... emiten mi caricatura favorita...

-Por favor, ahora no es el momento para que te portes mal.  Papá está... nervioso.

-Bueno.  ¿A dónde vamos?

-A casa de Prem.

Benditas conexiones de su privilegio de abogado.  Quería ver a su omega y lo haría costase lo que costase.

Prem no estaba enfermo, o no en el sentido que te obliga a ir a un doctor.  Desde su encuentro con el alfa, estaba nervioso, sudoroso y con una extraña sensación de urgencia por algo que no sabía ubicar.  También había nacido de repente en él un ansia por practicar el sexo que tanto había evitado, pero solo con ese hombre.

Hablaba por teléfono con su mejor amigo, que después de reírse un poco trataba de guiarle en cómo debía comportarse, los inhibidores del olor que el también estaría emitiendo para no atraer a otros alfas, lo cual podía ocurrir si no estaba marcado o al menos reclamado  y otros trucos.

-Deberías hacerte con unos buenos anticonceptivos.

-¡No voy a acostarme así de fácil con el!

Silencio al otro lado de la línea.

-Ademas, faltan dos meses para mi celo.

-Cuando un omega conoce a su alfa, se alteran los ciclos y tarde o temprano en estos días tu celo aparecerá.

-No me digas eso.  Mi hermano no sabe llevar mi negocio, y tengo que pagar los plazos...

-¿Qué pasa?

-Están llamando a la puerta.

Prem se acercó.  Cuando la abrió vio a un Boun sonriente con una bolsa que contenía caldo caliente y su hijo le mostró un dibujo con una sonrisa.

-Tengo que colgar.  Tengo visita.

El chico de la tienda de dulces||Completa|| ||BounPrem||Omegaverse||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora