Narra ZukoLa noche fue bastante larga, no paró de llover en ningún momento y el frío eran terrible; sí esta es la temperatura del Reino Tierra no me imagino a la del Polo Norte o el Polo Sur, debe ser fatal vivir en esos lugares.
Odio admitirlo pero dormir con Nerea realmente me ayudó a pasar mejor la noche y a no tener tanto frío.
Cuándo amaneció yo desperté primero que ella, por el frío supongo. Me quería levantar y calentar con el sol que había fuera de este árbol hueco, pero no podía hacerlo porque cierta chica me tenía abrazado con toda su fuerza por su miedo a los rayos.
Intenté hacer que me soltara pero no pude.
Zuko: Bien... me rindo -dije en voz baja para no despertarla-
Durante todo este tiempo no podía dejar de pensar en una sola cosa… mi fuego control.
Siempre lo había tenido y aunque no era tan fuerte como el de Azula o mi padre definitivamente era más fuerte que el de muchos maestros de la Nación del Fuego.
Zuko: ¿Qué… habrá pasado?
No podía entender la razón por la que había perdido mis poderes y eso me tenía muy preocupado.
Zuko: Si vuelvo a la Nación del Fuego sin mis poderes… mi padre es capaz de desterrarme de nuevo.
Ya me había costado mucho capturar al Avatar hace casi tres años y conseguir el poco respeto que mi padre me tenía, por eso no puedo dejar que todo ese esfuerzo sea en vano. Debo hallar la forma de demostrarle a mi padre que no soy un inútil como el cree.
Zuko: Voy a recuperar mis poderes -me dije a mi mismo con determinación-
Nerea y yo seguimos caminando un par de días más hasta que por fin llegamos a la costa del Reino Tierra dónde nos esperaría el buque de regreso.
Llegamos un par de días antes pero ese tiempo se pasó muy rápido y sin darnos cuenta ya estaba el buque frente a nosotros para llevarnos.
Ambos habíamos acordado que la perdida de mi fuego control sería algo secreto para los demás y que nadie podía saberlo. En cuanto llegáramos a la Nación del Fuego le contaría esto a mi Tío para que me ayudara, él siempre sabe que hacer.
No valía la pena preocuparnos por esto así que traté de calmarme. Hubo algunas ocasiones en las que la tripulación tenía problemas con el combustible del buque y querían que yo los ayudará a avivar el fuego que nos hacía avanzar pero rápida y astutamente Nerea me ayudó a salir de esas situaciones.
Le reclamaba a la tripulación con enojo que "el Príncipe Zuko venía de un viaje muy agotador y que no tenía porque hacerse cargo de problemas como este, que debían resolverlo ellos mismos".
Algunos soldados se molestaban porque Nerea no era de la Nación del Fuego como para regañarlos así, pero entonces yo la defendía diciéndoles que "ella es parte del consejo de Guerra de la Nación del Fuego por lo que deben respetarla", y si eso no bastaba entonces les recordaba que "en poco tiempo ella se convertiría en parte de la Familia Real de nuestra Nación y que si ella quería podía despedirlos o incluso matarlos así que tenían que obedecerla".
Ambos nos apoyamos mutuamente durante todo el viaje de vuelta, haber pasado los últimos tres de viaje juntos realmente nos habían unido como un equipo que se apoya. Y aunque Nerea me decía que ella "podía hacer avanzar el buque con su agua control para resolver los problemas y no ser tan dura con la tripulación" yo siempre le decía.
Zuko: No hace falta que hagas eso, ellos deben acostumbrarse a tu autoridad porque muy pronto serás su Princesa del Fuego.
No tengo idea de cuántas veces se lo repetí durante el viaje de vuelta pero fueron tantas que perdí la cuenta. Nerea tiene un corazón enorme y no le gusta maltratar a los demás… eso me encanta de ella y es una excelente cualidad en un líder, pero en el caso de la Nación del Fuego ese tipo de tratos son una deshonra y mi padre la castigaría severamente si la ve tratando así a los demás. Por eso estoy tratando de hacer que no sea demasiado buena con los demás.
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Nación Tribal
Любовные романыMi gente... mi tribu... ahora vivo en la nación enemiga, visto su ropa y soy un importante miembro de la corte Real... esto se considera traición pero en mi caso no era así, todo esto lo hacía por ellos, por mi gente; sin embargo ahora ya no pertene...