Narra Nerea
Los días en la Isla Ember se me hacían eternos, aunque la casa era grande y lujosa nada de eso me hacía feliz. No se me permitía ir más allá de las cercanías de la casa y lo más lejos que podía ir era a la playa pero no más.
No era un gran problema porque tampoco era como que yo quisiera ir a fiestas o convivir con más gente, no me gustaba la idea y tampoco podía; se supone que nadie podía saber que yo estaba aquí.
Lo único que hacía mis días más llevaderos eran las pequeñas cartas que Zuko me enviaba cada mañana.
Esta vez al despertar noté que el halcón ya había llegado y llevaba una nota atada a su pata.
Nerea: ¿Tan temprano estás despierto Zuko? -me dije a mi misma mientras terminaba de despertarme-
Me levanté con pesades, y cuando lo digo no bromeo porque haber subido más de diez kilos por embarazo no es poco. Apenas y podía levantarme yo sola y mantenerme en pie se me hacía de lo más difícil. Caminé hasta el balcón donde estaba parado el halcón y desaté el mensaje de su pata.
Me alegra saber que estás bien, espero que Azula no sea demasiado dura contigo; si es así dimelo y no sé como pero antes del medio día estoy ahí. Estoy lleno de debéres y mi padre no deja de encargarme más cada día, aún así siempre me tomo el tiempo de escribirte.
Y no mentía porque esta nota me llegó un par de horas antes del medio día y el viaje desde el Palacio hasta aquí para un halcón es un tanto largo. Negué con la cabeza mientras sonreía al leer cada palabra escrita para mí, me adentré de nuevo en la habitación de Zuko y también le escribí un mensaje de vuelta.
Estamos bien, las personas aquí son muy amables conmigo y de Azula... ni nos cruzamos, se la pasa en su habitación o dando paseos por el pueblo. No tienes de que preocuparte, creo que tu padre te conoce tan bien como yo y por eso te encarga muchas tareas, porque solo así te tiene ocupado y se asegura de que no vengas aquí... te quiero.
Doblé el papel lo más pequeño que pude y lo ate de nuevo a la pata del halcón, era el halcón personal de Zuko y se notaba enseguida por lo bello y cuidado que estaba. Acaricié sus plumas y luego le di un besito en la cabeza.
Nerea: Entrega mi mensaje... por favor.
Luego de eso el halcón se fue volando y yo solo sonreía mientras lo veía partir. Cuando lo perdí de vista me di un baño y al fin salí de mi habitación, me encantaba sentirme fresca porque esta isla era un lugar demasiado caliente y yo era una persona más bien fría. Los sirvientes ya estaban de aquí para allá haciendo de todo, comida, deberes, limpieza y tantas cosas más.
- ¿Tiene hambre Princesa? ¿Desea comer algo? -me pregunto una niña sirvienta que era muy joven, no llegaba ni a los diez años-
Nerea: Tengo un poco de hambre pero tranquila.
- Le preparare algo en seguida Princesa.
Se fue del lugar llendo rápido a la cocina y yo seguí mi camino escaleras abajo.
- ¡¡Princesa!! ¡¿Pero qué le pasa?! No puede bajar esa escalera usted sola -grito una sirvienta mientras me tomaba de la mano para ayudarme a bajar-
Nerea: No hacia falta que me ayudara, en serio.
- ¡Nada de eso! por Dios Princesa ¡¡Está embarazada y pronto dará a luz!! Si algo llegara a pasarle...
Se veía muy preocupada, bastante a mi parecer así que presioné un poco su mano para alivianar su tensión.
Nerea: Agradezco su preocupación, de verás. Pero aunque no lo parezca soy bastante experta en el asunto de los embarazos, en mi hogar yo ayudaba a muchas mujeres cuando sus bebés nacian. Sé los cuidados que debo llevar.
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Nación Tribal
Roman d'amourMi gente... mi tribu... ahora vivo en la nación enemiga, visto su ropa y soy un importante miembro de la corte Real... esto se considera traición pero en mi caso no era así, todo esto lo hacía por ellos, por mi gente; sin embargo ahora ya no pertene...