"Isla Ember" Parte 1

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Narra Nerea

Cuatro meses... eso era lo que llevaba hasta ahora de embarazo, y vaya que los estaba "disfrutando".

Notese la ironía en "disfrutando" porque no era así. De un tiempo para acá había estado teniendo varios síntomas de embarazo bastante notorios y que no me gustaban para nada. Me daban ganas de vomitar todo el día y los mareos eran cada vez más constantes. No podía salir y caminar por el Palacio sola porque en cualquier momento corria el riesgo de marearme y llegar a caerme.

Fui a ver al medico y me dijo que eso era completamente normal, esa noticia no me alegró porque entonces no había nada que pudiera hacer al respecto. Las sirvientas que Zuko me había asignado no se separaban de mi en ningún momento del día y aunque era por mi bien aveces llegaba a ser algo hartante.

Hablaban conmigo... o bueno, más que hablar conmigo chismeaban conmigo y ese era un gusto que no compartíamos para nada. Jamás me gustó ser una persona chismosa o hablar mal de los demás a sus espaldas. Eso iba en contra de quien era.

Las escuchaba vagamente y me limitaba a asentir o sonreir de ves en cuando. A decir verdad cada conversación que daba con ellas solo me hacían extrañar cada vez más las que solía tener con Zuko.

Ya no hablabamos para nada y aunque había empezado a contestarle con palabras no pasaban de "si, no, ajá, está bien" y aunque era un gran avance en mi relación con él seguiamos estando rotos y distanciados en muchos sentidos.

Me levanté y les dije a las sirvientas que iba a ir al baño y no necesitaba que me acompañaran, ya estaba harta de oirlas chismosear.

Entré al baño a hacer lo necesario mientras acariciaba mi estómago dulcemente con mis manos, era un hábito que tenía y me tranquilizaba mucho hacerlo. Pensar que mi futuro hijo o hija estaba dentro de mi era una locura...

Después de relajarme un rato me lave las manos y salí del baño, me sorprendió un poco no escuchar ni una voz pues según había estado oyendo las sirvientas iban en la mejor parte de su chisme.

Nerea: Hola... ¿dónde están esas chicas? -dije dándole una revisión rápida con la vista a la habitación-

Zuko: Yo les dije que se fueran.

No lo había visto, no le presté mucho interés en mi inspección por la habitación, su ropa casi se camuflajeaba con el cuarto, siempre vestía de rojo como lo era todo en este Palacio.

Nerea: Está bien -le respondí un poco desanimada-

Me senté en la cama y luego de acomodarme solté un suspiro sin si quiera pensar que lo haría al mismo tiempo que Zuko. Ambos nos miramos cuando nos dimos cuenta de nuestra acción y luego yo aparte la vista por un momento para luego regresarla de nuevo a él. Había una ligera sonrisa dibujada en su boca pero sus ojos se notaban tristes como lo habían estado luciendo desde aquél día en que desperté después del incidente con Mai.

Quería decir algo, algo que lo alegrara porque ver triste a las personas era algo que no me gustaba... sin importar quienes fueran. Pero con Zuko era diferente, verlo triste no me gustaba pero tampoco me dolía, simplemente nuestra conexión estaba rota y no sabía si se iba a reparar.

Voltee hacía otro lado y perdí mi mirada en la cortina de la ventana que se mecia con el viento, luego lo escuché hablar.

Zuko: Mi padre le ha asignado tu trabajo a otros integrantes del Consejo de guerra, al parecer está un poco contento con la noticia de tu embarazo y no se ha enfadado porque no logramos hacer un plan de invasión a Ba Sing Se.

Eso no era bueno, si alguien más hacía mi trabajo entonces trataría de hacer un plan de invasión perfecto y eso no era parte de nuestro plan para detener esta guerra. No pude evitar preocuparme y apreté la sábana de la cama con las manos tratando de aliviar la tensión.

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