Narra Nerea
Zuko y yo estábamos justo frente a su puerta a punto de tocarla mientras yo sostenía a Zarheo en mis brazos dormido. Se veía tan lindo y calmado que ninguno de los dos podía dejar de mirarlo.
Aún así Zuko tomo la decisión y tocó la puerta, no le habíamos avisado que vendríamos porque queríamos que fuera sorpresa y aquí estábamos. No tardó en abrirnos y saludarnos con una gran sonrisa y un gesto de sorpresa.
Iroh: ¡Zuko, Nerea! Que alegría me da verlos, no esperaba su visita.
Zuko: Lo lamento Tío, queríamos que fuera sorpresa para tí.
En ese momento su vista cayó en mi y la personita que sostenía en mis brazos.
Iroh: No me digan que... ¡Pasen por favor!
Le hicimos caso y pasamos dentro de casa, nos invitó a sentarnos a la mesa y no podía quitar la vista de nuestro hijo.
Iroh: ¿Es quién creo que es? -nos dijo muy feliz y emocionado-
Nerea: Si... es nuestro hijo.
Iroh: ¿Hijo? ¿Es un niño?
No le respondí, voltee a ver a Zuko y el me hizo un gesto señalando a su Tío con la cabeza sin decir nada. Le entendí y extendí a Zarheo al Tío Iroh para que pudiera conocerlo él mismo.
Lo sostuvo gentilmente, de una manera tan diferente a como lo había hecho el Señor del Fuego cuando él conoció a Zarheo; con Iroh despertó en seguida y le sonrió casi de inmediato haciendo que un poco de saliva saliera de su boca.
Iroh: Es tan lindo... es un bebé realmente hermoso.
Tomé la mano de Zuko por debajo de la mesa y la apreté fuertemente tratando de contenerme lo más que pude.
Zuko: ¿Estás bien? -me preguntó bajito-
Nerea: Si...... quisiera estarlo -dije comenzando a llorar-
Los tres se me quedaron viendo, incluso Zarheo volteo a verme como si entendiera que llorar era un símbolo de dolor, era curioso porque el solo lloraba cuando tenía hambre o quería dormir pero un bebé de esa edad no entiende emociones. Fue lindo ver que se preocupaba por mi cuando debía ser al revés.
Me limpié las lágrimas con la manga de mi ropa y seguí viendo esa adorable escena con una mezcla de sentimientos que ni yo podía descifrar. Sonreí cuando sentí una pequeña pisca de felicidad pero fue remplazada de inmediato por una sensación de tristeza.
Entonces Zarheo comenzó a llorar porque yo no podía parar de hacerlo. Tanto Zuko como Iroh no sabían que hacer, los dos llorabamos y no parecíamos querer parar de hacerlo pronto.
Iroh trato de contentar a Zarheo pero no se le pasaba con nada y lo mismo hacía Zuko conmigo.
Me di cuenta de lo patética que debía verme llorando de la nada así que hice el mayor esfuerzo por calmarme, apreté de nuevo la mano de Zuko y solo así pude calmarme un poco. Ahora solo Zarheo estaba llorando y Iroh se lo dió a Zuko.
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Nación Tribal
Любовные романыMi gente... mi tribu... ahora vivo en la nación enemiga, visto su ropa y soy un importante miembro de la corte Real... esto se considera traición pero en mi caso no era así, todo esto lo hacía por ellos, por mi gente; sin embargo ahora ya no pertene...