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VALERIA:

En dos días nos vamos a Seúl. Dios no lo puedo creer. Todavía no caigo en cuenta de que mi próximo proyecto se trate de esto.

Jamás me imagine que mi trabajo me llevaría por esos rumbos. Cuando inicie hace algunos años no pensé que duraría tanto, suelo aburrirme rápido de las cosas, pero sin dudas fue una buena elección.

Me encuentro en mí habitación armando la maleta que llevaré y no sé qué demonios poner. ¿Qué ropa llevare?

Tomo mi teléfono y googleo que clima hace allí. El invierno se está acercando Frío. Unas imágenes más lindas que otras de la ciudad completamente nevada.

Veo miles de mensajes y llamadas de dicha persona. A quien llevo tres días ignorando por completo y estoy cansada de que todo el mundo me mande mensajes pidiendo explicaciones.

¿La relación era con ellos y yo no me entere?

Louis y Liam no dejan de atormentarme a mensajes. Estoy cansada de esto.

Sin querer leo uno de los últimos mensajes que me envío.

Está bien, pasaremos página. Tú lo quisiste así. Pero no vuelvas cuando te des cuenta de que no vas a encontrar a nadie como yo.

La idea es no encontrar a otro idiota como tú. Se me van los dedos por contestar, pero me detengo antes de enviar el mensaje. Suelto un grito de frustración y azoto el teléfono contra la pared más cercana.

Mi respiración se acelera y las lágrimas se hacen presentes. Miro el teléfono con la pantalla explotada en el suelo y termino de rematarlo cuando lo pisoteo con fuerza.

Jamás fui una persona violenta o de hacer este tipo de cosas, pero lo necesitaba hacer.

Maldita sea. Ahora necesito comprar otro. Así que tomo mis llaves, mi bolso y me dirijo a la puerta.

Sabri viene entrando y me mira con cara de preocupación.

- ¿Vale estas bien?

Niego con la cabeza. -Estoy cansada Sabri.

- ¿El idiota?

Asiento entre lágrimas. Y le enseño el teléfono todo roto. Por suerte es el personal y no el de la empresa porque si no estaría en serios problemas.

-Necesito un teléfono nuevo ahora... Dios, porque soy así.

Ella suelta una risa. -Es solo un aparato. ¿Quieres que te acompañe a comprar uno nuevo?

Asiento. - ¿quieres comer algo? Tú recién saliste de trabajar y yo atormentándote con mis problemas.

Me da un abrazo y me largo a llorar de nuevo. -Te juro que lo odio.

Susurra palabras tranquilizadoras. -Las pelotas le voy a cortar por hacerte llorar. Vamos amiga, no merece tus lágrimas.

Salimos del departamento y nos subimos a su auto. Nos dirigimos a la zona céntrica y buscamos un lugar para comer. Porque yo también tenía hambre. Nos metemos en el primer resto de comida que vemos. Un lugar de ensueño, un mesero nos abrió la puerta al llegar nos acompañó a una mesa vacía y apartada.
Nos entregó el menú.

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