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VALERIA:

Aterrizamos en el aeropuerto internacional Incheon de Seúl un domingo a las cinco de la madrugada. Nuestro vuelo se había retrasado y luego de varias escalas logramos llegar a tierra firme, con el corazón latiendo a mil por hora y una sensación de adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo.

Viajar en avión desde LA a Seúl fue toda una odisea, estoy segura de que mi amiga me detesta después de esta experiencia traumática. Aunque nunca me lo diría. Sabri me ama a pesar de todas las locuras que hago.

-No puedo creer que estemos pisando tierra firme...

-Ya deja de actuar así, la gente está mirando. - se quejó mi amiga cuando prácticamente casi beso el suelo, me tomo del brazo y me levanto. -No seas extraña quieres...

-Me importa un pepino la gente, estoy feliz de pisar el suelo. ¡Tierra firme!

-Eres un caso perdido...

-Y aun así me quieres.

Mientras esperábamos ansiosamente a qué las maletas salieran por la cinta miraba a mi alrededor, un grupo de chicas gritaban y lloraban, a lo lejos se veía un grupo de seguridad montando un buen operativo, seguramente alguna celebridad estaba llegando a la ciudad.

Los gritos y llanto de las chicas me estaban poniendo nerviosa, así que comencé a mover mi pie de arriba a abajo, ansiedad se le llama. Odio cuando las cosas tardan un poco más de lo planeado, no me gusta llegar tarde, y no me gusta que lleguen tarde, no me gusta que nada se salga de su curso perfectamente organizado, porque por algo soy precavida y me tomo el tiempo de planear y organizar todo lo que tengo que hacer.

El llanto de la chica se vuelve más fuerte, más gritos y más llanto. Es todo muy intenso, no entiendo porque actúan de ese modo. No es que no me guste algún artista en particular, tuve mis años de fangirl. Pero no llegue a este punto, no de esperar a mis artistas favoritos afuera de cada lugar al que ellos iban, y tampoco ponerme a gritar como una desaforada en medio de un aeropuerto.

¿Dónde están los padres de estas niñas?
Mi madre jamás hubiese permitido que yo hiciese este tipo de espectáculo. Si bien es cierto que me gustaba llevarle la contraria a mi madre, esto no lo hubiese hecho nunca.

Mi dignidad iba primero, mira que dejar mi voz y destrozar mi garganta.
Me puse mis auriculares y levanté la capucha de mi sudadera, no tenía más ánimos de aguantar los gritos de las locas fans de algún grupo de K-pop.

Las maletas pasaban, pasaban, pasaban, y nunca salían las nuestras, me aferré a las tiras de mi mochila y me puse más impaciente de lo normal. Lo único que me faltaba es que los del aeropuerto perdieran mis maletas, tenía todas mis pertenencias dentro de ellas.

Di un paso hacia atrás y choque con alguien, mi teléfono salió disparado y me enredé con los auriculares, unas manos fuertes se aferraron a mi cintura.

- ¿Te encuentras bien? - una perfecta voz varonil susurró en mi oído, me deleite con el tono de su voz, rasposo y grave.

Cerré mis ojos por un instante, esto no podía ser más cliché. De seguro estoy roja como un tomate, la música seguía sonando en mis auriculares, mi teléfono colgaba de ellos, esto había impedido que saliera desplomado por el piso. Moriría sin mi teléfono, tenía todo el material para trabajar allí dentro de ese pequeño aparato, va todo digitalizado, porque mi agenda de mano tenía el mismo contenido, solo que el celular siempre está a mano para cuando necesitas verificar algo. Es mucho más rápido que rebuscar entre mis pertenencias y buscar mi agenda.

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