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Tras lo acontecido con Tae el día de ayer, Rosie prácticamente me arrastró de la cama para llevarme al salón de belleza, su plan era cambiar por completo mi cabello para dar un cierre a lo que no fue con Tae... ¿Como un simple cambio lograría eso? Pero no era mala idea cambiar el tono de mi cabello, llevaba tiempo en querer volverlo completamente negro, además una distracción no venia mal.

-Ro, van a demorar- avisé.-¿Porque no vas a casa y te llamo cuando este terminado?-aconseje, debido a que seria demasiada espera.

-Bien, pero vendré a recogerte. No quiero que vuelvas sola.-amenazó. Asentí en acuerdo, sabía que estaba preocupada por mi.

-Ve con cuidado.-saludé. Y la vi marcharse del salón.

La verdad que fue lo mejor que ella se fuera, porque con la claridad de mi tono de cabello llevo bastante tiempo volverlo oscuro y brillante, el resultado me había resultado completamente bueno.

-Señorita permitame decirle que esta preciosa.-dijo el chico de la caja, sonreí tímida.

-Con ese rostro, cualquier color le quedaría magnifico.-añadió una cliente esperando por abonar también. 

Me giré en su dirección con una sonrisa, pero la misma se borro de inmediato que reconocí a la dueña de esa seductora voz. Irene, esa mujer estaba frente a mi con la elegancia y frialdad que la caracterizaba. Me asintió con suficiencia, imité su acción muy a mi pesar.

-Me gustaría invitarte un café ¿tienes tiempo?-preguntó con amabilidad.

Mire mi reloj que marcaba las 18 horas, me preocupaba que Rosie se impacientara por mi demora pero finalmente acepte. Luego llamaría a Rosie para que me recogiera.

-Tengo tiempo.-acepté su invitación. 

En cuanto llegamos al bonito café, con aires lujosos y lleno de personas que denotaban sus riquezas. Me senté tímidamente frente a ella. Me es imposible no poder admitir que esta mujer es sumamente hermosa, y no puedo negar que comprendo el porque Tae cayó a sus pies, esta mujer es simplemente majestuosa y digna de venerar. Trague duró al darme cuenta de lo ínfima que me siento a su lado, intimida sin ninguna acción.

-¿Que quería hablar conmigo?-pregunté con timidez, sentía mis manos temblar. Sonrió.

-Puedes tutearme, mi nombre es Irene.- contestó con una bonita sonrisa.

-Lo sé.-contesté. Sus bonitos ojos se ampliaron un poco.

-Que lastima que no sé el tuyo, linda.-comentó con una pizca de altanería. Perra.

-Lisa, ese es mi nombre.-respondí intentando ocultar mi rabia corriendo por mi sangre.

-Entones Lisa, seré breve me esperan.-dijo.- ¿que hacías con Tae ayer?.-preguntó sin vuelta alguna.

-No es de tu incumbencia aquello.-solté con rudeza. Sonrió bebiendo su café.

-Lo es niña.-habló.- Nosotros somos...-pensó.- Amigos muy íntimos.- remarcó lo ultimó con suficiencia, una que me hizo querer romper su rostro en mil pedazos. 

-Sigue siendo algo privado.-repetí.-Se directa ¿Que es lo que quieres?-interrogue.

-Linda.-suspiró agotada.- Aléjate de él.- sentenció, y a su alrededor una aura oscura la envolvió completamente.

Ella hablaba enserio, el tono de su voz sonó como si hablara de un objeto, de un jodido juguete personal. ¿Ella acaso no tiene un maldito esposo? Perra.

-¿Quien te crees para hablar de él como si fuera un objeto?-me queje, sonrió.

-Él es M-I-O.-deletreó. Maldita zorra.

RESET- Taelice ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora