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El médico sale de la habitación de mis padres y me apresuro a llegar a su puerta, dudando en si preguntarle o entrar directamente, decantándome al final por lo segundo.
No son conscientes de mi presencia, centrados tan solo en el otro y su más pura felicidad. Pero no me hace falta preguntar para adivinar a qué se debe, la misma razón de hace algo más de cinco años.
-Emma- susurra mi madre sonriendo al verme por fin.
Mi padre se levanta y se acerca a mí para abrazarme con cariño, dejando un beso en mi frente y haciendo que camine hasta sentarme en la cama con ellos.
-Voy a buscar a Victoria- dice sonriendo besando a mi madre y apresurándose a salir de la habitación, ansiando poder contar la noticia.
-¿Te encuentras bien?- pregunta mi madre apoyando su mano en la mía-. Pareces cansada.
-Podría decir lo mismo de tí- contesto casi en un hilo de voz involuntario. Mi madre frunce los labios y su expresión cambia, así que envuelvo sus manos en las mías y esbozo una leve sonrisa-. Estoy bien, mamá, pero no hace falta que me contéis por qué estáis tan emocionados.
Me levanto despacio sin dejar de mirarla y salgo al pasillo justo cuando mi padre viene con mi hermana.
Acelero el paso al cruzarme con ellos y segundos después corro hasta llegar a mi habitación.
Porque por un instante no era mi madre quien me daba la noticia de su embarazo, si no Valerie. Era ella quien estaba tumbada en la cama, sonriendo sin dejar de mirarme, contándome lo que nunca podrá ser parte de ambas.
Vuelvo a respirar hondo y me acerco al armario para sacar un vestido que cambiar por mi camisón y asistir al desayuno.

-Yo quiero que sea un hermanito- dice Victoria retomando la conversación del futuro bebé-. Así yo seguiré siendo la pequeña.
-Eso no funciona así, Vicky- contesta Valerie sonriendo sin apartar la mirada de ella.
Ésta asiente sin dejar de masticar y espera a tener la boca vacía para hablar de nuevo.
-Si es un hermano, yo seguiré siendo la hermana pequeña de los tres, porque será un niño, no una niña. Aunque él sea el pequeño de todos, yo seguiré siendo la hermana pequeña de Emma.
-Creo que lo he entendido- digo bebiendo un poco de zumo.
-¿Y tú, Eric?- pregunta el rey a mi padre-. ¿Qué te gustaría que fuera?
Baja el tenedor al plato y le mira.
-No me importa mucho, la verdad- habla encogiéndose de hombros-. Lo único que deseo es que nazca bien, de la misma manera que Emma y Victoria.
-¿Y tú, Emma?- pregunta mi hermana ésta vez-. ¿Quieres un hermanito o otra hermanita?
-U otra hermanita, Vicky- la corrige mi padre dándome tiempo a evadir su curiosidad.
Cierro los ojos y aprieto la falda de mi vestido con fuerza.
-No lo sé- susurro aún sin mirar pero sintiendo cómo las lágrimas se acumulan bajo mis párpados y sé que, si los abro ahora, éstas se desbordarán y preocuparé a todos en la mesa, otra vez.
Pero los sollozos de mi madre, los gritos de mi padre maldiciendo lo que ocurrió; yo, de pequeña, acurrucada en un rincón de mi habitación con las rodillas apretadas contra el pecho y las manos en mis oídos.
Abro los ojos y solo me concentro en él, sus ojos azules brillando frente los míos.
-No deberíamos hablar de algo que quizás vuelva a perderse en el camino- susurro en un sollozo aunque todos me han oído.
La expresión de mi padre se endurece y sé que no he hecho bien en remover una herida cerrada hace años.


Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora