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-Tú deberías de estar en la cama- hablo cuando observo a mi madre entrar en mi habitación.
-Y tú no deberías de estarlo.
Se acerca tumbándose a mi lado y atrayéndome hacia ella para apoyar mi cabeza en su pecho y acariciar mi mejilla con suavidad.
Mi vista se dirige hacia su vientre donde su otra mano descansa, así que estiro la mía para colocarla encima y la aprieto un poco.
-¿Tienes miedo?- pregunto bajito mirándola.
Ella enarca una ceja y observa nuestro agarre.
-¿Debería?
Desvío la mirada y me encojo de hombros.
-Si conmigo fue bien, luego perdiste al bebé pero después con Victoria volvió a funcionar, ahora tendría que...
Mi madre suelta una carcajada que me hace callar de golpe.
-Mi niña- sigue riendo mientras se acerca para besar mi frente-. Que eso haya ocurrido así no significa que siempre tenga que serlo- cierra los ojos y pega su frente a la mía-. Tu padre y yo creemos de verdad que pronto tendréis otra hermanita o un hermanito. Qué ésta vez, igual que contigo y tu hermana, el bebé crecerá sano y fuerte hasta que sea su hora de nacer.
-Se te ha olvidado mencionar que ni siquiera sabíamos que estabas embarazada cuando aquello ocurrió.
Ambas giramos la cabeza hacia mi padre, que se encuentra apoyado en la puerta con los brazos cruzados y me hace pensar que ha escuchado casi toda la conversación.
Me encojo un poco mientras se acerca y se agacha junto a mi madre. Y me separo de ella cuando su mirada se centra en mí por unos segundos.
-Deberías estar descansado- dice volviendo a ella su atención.
-Lo estoy haciendo- contesta tomando de nuevo mi mano y sonriendo.
-En tu cama, Ashley, no en la de Emma. Has tenido que esforzarte para llegar hasta aquí y el médico dijo que debías evitarlo.
Mi madre rueda los ojos sin que mi padre la vea y suspira.
-Hablas como si estuviera en los últimos meses cuando apenas lo estoy de dos.
Observo a mi padre romperse y de pronto sé que, lo que ocurrió, lo hizo en ese tiempo. Y que ambos compartimos el mismo miedo.
-Mamá está bien- hablo tumbándome de nuevo sobre ella-. No deberíamos preocuparnos a cada rato de si le sucede algo al bebé o no.
-Tú lo has mencionado- contesta con la voz muy seria-. Y no sé cómo lo has hecho si tu madre y yo pensábamos que no recordabas nada de ello ya que entonces no eras mucho más mayor de lo que es Victoria ahora.
Tampoco sabía que lo hacía, pienso apretando los labios y la mano de mi madre a la vez.
-Eric, ¿qué estás haciendo aquí?- pregunta ella desviando la conversación y se lo agradezco con una leve sonrisa.
La expresión de mi padre cambia de golpe a una más relajada, cariñosa.
-He venido a ver a Emma- contesta sonriendo rozando su nariz con la de mi madre-. Pero ahora creo que me quedaré- se acerca más a ella y sus labios se funden en un largo beso-. Te echo de menos- susurra sin separarse y volviendo a sonreír.
-¿Qué estáis haciendo?- escuchamos la voz de mi hermana y observo a mis padres alejarse del otro para mirar cómo la pequeña se acerca y sube a la cama junto a nosotros, sentándose a mi lado y mirándonos con curiosidad—. Espero que no estéis pensando qué nombre ponerle al bebé— se cruza de brazos—. Porque eso quiero hacerlo yo— termina señalándose a sí misma con quizás demasiada energía.
Mi padre suelta una carcajada y se acerca a ella para dejar un tierno beso en su mejilla.
Victoria sonríe y se vuelve entre sus brazos para lanzarse sobre él, haciendo que se tumbe de espaldas en la cama, pero mi padre consigue liberarse con rapidez y gira para intercambiar las posiciones, apenas apretando los brazos de la pequeña contra el colchón.
-¡No!- exclama riendo y retorciéndose tratando de soltarse-¡Papi, para, suéltame!
Mi padre se acerca a ella y le hace cosquillas con sus labios sobre la tripa, provocando más carcajadas por parte de mi hermana.
Las risas de todos inundan la estancia y solo quiero que éste momento no termine jamás. Pero lo hace.
Unos minutos después escuchamos tacones apresurados acercase hasta mi habitación y observamos la puerta abrirse con cuidado.
-Siento interrumpir- dice la reina sin atreverse a pasar.
Veo a mi padre levantarse y hacer una reverencia para saludarla, mi hermana también lo hace y la mujer les dedica a ambos una sonrisa. Mi madre y yo sólo asentimos y ella repite el gesto hacia nosotras.
Sus ojos vuelven a centrarse en mi padre y él se endereza esperando su petición. No reprimo apretar los labios y desviar la mirada como si así pudiese no escuchar.
-Lamento irrumpir en vuestro tiempo familiar, Eric, pero necesito que vuelvas a la cocina y prepares tres tartas para dentro de dos días.
-¿Por qué tiene que hacerlo él?- murmuro no lo suficientemente bajo, pues todas las miradas se posan en mí.
Observo a la reina controlar su respiración y acariciar la tela se su vestido con su mano libre.
-Es el único cocinero en quién confío lo suficiente como para asignarle esta tarea- sus ojos regresan a mi padre y la rabia bulle en mi interior-. Sé que podrá llevarla a cabo a la perfección y que la gente le alabará por su trabajo. ¿No es lo que quieres para tu padre, Emma?- pregunta mirándome de nuevo al terminar.
Envuelvo con fuerza mis manos en la falda de mi vestido y bajo la vista a ellas antes de asentir.
-Cuando hay tantos dulces siempre hay una fiesta- dice mi hermana distrayéndome de mis pensamientos- ¿Es lo que va a pasar en dos días? ¿Una fiesta aquí, en el castillo?- pregunta emocionada acercándose a la reina.
Ésta ríe y se agacha para quedar a su altura, tomando sus manos con suavidad.
-Así es, Vicky- sonríe poniendo un mechón de su pelo cobrizo, idéntico al mío, tras su oreja-. Será un baile para celebrar la vuelta de Valerie a casa y el anuncio de su compromiso.
El estómago se me revuelva tras las últimas palabras y salgo de allí sin importarme el resto de la conversación.

Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora