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-¡Mami, mira,Valerie me ha prestado una de sus tiaras y ahora yo también soy una Princesa!
Su semblante se oscurece y sus ojos se llenan de lágrimas, pero yo no pierdo la sonrisa y agarro sus manos para tirar de ella hacia el centro de la habitación.
-¡Vamos a bailar!- exclamo tratando de poner los pies sobre los suyos, pero se aleja de golpe haciendo que tropiece y el objeto se deslice por mi cabeza cayendo al suelo con un repiqueteo-¿Qué ocurre?- pregunto mirándola, ahora preocupada.
Abre la boca para hablar pero solo consigue emitir sollozos. Y yo me asusto y corro a buscar a mi padre a las cocinas.
Ni siquiera necesito explicarme cuando menciono que mamá se encuentra mal, él deja lo que está haciendo y me sigue a toda prisa.
Se acerca y la envuelve en sus brazos, dándole calor y protección.
-Emma, devuélvele a Valerie su tiara- me ordena al fijarse en ella, a escasos centímetros de mi madre.
-Pero me la ha dejado- me quejo-. Dijisteis que podía usar sus cosas siempre que ella me diese permiso y eso es lo que ha hecho, ¿por qué tengo que dársela cuando todavía no quiero?
Mi padre respira hondo cerrando los ojos, pero no suelta en ningún momento a mi madre cuando la recoge del suelo y la tiende hacia mí.
-Por favor, cariño, hazlo mientras me ocupo de mamá.
La miro, le miro, y asiento sin replicar nada más, dejándoles a solas y volviendo a escuchar los sollozos de mi madre.

Las lágrimas resbalan por mis mejillas y aprieto más mi rostro contra el cristal, así como las rodillas en mi pecho.
La puerta se abre despacio pero no me molesto en mirar, ni en escuchar, quién se acerca.
-Nunca he querido hacer daño a nadie- sollozo cuando mi madre se sienta frente a mí-. Era lo que menos quería y, ahora, todos estáis sufriendo por mi culpa.
-¿Todos?- pregunta con suavidad agarrando una de mis manos.
La miro de reojo.
-Jared, papá, Vicky- cierro los ojos y respiro hondo-. Tú- paladeo las dos sílabas cuando vuelvo a mirarla-. Sobre todo, tú.
Ella desvía la mirada y suelta una risa nerviosa.
-No es culpa tuya que tenga miedo de cosas que nunca podrán pasar- susurra acariciando mi mano.
Sonrío incorporándome.
-¿Así que lo admites?- pregunto en un tono más alto, tal vez un poco burlona- ¿Admites que todo lo que ocurre en tu cabeza nunca podrá suceder o, al menos, tiene pocas posibilidades?
Vuelve a reír y yo vuelvo a abrazarme.
-Supongo- habla desviando la vista hacia el exterior-. Pero supongo también que no puedo evitarlo.
-Debe de ser horrible tener siempre miedo por lo que tu cabeza pueda hacerte creer- susurro, no sé si para ella o para mí.
-Lo único horrible que hay en mi interior son las pesadillas, Emma. Porque soy yo quien se dice que no podrá gobernar, que no podrá conseguir mantener al reino tal y como lo han hecho mis padres hasta ahora- respira profundamente antes de mirarme de nuevo, tratando de reír pero ahogándose en un sollozo-. Tal vez por eso Jared me odia. Porque su hermana mayor ha sido siempre el centro de atención de todos, no solo por su condición de heredera, sino por los ataques de pánico que ella misma se provocaba y el huir asustada cada vez que se mencionaba algo sobre la Corona.
No se me pasa su uso de la tercera persona para referirse a si misma, como si esa vida ya no le perteneciese. O como si quisiera olvidar que fue suya alguna vez.
-¿Por qué discutisteis ayer papá y tú?- desvío el tema igual que trato de hacerlo con el nudo en mi garganta.
Sus ojos se abren más ante la sorpresa y sus manos se cierran con fuerza sobre la tela de su camisón.
No sabe que les escuché, y que seguramente todo el castillo lo hizo, aunque no hayan comentado nada al respecto.
-No es la primera vez- se excusa volviendo a mirar por la ventana-. Ni siquiera es la primera que lo hacemos por nosotros.
-Fue algo personal, entonces- sigo hindagando cruzando las piernas.
Basta, Emma. Deja de querer jugar a detectives. Tu madre no se merece tanto dolor por tu parte.
-Podría decirse así- contesta en una pequeña sonrisa pero sin darme más información.
Le devuelvo el gesto y me levanto despacio tomando sus manos.
-Deberías ir ya a descansar, es tarde y tanto tú como el bebé lo necesitáis.
-Yo había pensado quedarme a dormir contigo- musita volviendo a desviar la mirada-. No sé si papá me querrá con él esta noche ni hasta que resolvamos el asunto.
Reprimo soltar una carcajada que exprese mi escepticismo y me acerco hasta la cama con ella siguiéndome segundos después.
-Solo prométeme que no tardareís en hacerlo- susurro ya tumbadas una junto a la otra, con mi frente casi pegada a la suya y nuestras manos entrelazadas
Suspira girando y soltando mi agarre despacio pero, esta vez, deja que el silencio sea la única respuesta.

Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora