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Arrastro la silla en silencio para levantarme con todas las miradas sobre mí y salir casi corriendo del comedor a mi habitación.
No quiero seguir escuchando. No quiero que mis abuelos sigan recordando cómo se sintieron cuando mis padres se marcharon, y cómo se hubiesen sentido si hubiese vuelto a ocurrir, ésta vez perdiendo solo a su hija.
-¿Cariño?- oigo la voz suave de mi madre desde la puerta y me tapo más con las sábanas.
-Creía que había cerrado- murmuro apretando con fuerza los párpados.
Su risa hace eco en la estancia mientras se acerca a la cama.
-He buscado la llave- contesta bajito sentándose junto a mí-. He pensado que podríamos....
-No- la corto incorporándome y ella frunce el ceño-. No vamos a hablar de nada, porque siempre que lo hacemos una de las dos termina rompiéndose más de lo que ya está- explico presionando más la tela en mis manos-. Así que márchate, quiero estar sola.
Vuelvo a tumbarme y a taparme por completo, resoplando cuando no la siento levantarse.
-¿No crees que es mejor romperse?- pregunta en un hilo de voz- ¿No crees que es necesario para liberarnos de todo lo que nos preocupa? ¿Para saber qué es lo que queremos de verdad y qué solo fingimos hacer?
-Ashley- los pasos de mi padre se acercan y me encojo bajo las sábanas-. Debes descansar, mi amor, ha sido un día muy largo.
-Estoy bien, Eric, solo quiero...
-Hazle caso- interrumpo de nuevo-. Él solo quiere lo mejor para tí.
Su mano acaricia la mía por encima de la tela.
-¿Podemos seguir hablando mañana?
No contesto y eso es suficiente para que ambos salgan de la habitación.
Tomo una gran bocanada de aire al encontrarme sola de nuevo que hace que parte de la sábana se cuele en mi boca, por lo que me incorporo para deshacerme del todo de ella.
Una risita suave me hace enfocar la puerta en la oscuridad.
—Deberías haberte visto— sonríe Valerie acercándose hasta mí, igual que ha hecho mi madre antes—. Ha sido como cuando Vicky probó comida ácida por primera vez.
—Exageras— contesto sonriendo.
—Puede.
Se coloca sobre mí y deja un pequeño beso en mis labios. Reímos al separarnos pero nos volveremos a juntar, tal vez más por mí que por ella, porque sabe que lo necesito para olvidar todo lo que está pasando por mi cabeza. Al menos, durante un rato, ser solo nosotras sin que nadie más importe.
Pero unos gritos nos hacen detenernos.
Me aferro a Valerie, asustada por lo que haya podido ocurrir a mi madre, pero tras un instante me doy cuenta de que no son gritos de dolor. Y de que mi padre también está gritando. De que se están gritando.
Y el sueño del bebé regresa, por lo que, de nuevo asustada, me levanto para correr hasta su habitación, llamando a la puerta con todas mis fuerzas y sintiéndome más histérica cada segundo que pasa.
Pero nadie me abre, nadie escucha mis súplicas y se me acaban las fuerzas de seguir intentándolo, asi que apoyo la espalda en la pared y me deslizo hasta hacerme un ovillo en el suelo.
—Emma— unos brazos distintos a los de Valerie me ayudan a incorporarme y yo tiemblo entre ellos—. Ven, cariño, hoy dormirás con nosotros.
Me apoyo en el pecho de mi abuela mientras me arrastra por el pasillo lejos de esa pesadilla.
Me tumba en la cama junto a mi abuelo y se coloca al otro lado dejándome en medio.
Yo vuelvo a hacerme un ovillo y lucho por contener las lágrimas hasta quedarme dormida.

Vicky parece ser la única que da importancia a que mis padres no estén en el comedor, porque no deja de mira sus asientos vacíos sin prestar atención a nada más, ni siquiera a su desayuno.
Observo a mis abuelos intercambiar una mirada, pero me adelanto a hablar antes de que lo hagan ellos.
—Anoche discutieron— explico con la vista en ese vacío—. Y no creo que vengan sabiendo que pueden encontrar al otro en la misma habitación.
Borro de mi mente la imagen de ambos rehuyéndose al hacerlo, con las miradas bajas, los labios apretados y un leve temblor en sus cuerpos por saber que están castigándose de la peor forma posible sin ninguno estar dispuesto a arreglarlo primero. Aunque sí sonrío ante eso último, porque al menos tengo claro que mi cabezonería la he sacado de los dos y no solo de mi madre, como todo lo demás.
—¿Era necesario ser tan directa?— escucho a mi abuelo cuando la pequeña solloza—. Solo es una niña y...
—Una niña que sabe que debe casarse con alguien a quién ni siquiera conoce solo para mantener la unión entre ambos reinos y asegurar así la descendencia.
Las palabras salen casi sin esfuerzo y desvío la vista a la falda de mi vestido. Yo también tengo grabado su deber de futuro en la cabeza y no puedo hacer nada para librarme de él.
—No será así si el bebé de mis padres es un niño y el vuestro una niña, o al revés.
—¡No!— grita Vicky clavando sus ojos en Valerie—. Tienen que ser niños, los dos, porque si no yo dejaré de ser la pequeña.
—¿Y eso importa más que tu futuro?— suelto en una carcajada amarga.
Me giro para mirarla y ella hace lo mismo conmigo, pero la puerta se abre antes de que pueda volver a hablar y la pequeña corre hasta los brazos de mi padre.
—Papi, dile a Emma que seguiré siendo la pequeña cuando nazcan los bebés— solloza apretándose contra su pecho—. Y que no me importa si debo casarme con el hermano de Valerie solo para que ellas puedan estar juntas.
El corazón se me para y me olvido de respirar.
Miro a Valerie de reojo y me rompo más cuando una sonrisa asoma en su rostro, complacida por las palabras de mi hermana. Porque gracias a ella podremos seguir disfrutando de nuestra felicidad mientras la suya quizá nunca llegue a ocurrir.


Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora