41

0 0 0
                                    

Permanezco encerrada en mi cuarto durante la hora del desayuno y solo salgo de él cuando calculo que el comedor ya estará vacío de nuevo, donde mi plato de comida sigue en la mesa, aunque seguramente frío. Aún así, me siento y empiezo a comerlo despacio.
Me levanto minutos después y lo cojo para llevarlo a la cocina, pero un sirviente se ocupa de ello y yo me quedo donde estoy sin saber muy bien qué hacer. Porque al menos con Valerie podía seguirla a donde fuese, por mucho que las personas de su alrededor no se interesaran por mí en absoluto, pero ahora me he quedado sola sabiendo que pasaré a ser el centro de atención constante en tan solo unos días. Y creo que empiezo a entender por qué mi madre le tenía tanto miedo.
Seco con rapidez las lágrimas de mis mejillas y avanzo de nuevo por el pasillo para regresar a mi habitación.
-¡Emma! ¡Emma!- mi hermana corre hacia mí con una sonrisa más grande que ella y yo me agacho para estar a su altura cuando llega-. Vamos a ir al pueblo con los abuelos, ¿quieres venir con nosotros?- pregunta agarrando mis manos y dando pequeños saltos en el sitio, claramente emocionada por saber que serán el centro de atención durante el camino.
Alzo la vista para encontrar tanto a mis abuelos como a mis padres y me incorporo despacio volviendo a mirar a mi hermana.
-Pensaba que no nos dejaríamos ver hasta la fiesta.
Mis abuelos sonríen y miran a mi madre.
-Es una sorpresa para Ashley- anuncia mi abuelo acercándose a ella y tratando de acariciar su mejilla, pero se sacude y esconde la cara contra mi padre-. Quieres saber dónde están tus cuadros, ¿verdad?
Tan solo asiente en silencio apretándose más contra él, quién de nuevo la envuelve en sus brazos y deja un suave beso en su cabeza.
-Podemos contarlo como una actividad familiar- sonríe aún sin separar los labios de ella-. Creo que la última vez que hicimos algo parecido Vicky era un bebé.
Ambos me miran, supongo que esperando que sonría al evocar el recuerdo, pero lo único que puedo ver de ese día es a mí, jugando junto a Valerie, mientras mis padres disfrutaban de su pequeña de apenas unos meses de edad; claro que también jugaban con nosotras, pero decían confiar en que ya éramos bastante mayores para que pudiesen dejarnos explorar por nuestra cuenta sin su constante supervisión.
Otra lágrima resbala por mi rostro al recordar las sonrisas que no parábamos de regalarnos a la otra, aunque solo estuviésemos caminando en silencio y recogiendo del suelo cualquier cosa que nos parecía interesante guardar.
"Todavía no lo sabía, porque solo éramos niñas, pero siempre supe que había algo especial entre nosotras".
Sollozo pegándome a la pared y cerrando los ojos con fuerza, pensando en cómo es posible echar de menos a alguien que aún no se ha marchado. Que tan solo se encuentra a miles de kilómetros, seguramente tan destrozada como yo por todavía no poder estar juntas de nuevo.
-Vicky, ¿por qué no vas yendo con los abuelos al carruaje?- escucho a mi padre agacharse frente a la pequeña-. Nosotros iremos enseguida con Emma.
—No— murmuro apretándome más a la pared—. No he dicho que quiera ir con vosotros.
Un silencio se forma pudiendo ser conscientes de las respiraciones a nuestro alrededor.
—Id vosotros— anuncia mi abuelo dando un paso adelante—. Yo me quedaré con ella.
Abro los ojos para mirarle.
—No necesito una niñera.
Él enarca una ceja y respira hondo antes de acercarse por completo a mí. Intenta deslizar una mano por mi mejilla pero yo me aparto de inmediato.
Mi vista viaja hasta mis padres, asustada, y ellos avanzan colocándose a nuestro lado.
—No me importa esperar— dice mi madre esbozando una leve sonrisa—. Podemos ir al pueblo después de la presentación de las niñas. No creo que mis pinturas se muevan de donde están.
Victoria ríe con fuerza haciendo que todos la miremos y salta de nuevo hacia mí.
—¿Eso significa que ahora podemos jugar todos juntos?— pregunta entusiasmada.
Todos sonríen, todos se muestran felices por poder pasar tiempo en familia, especialmente mis abuelos por hacerlo de nuevo con mi madre, pero antes de que ésta pueda abrir la boca para contestar a la pequeña, me adelanto hacia ellos, quizás con demasiada brusquedad, y aprieto los puños.
-—No vamos a jugar juntos porque no he dicho que tengáis que quedaros— noto las miradas tensas sobre mí, así que cierro los ojos y respiro hondo—. Id todos al pueblo para que mamá pueda ver su sorpresa. Yo me quedaré aquí sola y...
—De verdad que no me importa hacerte compañía, Emma— interrumpe de nuevo mi abuelo, a quien le dedico una mirada de odio.
—He dicho que os vayáis.
Respiro hondo tratando de no temblar y de luchar con las lágrimas que amenazan con salir. Quiero decirles lo que pienso, que sepan por qué necesito tiempo para mí, pero eso solo me haría quedar como una egoísta. Así que me alejo en silencio sin añadir nada más, y lo bastante rápido para que nadie pueda hacerlo, y me encierro en mi habitación deslizándome por la madera hasta dejarme caer al suelo.


Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora