Epílogo

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Cinco años después
Trastabillo cuando choco con un cuerpo que dobla la esquina del pasillo.
—Perdón— exclama Vicky haciendo una reverencia perfecta y, al ver que soy yo, sonríe.
—No importa, cariño— dice Valerie a mi lado, rozando uno de los mechones de pelo de mi hermana—. Pero no deberías correr dentro del castillo, podrías hacerte daño— sonríe y me mira de reojo—. O hacerlo a otras personas.
—Estoy jugando al escondite con Brandon— explica encogiéndose de hombros.
—Pues en ese caso— me inclino hacia ella, cerca de su oído, para susurrar—: Creo que he visto a un niño entre los árboles del jardín.
Su sonrisa se ensancha y vuelve a corre5r en esa dirección.
—¡Recordad que la ceremonia es en cuatro horas!
—¡Lo sabemos!— grita antes de abrir una de las puertas al exterior.
—¿Qué vamos a hacer en ese tiempo?— sonríe Valerie acariciando el dorso de mi mano y dejando un lento beso en mi mejilla—. Aunque se me ocurre cómo hacer que las horas sean más cortas— susurra en mi oído.
Su voz suena a deseo y mi cuerpo responde a él, así que entrelazamos las manos y caminamos todo lo deprisa que podemos hasta la habitación, donde nuestros labios se juntan en cuanto la puerta se cierra.
Mi espalda choca con la madera y la sonrisa de Valerie se ensancha al ver mi expresión desbordada.
—Pensaba que íbamos a hacerlo despacio— vuelve a susurrar sin separar los labios de mi cuello.
Se aleja segundos después, cuando una respiración tan profunda me hace apretar los puños y pegarla más a mí.
—Deberíamos parar— habla alisando la falda de su vestido—. Si no esta noche no será tan especial.
Carraspeo imitando su gesto e ignorando el rubor que siento en las mejillas.
Nos besamos una última vez antes de salir de nuevo al pasillo e ir a comprobar que todo esté en orden para ello.
—¿Estás nerviosa?— la pregunta escapa de mis labios cuando llegamos a la puerta cerrada del salón de baile, donde seguramente miles de sillas y un arco nupcial ya estén colocados.
—¿Por haber conseguido luchar contra todo y poder estar juntas por fin?— se acerca despacio y deja un beso en mi frente entrelazando de nuevo nuestras manos—. Estoy emocionada, y deseosa de que llegue el momento de convertirme en tu esposa.
Me abrazo a ella con fuerza y escondo el rostro en su cuello.
—¿Vicky estará bien, verdad?— pregunto temblorosa al separarme.
Pero, por una vez, su sonrisa y la caricia en mi mejilla no me tranquilizan.
—Cada año que pasa va siendo más consciente de su deber— me recuerda, envolviéndome de nuevo en sus brazos—. Lo estará, Emma, tanto ella como mi hermano.
Asiento todavía con dudas y dejamos que el silencio inunde nuestra burbuja.

Mis dedos se aferran con fuerza al brazo de mi padre mientras caminamos hacia el altar, donde Valerie me espera sonriendo.
Apenas miro a su padre y a su hermano, sentados en primera fila, pero sí me detengo en los ojos de mi madre
—Papá— susurro casi en su sollozo a apenas metros de llegar.
Su rostro no pierde la sonrisa al mirarme.
—¿No querrás huir como hizo tu madre en su día, verdad?
Me abrazo a él con fuerza al detenernos por fin mientras las lágrimas corren por mis mejillas.
—Dile que la quiero— murmuro volviendo a clavar mis ojos en ella.
—Lo haré, mi niña— contesta en un susurro separándome y dejando un beso en mi frente.
Coloca mi mano sobre la de Valerie y aprieta la otra antes de tomar asiento.
Vicky me observa feliz a su lado y mi estómago se revuelve de nuevo.
—Alteza, ¿se encuentra bien?
Giro tan rápido la cabeza hacia el hombre que debo cerrar los ojos unos segundos para calmar el mareo, pero sonrío asintiendo y centrándome en lo que debemos hacer.
El hombre carraspea y dirige la vista al frente.
—Estamos aquí reunidos....
Sus palabras, todo su discurso, se pierde en mi cabeza cuando la sonrisa de Valerie vuelve a aparecer. Y todo ocurre deprisa y lento a la vez: nuestras voces asintiendo, las lágrimas de felicidad, los anillos deslizándose temblorosos por nuestros dedos, los miles de besos que vienen después, los aplausos de la gente que nos rodea y que habíamos olvidado que existían...
No quiero que termine y, sin embargo, lo hace. Y volvemos a estar en la habitación, deshaciéndonos de la ropa de la otra con avidez, como si no hubiésemos podido tocarnos hasta entonces cuando llevamos haciéndolo años.
—Te quiero, esposa mía— sonríe Valerie ya tumbadas en la cama, deslizando su mano por mi piel bajo las sábanas.
—Todavía no lo siento real— susurro cuando me acerca a ella para volver a unirnos—. Ni la boda ni la coronación de mañana.
Sus labios dejan de quemarme y pega su frente a la mía.
—Lo es, todo— acaricia mi mejilla y cierro los ojos por un minuto—. Lo hemos conseguido, Emma, estamos juntas y, mañana...— su voz tiembla por la emoción y observo las lágrimas en sus mejillas.
—Mañana seremos Reina junto a la otra— termino por ella imitando su gesto hacia mí.
Su ceño se frunce al no notar mi emoción pero acallo en un beso sus futuras palabras.
—Ha sido un día largo— me excuso girando despacio—. Y mañana también lo será, así que deberíamos descansar ahora todo lo que podamos.
Sus ojos se quedan en mi espalda por un tiempo infinito y, de hecho, creo que ni siquiera me dejan cuando me duermo.

Practico el discurso una última vez frente a mis abuelos antes de que las puertas se abran.
Camino entre ellos y Valerie, sintiendo mi corazón acelerarse a medida que nos acercamos a nuestros respectivos lugares.
Mi abuela pronuncia las palabras con las que dejará de reinar y después coloca su corona sobre mi cabeza con suavidad, igual que mi abuelo lo hace con Valerie.
Ambas nos miramos tomando su lugar y, tras mis propias palabras que llevo meses ensayando, la multitud estalla en aplausos..
—Es hora de saludar— susurra mi abuelo sonriendo y haciendo un gesto hacia el balcón, donde el pueblo espera por nosotras.
Vuelvo a apretar su mano y nos dirigimos despacio al exterior. Y ni siquiera hemos llegado a la barandilla cuando los vítores comienzan a llenar nuestros oídos.
—¡Salve a la Reina Emma, salve a la Reina Valerie!
Saludamos y reimos a causa de los nervios sin dejar de intercambiar miradas entre nosotras y ellos, pero también dejamos que vean nuestro amor, aunque sea solo por unos segundos.

—¿Te encuentras bien? Te he notado tensa durante toda la ceremonia.
El agua crea pequeñas ondas al girarme para mirarla, con nuestras manos entrelazadas en el fondo de la bañera.
—Es solo que hay cosas que me gustaría no saber— musito apoyándome de nuevo en su pecho.
—Te gustaría olvidarte de ellas y quedarte solo con lo bueno— sonríe dejando un lento beso en mi cabeza.
—Quiero que este momento lo sea— hablo casi en su sollozo girándome por completo hacia ella, pegando nuestras frentes y cerrando los ojos—. Quiero querer recordarlo para siempre y sonreír al hacerlo porque fue maravilloso.
—Hagámoslo— pronuncia con la voz entrecortada y se incorpora para colocarse sobre mí.
El tiempo se detiene cuando sus manos recorren mi cuerpo bajo el agua y sus labios lo hacen en mi piel, deslizándose desde mi boca hasta el comienzo de mi pecho y regresando después para volver a empezar.
—Te quiero— exclamo en su susurro que provoca su carcajada.
Nos miramos por unos segundos y nos unimos de nuevo dejando que el mundo desaparezca a nuestro alrededor.







Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora