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Mis padres están junto a mí cuando despierto.
-Mi niña- susurra mi padre acariciando mi mejilla con suavidad-. Me alegra que estés mejor.
-Quiero que Jared se vaya- hablo con la voz ronca de, seguro, llevar demasiadas horas dormida. Porque cuando me desmayé era de día y ahora lo vuelve a ser exactamente en la misma claridad.
Mi madre rodea mis hombros y me atrae hacia ella, apoyándome en su pecho.
-Papá intentó hablar con los reyes, pero parece que no consiguió que cambiarán de opinión respecto a la boda.
Frunzo el ceño y le miro, sabiendo que no ha contado nada de lo que pasó, al menos no a mi madre. "No merece más disgustos de los ya ha vivido por él" consigo leer en sus ojos y, al notarlo, aparta la mirada hacia la ventana y yo lo hago hacia el vientre de mi madre. Ambos se observan segundos después, poniendo su atención en el mismo punto que yo y mirándome con cariño.
Y sé que Jared se equivoca, en cómo mis padres encajaron la noticia de que esperaban un bebé por primera vez y en todo lo demás.
Pero su odio aún sigue presente en mis pensamientos por lo que cierro los ojos con fuerza para que se desvanezcan.
-¿Qué crees que pensarán tus padres de mí?- pregunto en un hilo de voz.
Escucho a mi padre acercarse de nuevo y unirse al abrazo entre mi madre y yo.
Respiro hondo y miro a ambos antes de volver a hablar en un sollozo.
-¿Cómo van a mirarme cuando sepan que, si no os hubieseis marchado, por mi culpa seríais una deshonra para su familia y la Corona?
-Tu hermano debería cerrar la boca- espeta mi padre mirando a mi madre por unos segundos antes de centrarse de nuevo en mí-. No hubiese sido tu culpa si el embarazo de mamá hubiese causado tensión dentro de la familia.
Suelto una carcajada ahogada por el llanto que mi madre no tarda en calmar acunándome entre sus brazos como cuando era pequeña. Y yo me separo de golpe cayendo en la cuenta de algo, así que miro a mi padre y frunzo el ceño.
-Dijiste que no podía preguntar- me quejo cruzándome de brazos-. Pero ahora me has dejado y, además, has contestado a ello. ¿Por qué?
-Yo se lo he pedido- dice mi madre-. Porque creo que ya es hora de que dejemos de ocultarte secretos.
-Nunca debimos hacerlo, para empezar- completa mi padre aunque su mirada se ensombrece.
-Si yo no fui el motivo por el que decepcionaste a tu padre- hablo apoyándome de nuevo en su pecho-. ¿Qué pasó?
Mi madre aprieta los labios y baja la vista a su vientre, el cual acaricia mientras responde.
-No lo sé- suspira y una lágrima resbala por su mejilla-. No sé qué ocurrió para que mi padre me odiase.
-¿No lo hizo antes, en ninguna ocasión?
Ella niega despacio y esboza una leve sonrisa.
-Me adoraba, y yo a él- explica en un sollozo-. Decía que estaba orgulloso de mí, que era lo mejor que podía haberle pasado después de mi madre.
-Es como si papá ahora lo hiciera conmigo o con Vicky- susurro apretándome más.
Respira hondo de nuevo y sus manos se cierran en torno a mi espalda.
-Exacto.
-Yo nunca haría eso si...
-No- le interrumpe mi madre incorporándose-. No lo hagas, Eric. No des por echo algo que no sabes si sucederá, porque yo lo hice con mi padre.
Se levanta despacio para acercase a ella y envolverla con cuidado entre sus brazos. Ambos somos conscientes de sus temblores a causa de los recuerdos, por lo que agarro su mano y la aprieto con suavidad en un intento de reconfortarla.
-No llegué a peinarte por la mañana- hablo en un tono suave de voz, haciendo que los dos me miren-. Pero puedo hacerlo ahora, si quieres.
Mi madre sonríe y se separa de mi padre para ser quien me abrace.
-Sí- susurra besando mi cabeza-. Hacerlo ahora sería fantástico.
Nos levantamos y caminamos sin que me suelte, pero mi padre me retiene cuando salimos al pasillo.
-No sigas preguntado- me advierte muy bajito para que solo yo lo escuche-. No queremos que mamá...
-Lo sé- respondo dando un paso atrás-. No sería bueno para el bebé, tampoco.
Su expresión cambia ante mis palabras por una que no consigo identificar, por lo que me giro para seguir a mi madre hasta su habitación.
-Espero que sea tan bonito como el de ayer- sonríe al acercarme, ya sentada frente al espejo.
Imito su gesto comenzando a deshacer su peinado y cepillando su cabello después, pero me detengo a los pocos segundos al sentir un ligero temblor en mis manos por las dudas que mi cabeza me sigue planteando, aunque solo una es la que ocupa la mayoría de ésta.
-¿Papá y tú me quisisteis?- susurro apretando la parte de cabello que tengo entre mis manos.
Mi madre me mira a través del espejo en una mueca de confusión, pero vuelve a sonreír y se gira para tomar mis manos y sentarme en su regazo.
-Siempre- contesta besando mi cabeza con cariño-. Fuiste la primera, y eso siempre es especial- me separa para que la mire, sus ojos brillando de felicidad y los míos aún temerosos-. Tú eres la razón por la que aprendimos que puedes amar a alguien incluso antes de conocerle.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas y ella las aparta con suavidad, ampliando su sonrisa y apretándome contra su pecho.
-Odié al bebé- confieso en un sollozo-. Y a Vicky también, al principio, porque sentía que había algo conmigo que no estaba bien, como si yo no debiese existir y ella...
-Chssst- susurra mi madre acunándome de nuevo-. No eres un error, Emma.
Me separo para mirarla aunque apenas lo consigo por las lágrimas que cubren mis ojos, así que me vuelvo a abrazar a ella y dejo que me tranquilice en silencio.
-Gracias por quererme- digo bajito tras unos segundos acurrándome más en su pecho.
-Siempre, mi niña- repite dejando un suave beso en mi cabeza.

Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora