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—¿Estás nerviosa por conocer a tus abuelos?— pregunta Valerie sonriendo acariciando mi mejilla—. Puedo dejarte uno de mis vestidos para que luzcas como lo que eres y les causes una mejor impresión.
Niego con la cabeza y me giro dándole la espalda, cruzando los brazos sobre mi pecho.
—Da igual lo que me ponga— susurro encogiéndome—. No me aceptarán.
—Emma...
Valerie intenta pegarse más pero lo impido levantándome de golpe.
—No— exclamo abrazándome a mí misma—. No lo harán porque Jared tiene razón— cierro los ojos con fuerza recordando todas sus palabras—. Yo no debería existir, solo fui un error de un descuido que tuvieron mis padres y nadie me aceptará como Princesa por lo que soy en realidad.
Sus brazos me envuelven con suavidad por la espalda y apoya la barbilla en mi hombro con cuidado.
—¿Qué crees que eres?— susurra rozando los labios en mi cuello.
La miro furiosa conmigo misma y me giro para abrazarla con fuerza, rompiéndome en sollozos segundos después.
—Sé que, por mucho que lo nieguen, mis padres se habrían alegrado si me hubieran perdido a mí en vez de al segundo bebé. Porque ahora, por mi culpa, mis abuelos les odiarán tanto como Jared lo hace conmigo.
—Solo te odia porque sabe que puedes quitarle su lugar— susurra acariciando mi cabello—. Y estoy segura de que tus abuelos serán comprensivos contigo cuando te conozcan, porque lo que ocurrió no fue culpa tuya, Emma. Tú no puedes elegir cuándo nacer.
Me aprieto más a ella apoyada en su pecho y Valerie camina despacio hasta tumbarnos de nuevo en la cama.
—¿Me sigues queriendo ahora con todo lo que sabes de mí?— sollozo sin atreverme a mirarla, pero Valerie levanta mi barbilla haciendo que lo haga y se acerca juntando nuestros labios en un dulce y largo beso.
—Te quiero incluso más que antes— sonríe al separarnos e imito su gesto.
Vuelvo a atraparla con vehemencia colocándome sobre ella y apretándola contra el colchón, haciendo que cierre los ojos y sus manos comiencen a recorrer mi cuerpo por encima del vestido.
No tardarmos en dejar que el deseo y la pasión se apoderen de nosotras y, a los pocos segundos, ambas ropas se encuentran tiradas en el suelo, tan solo el tacto de la otra y las sábanas rozando nuestra piel.

—¿Puedes peinarme como cuando era pequeña?— pregunto temblorosa acercándome a mi madre, sentada en su tocador.
Ella me mira de reojo sin dejar de mover las manos por su cabello hasta que consigue el recogido que esperaba.
—Siéntate— dice de forma seca mientras se levanta y yo ocupo su lugar—. No estés tan tensa o no saldrá bien— murmura con las manos en mis hombros.
—Lo siento.
Respiro hondo apretando la tela de mi vestido y sonrío levemente como señal de que puede empezar.
El cepillo se desliza con suavidad y yo evito mirarla en todo momento, posando la vista en mis manos o en las horquillas del tocador que van desapareciendo con lentitud.
—Ésto ha sido idea tuya— habla bajito quedándose quieta— ¿Por qué estás tan incómoda, entonces?
Alzo la cabeza para mirarla pero las lágrimas empañan mi visión aunque no hago nada para quitarlas.
—¿Estás nerviosa por conocer a tus abuelos?— pregunta deslizando una mano por mi brazo.
Cierro los ojos ahogando un sollozo y la escucho arrodillarse a mi lado.
—Te querrán, Emma— sonríe apartando las lágrimas que vuelven a caer—. Igual que lo hicimos tu padre y yo cuando...
—¡Cállate!— grito levantándome de golpe, alejándome de ella—. ¡No digas que lo harán cuando sabes que no es así! ¡Que me odiarán de la misma forma que Jared porque él tiene razón, porque nunca debería haber existido y solo soy un error que cometisteis por no ser responsables!
Observo cómo aprieta los puños mientras se incorpora y yo vuelvo a retroceder.
—Si hubieses sido un error tu padre y yo te habríamos abandonado— habla pensando si acercarse o quedarse donde está—. Pero te mantuvimos con nosotros, Emma, y te cuidamos lo mejor que supimos hacer. No creo que puedas decir que no fuimos responsables contigo.
—Pero si os hubieseis quedado...
—Habría sido igual— responde bajito dando un par de pasos hacia mí—. Te habríamos querido, te habríamos cuidado y te habríamos protegido de cualquiera que quisiese hacerte daño.
—¿Aunque hubiesen sido tus padres?— sollozo acercándome un poco.
Mi madre pestañea varias veces, confusa, y respiro hondo para explicarme.
—Si hubiesen sido tus padres quienes quisiesen hacerme daño para deshacerse de mí, ¿lo habrías impedido?
Siento su respiración cortarse por un segundo y se deja caer en la silla con la vista clavada en el suelo.
—Sí— contesta al final, levantándose de nuevo y acercándose del todo a mí—. Claro que lo hubiese hecho, porque eres mi niña y te amo con todo mi corazón. Igual que tu padre.
Sonrío abrazándola con fuerza, cayendo al suelo del impulso, haciendo que riamos y sin ninguna intención de volvernos a levantar, al menos de momento.
—Siento haber vuelvo a dudar— susurro mientras su mano acaricia mi espalda con suavidad.
Ella deja un pequeño beso en mi frente y sonríe apartando un mechón de mi rostro.
—No importa— dice volviendo a apoyarme en su pecho—. Así puedo recordarte lo mucho que te quiero y cuán importante eres para mí. Para todos nosotros.
Cierro los ojos y me centro en su respiración, logrando que la mía se acompase a los pocos segundos.
—¿Ashley?— escuchamos la voz preocupada de mi padre— ¿Qué haces en el suelo? ¿Estás bien? ¿Qué ha...
Esbozo una gran sonrisa cuando sus ojos se encuentran con los míos y él suspira de alivio sentándose en la silla.
Mi madre suelta una carcajada levantándose y se acerca para colocarse sobre su regazo, un brazo pasado por su cuello y el otro apoyado en su hombro.
—Tranquilo, Eric, solo estábamos hablando.
Mi padre intercala la vista entre ambas un par de veces y se centra en ella de nuevo.
—La próxima vez hacedlo en la cama, por favor— la aprieta contra su pecho y deja un corto beso en su cabeza—. No quiero pensar que te ha pasado algo y no he estado ahí para evitarlo o al menos ayudarte.
—Estoy bien— susurra acariciando su mejilla y juntando sus labios por unos segundos—. Emma me necesitaba, eso es todo.
Abrazo mis rodillas sin dejar de obsevarles, sin dejar de ver cómo se pierden en el otro de la misma forma que Valerie y yo lo hacemos, sin dejar de pensar que pronto podremos mostrar al mundo nuestro amor al igual que ellos y los reyes.
Siento la urgente necesidad de estar con ella y me levanto para salir a buscarla, encontrándola junto a sus padres y Jared en el comedor esperando para la cena.
Ignoro las miradas y me acerco con rapidez a su lado, tomando su mano y levantándola despacio.
—Creo que podemos contarlo— susurro sonriendo en su oído para que sólo ella me escuche.
Valerie se separa y, con los ojos brillantes de emoción, junta nuestros labios al tiempo que todo desaparece alrededor.

Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora