Mi abuelo suelta una carcajada que dura varios segundos, a lo que mi abuela le dirige una mirada de reproche cuando el silencio vuelve a hacerse presente. Él se encoge un poco bajando la vista al suelo y yo esbozo una pequeña sonrisa.
-Creo que sería extraño para el pueblo que la Corona pasase directamente a Emma después.
Observo a mi madre apretar los puños y sus ojos relucen de nuevo.
Mi abuela respira hondo y se acerca a ella, colocando una mano en su hombro con suavidad.
Y ella me mira de pronto a mí, solo a mí, con odio y rabia y cualquier otro sentimiento que la hace temblar sin poder detenerlo.
-Ashley- vuelve a hablar mi abuela, apretando su agarre para que no pueda atacarme de ninguna forma.
Aunque ya lo ha hecho.
-Quiero hablar a solas con vosotros- exclamo dando un paso hacia ellas, mirando después a mi padre-. Dejadnos, por favor.
Él no tarda en asentir y en agarrar a mi madre con suavidad para salir despacio de la habitación, dedicándome una mirada de apoyo antes de cerrar la puerta.
-No podéis obligarla- hablo tras unos segundos en silencio, provocando que ambos ojos marrones se posen en mí-. No podemos obligarla. Porque aunque todos sepamos que mi madre sería perfectamente capaz de gobernar a su manera, ella no lo hace. Y sea cual sea el motivo, no podemos forzarla a que haga algo que no siente como suyo.
De nuevo, sus palabras de la otra noche invaden mi cabeza y cierro los ojos con fuerza. Que sentía que podría haberlo intentado si no se hubiese marchado, pero ese razonamiento choca con el de la historia que me contó. Son incompatibles y, a la vez, siento que funcionan bien juntos. Porque quizá las constantes quejas de mi madre solo eran una llamada de atención para que comenzasen a prepararla cuanto antes hacia el Trono. O quizá no y solo lo hacía para... No lo sé, la verdad.
Respiro hondo y aprieto los puños así como mis párpados, notando todavía las miradas de mis abuelos.
-¿No sería mejor hacerla ver que se equivoca?- pregunta él en voz baja- ¿Hacerla ver de lo que todos sabemos que es capaz?
-No podemos si va a estar huyendo siempre, Oliver.
-Quizá solo necesita... ayuda- titubea respirando hondo-. Enseñarla desde abajo, como si volviese a ser una niña.
Mi abuela alza una ceja y se cruza de brazos.
-¿Visitas al pueblo para que la vean y saludar a la gente en las recepciones en el castillo?
Él se encoge de hombros.
-Sería un buen principio, pero haciéndolo bien esta vez.
-Te olvidas de su pánico escénico, y de que la vez que tenía que repartir las máscaras en aquel baile prefirió huir junto a Eric que intentar ser una buena anfitriona.
-De nuevo, porque no la habíamos enseñado.
Mi abuela suelta un suspiro cansado y se pasa una mano por la cara de igual manera, pero se abraza a sí misma como si también estuviera asustada.
-Podríamos habernos ahorrado todo esto si no hubiese querido que no fuese como yo- musita encogiéndose un poco-. Si la hubiésemos enseñado desde pequeña en vez de dejarle toda la libertad que yo no tuve en su momento.
Sonrío de nuevo porque ambas hayan llegado, al fin, a la misma conclusión, mientras que mi abuelo se acerca y la abraza con suavidad dejando un largo beso en su cabeza.
Me mira sin separarse, pidiéndome en silencio que les deje a solas, así que hago una pequeña reverencia y salgo al pasillo cerrando la puerta despacio tras de mí.
Los ojos brillantes de mi hermana y su enorme sonrisa me observan desde abajo y yo doy un respingo chocando con la madera. La pequeña suelta una carcajada y agarra mis manos tirando con todas sus fuerzas para que la siga.
-¿A dónde vamos?- pregunto cuando casi hemos echado a correr.
Vicky vuelve a reír y me mira por un segundo sin detenerse.
-Es una sorpresa.
Y a mí me gustan las sorpresas, así que me mantengo en silencio hasta que nos detenemos frente a una puerta cerrada.
-Tu primero- anuncia en una reverencia demasiado exagerada.
-Gracias- respondo imitando su gesto y ambas reímos.
Mi padre se gira en su asiento al oírnos entrar, sonriendo como cada vez que nos ve. Mi madre, en cambio, mantiene la vista en las cartas que se encuentran sobre la mesa.
-¿Vamos a jugar los cuatro?- pregunto mirando a la pequeña- ¿Esa era la sorpresa?
Asiente enérgicamente y corre para sentarse en una de las dos sillas que quedan vacías, y yo me acerco despacio segundos después ocupando la otra.
-Vicky dice que ha inventado un juego- explica mi padre mirándola y ella vuelve a sonreír.
Mi madre cierra los ojos y aprieta las manos con fuerza a mi lado, como si quisiera deshacerse de los pensamientos en su cabeza, respira hondo y mira sonriendo a la pequeña.
-Dinos cómo se juega- pide con claro nerviosismo en la voz.
Mi hermana asiente y se arrodilla en la silla para llevar todas las cartas a su lado.
Apenas escucho sus reglas pero juego de igual manera, en silencio, viendo cómo ríe cuando la torre de cartas se derrumba bajo el torpe pulso de mi padre a lo pocos minutos de empezar.
-Oh, vaya- exclama sonriendo observando a la pequeña- ¿Ahora tengo que quedarme sentado mirando cómo jugáis las tres?
Vicky asiente sonriendo y hace un gesto a mi madre para que empiece a construir la torre de nuevo.
Las cartas se tambalean cuando las coloca y caen a los pocos segundos, pero a diferencia de mi padre, ella nos mira asustada y se levanta de golpe saliendo a paso airado de la habitación.
Un silencio incómodo inunda la sala y, cuando mi padre va a levantarse, lo hago yo primero para seguirla, justo a tiempo de alcanzarla antes de que se encierre en su cuarto.
Sus ojos grises parecen más claros por las lágrimas y suavizo mi agarre en su brazo.
—Eres la última persona con la querría hablar ahora mismo— gruñe liberándose con brusquedad.
Abro la boca pero ningún sonido sale de ella, así que señalo la puerta de su habitación indicándole que ya puede entrar. Lo hace tras un segundo de duda, mientras yo agacho la cabeza y las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas.
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Royal Secret (Reales III)
Romance*Historia sin corregir* Emma ha crecido rodeada de joyas, vestidos preciosos y tiaras. Pero ninguna de esas cosas le corresponde a ella o a su familia. Viviendo bajo un protocolo que no le incumbe pero que intenta seguir lo mejor posible, a sus 15 a...