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Mis padres, Vicky, los reyes y Jared nos observan en silencio cuando damos por finalizado el beso.
Valerie agarra mi mano y se centra en su padre.
-No quiero casarme con Jared, papá- habla completamente sería dando un paso hacia él-. Quiero a Emma, y es con ella con quien quiero pasar el resto de mi vida, con quién quiero gobernar.
-Con quién no puedes formar una familia y no puedes dar descendecia a la Corona- termina el rey con la vista al frente.
Valerie suelta una carcajada y señala a su madre con la cabeza.
-De eso puede encargarse mi hermano cuando sea mayor.
-No vamos a esperar otros quince años para asegurar el linaje de la familia, Valerie.
-¿Por qué no?
El rey golpea la mesa y se levanta furioso.
-¡Porque tú eres la heredera! ¡Tú eres quien debe gobernar y tus hijos deben ser quienes ocupen el Trono después! ¡Y eso no podrá ser posible si Emma y tú permanecéis juntas!
Valerie aprieta los puños y respira hondo, poniéndose tan recta como le es posible.
-Entonces desheredame- contesta con odio en su voz-. Quítame la Corona, quítame todos los privilegios y destierrame si es necesario. Pero no pienso cambiar de opinión respecto a mi futuro.
Un silencio tenso crece en el ambiente antes de que me obligue a caminar sacándonos de allí.
Nos encerramos en su habitación y se deja caer en la cama con el rostro hundido en la almohada.
-Tal vez no era el momento oportuno- digo en un hilo de voz acercándome temblorosa.
-Nunca sería el momento oportuno- habla incorporándose y haciéndome una seña para que me siente a su lado-. Sabíamos que ésto podría pasar, que mi padre no nos aceptaría por solo importarle su deber hacia la Corona.
-Es su deber como rey, ¿no?- pregunto tumbándome sin dejar de mirarla.
Valerie enarca una ceja y se cruza de brazos.
-¿Y qué hay de su deber como padre? ¿No debería procurar sobre todo que su hija sea feliz?
Me acerco para besarla con suavidad y la atraigo hacia mí apoyándola en mi pecho.
-Creo que la Corona siempre prevalece sobre la familia- suspiro cerrando los ojos.
—Pues tú has tenido suerte, entonces— contesta en una carcajada y me separo para mirarla con el ceño fruncido—. Tus padres han estado contigo todos éstos años, a tu lado, cuidando de tí— su voz se va rompiendo con cada palabra y aprieto sus manos con suavidad—. Mientras que yo he tenido que ver cómo los míos estaban demasiado ocupados para prestarme atención y, cuando la reclamaba, mi padre se enfadaba diciendo que una Princesa no debía portarse así.
Intento recordar las veces que aquello ocurrió: bailes en los que Valerie y yo jugábamos entre la gente y, aunque los reyes no nos decían nada, sé que esperaban de su hija un comportamiento mejor, a pesar de que sólo teníamos seis años. También la vez en la que, durante una cena de estado, Valerie trataba de contar algo a sus padres y cómo éste la mandó callar alegando que no era importante, por lo que la pequeña se levantó y salió corriendo hasta su habitación, creando un momento incómodo en la mesa desde entonces; todavía puedo escuchar los murmullos de la gente sobre el comportamiento de la futura reina, aunque solo tenía diez años.
—Tu familia lo ha sido más para mí que la mía propia— solloza devolviéndome a la realidad.
—Tus padres te quieren, Valerie— susurro acariciando su mejilla.
Ella niega con la cabeza y vuelve a apoyarse en mi pecho, abrazándome con fuerza.
—No tanto para dejarme ser feliz de verdad.
Cierro los ojos respirando en profundidad, deseando por un momento que todo sea más fácil. Que, si tan solo Jared no estuviera aquí, si el rey no estuviese tan empeñado en conseguir una alianza, nuestra confesión de hace unos minutos habría sido diferente. Los reyes, aun sorprendidos, se habrían alegrado por nosotras, mi padre habría sonreído orgulloso por haber desvelado al fin la verdad y mi madre y Victoria habrían alegado que ya lo sospechaban desde hacia tiempo.
Pero los sollozos de Valerie me hacen volver de nuevo a la realidad y querer no haber desvelado nada.
Las lágrimas también recorren mis mejillas y nos tumbo a ambas despacio, dejando que solo nuestras respiraciones entrecortadas se escuchen en la oscuridad.

—Alteza, despierte, los reyes de Dreaulux llegarán en unas horas y debe estar lista para recibirles junto a su familia.
Valerie gruñe incorporándose todavía adormilada y yo me levanto riendo para acercarme a la puerta cerrada.
Esbozo una amable sonrisa a la chica tras ella, que frunce levemente el ceño al verme en la que no es mi habitación.
—Gracias— contesto ignorando su mirada—. Yo me encargaré de preparar a la Princesa, así que puede decir a sus compañeras que no deben preocuparse por nada hoy.
La doncella abre la boca para protestar pero vuelvo a cerrar la puerta sin darle tiempo a hacerlo.
Observo a Valerie enarcar un ceja sin dejar de sonreír mientras se acerca despacio.
—Supongo que nos ayudaremos a prepararnos juntas— dice envolviendo mi cintura con los brazos y atrayéndome hacia ella, rozando su nariz y la mía con suavidad.
Sonrío juntando nuestros labios por unos segundos.
—Creo que sí quiero vestirme elegante para la ocasión.
Despacio, agarra mis manos y tira de ellas para llevarnos frente a su armario. Cantidad de vestidos perfectamente colocados en el interior parecen querer ser el adecuado para que lo luzca delante de los reyes, delante de mi familia, delante de los abuelos que por fin conoceré.
—Elige el tuyo primero— susurro pasando los dedos por la tela de uno de ellos.
Y así lo hace. Segundos después un vestido de color rosa pálido, casi blanco, con mangas largas finas se encuentra en mis manos mientras Valerie se desviste con cuidado.
La ayudo a ponérselo y después caminamos hacia el tocador para arreglar su cabello.
—¿Qué le apetece hoy, Alteza?— pregunto tratando de imitar la voz de una doncella.
Valerie coge el cepillo y me lo entrega mientras piensa un recogido. Su ceño levemente fruncido y los labios apretados por la concentración hacen ampliar la sonrisa en mi rostro.
—Creo que lo dejo a tu elección— habla tras unos segundos.
—Muy bien— contesto empezando a deslizar el cepillo—. No me hago responsable en caso de que sea un desastre.
—¡No lo harás!— exclama riendo mirándome a través del espejo.
Hago una mueca divertida enredando los dedos en algunos mechones pero, antes de que pueda hacer nada, Valerie se gira besándome de nuevo, más largo y profundo ésta vez.
—Creo que deberíamos vestirte a tí primero— sonríe al separarse.
—No me importa esperar— susurro cerrando los ojos—. Prefiero que terminemos contigo, ya que tú eres a quién...
—Hoy no seré soy yo, Emma. Tú también serás observada por todos, especialmente por tus abuelos, y tal vez sea el momento de hablar con ellos sobre lo que quieres de verdad.
—¿Qué es lo que quiero?— pregunto con la voz entrecortada apretando las manos en torno a ella.
La escucho reir bajito y me apoya en su pecho para abrazarme con suavidad.
—Todo lo que por derecho pertenece a tí y a tu familia.
—No— susurro separándome evitando mirarla—. Ya no lo hace. Jared dijo que la línea de sucesión se rompió cuando mis padres se marcharon, así que nada de esa vida me pertenecerá nunca de forma legítima.
Valerie sonríe y vuelve a tomar mis manos llevándolas hasta su pecho.
—Pero sí podrá ser tuya. Todo lo que siempre quisiste desde pequeña, ser el centro de atención en los bailes, llevar preciosos vestidos y tener millones de tiaras que no sabrías cuál elegir— se acerca a escasos centímetros de mis labios y siento cómo mi cuerpo comienza a temblar—. Que podamos estar juntas sin que la gente noble te analice por no ser alguien especial.
Un recuerdo viene a mi memoria, donde jugaba tranquilamente con Valerie a los ocho años mientras sus padres atendía una reunión importante en la habitación contigua a donde nos encontramos; como al salir de ella, varias personas se quedaron mirándonos en silencio, algunas con visibles muecas de desaprobación porque la Princesa se relacionase con una niña que solo vivía en el castillo porque sus padres trabajaban en él.
Y pienso en el día que Valerie hizo público su compromiso. Cómo me sentí rodeada de personas de la alta sociedad y campesinos, sabiendo en el fondo que nunca podría pertenecer a la primera pero, por cómo me trataban los reyes, tampoco lo haría nunca con la segunda.
Cómo mi vida ha estado envuelta en mentiras y secretos desde que nací y, ahora que los conozco, no sé si alegrarme u odiar a todos por ello.


Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora