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El entierro ocurre apenas unos días después, cuando la Princesa y el Rey han terminado de velar en privado a su madre y esposa.
Solo ellos, porque son la verdadera familia, incluso si han acogido a la mía como parte de ella durante años.
-He escrito a mamá explicándole lo sucedido.
Observo a mi padre a través del espejo mientras termino de peinarme y él se levanta para acercarse y dejar un beso en mi mejilla.
-¿Crees que se enfadarán por no haberse podido despedir?
Entrecierra los ojos y aprieta el respaldo de mi silla.
-Nosotros tampoco lo hemos hecho, en realidad.
Porque nadie se esperaba que ocurriese. Porque la reina estaba bien y, de pronto, algo que nadie puede controlar, por mucho que quiera, nos la ha arrebatado.
Las lágrimas amenazan con salir y cierro los ojos con fuerza para evitarlo. Y sé que no podré soportar el entierro.
No soportaré ver a Valerie romperse, como ha estado haciendo cada vez más estos días. No soportaré los llantos del bebé, ajeno a la realidad y a quién tendrán que explicarle lo ocurrido en algún momento, quizá cuando tenga edad para comprender. No soportaré a la gente, quienes han podido acercase al castillo para preguntar por la salud de la reina, esperando mejoras cuando solo iba a peor a medida que los días pasaban.
-¿Me van a culpar?- pregunto en un hilo de voz permitiendo las lágrimas-. ¿Soy la culpable de que Valerie no haya estado junto a su madre estos meses y no haya podido...
Los sollozos me impiden continuar y me inclino hacia delante, cogiendo todo el aire que de pronto me falta.
-No tienes culpa de nada, Emma- mi padre se acuclilla a mi lado y gira mi cabeza con suavidad para que le mire-. Valerie eligió ir a verte y quedarse todo ese tiempo, y seguro que a su madre le hizo feliz saber que su hija estaba junto a la persona que quería, en vez de en un sitio del que solo deseaba escapar- sus dedos limpian mi rostro y un suave beso cae en mi frente.
-¿Como los abuelos con mamá?- mi padre frunce el ceño y sus manos se aprietan un poco en mis mejillas- ¿Crees que se hubiese culpado si alguno de ellos...
-No se te ocurra pensar así ni por un segundo- me corta levantándose despacio-. Y esto no tiene nada que ver con tu madre, ¿entendido? Así que deja de actuar como si fuese lo único que ahora te importa.
Su mirada se clava en la mía por segundos eternos y siento mi corazón encogerse más cuando se da la vuelta para marcharse.
-No tardes demasiado, te esperamos en la entrada del castillo- dice antes de cerrar la puerta.
Otro sollozo inunda la estancia mientras mis manos se aprietan con fuerza a la falda de mi vestido y mis párpados se vuelven a cerrar.
Y decido, de nuevo, que no voy a ir. Así que me levanto para poner el cerrojo a la puerta y que nadie pueda molestarme.
Escucho su respiración incluso antes de apoyar la mano en la madera.
-Emma- su voz sigue dolida y me paraliza por un segundo, como si hubiese olvidado la razón y tuviese que descubrirla por mi cuenta-. Por favor, te necesito. Te necesito hoy más que nunca.
Respiro hondo y abro la puerta despacio para que vea que yo también estoy sufriendo. Pero sus ojos están fijos en sus manos, las cuales se aprietan en la falda de su vestido. Algunos mechones escapan de su recogido y resaltan sobre la tela oscura.
-Lo siento.
Es lo único que puedo decir antes de que nos lancemos a los brazos de la otra, llorando en silencio como hemos hecho estos días.
-Vamos- habla de nuevo minutos después, separándose para mirarme y tratando de esbozar una sonrisa-. Se enfadarán si tardamos más de lo necesario.
Acaricio su mejilla y dejo un lento beso en su frente, volviendo a tumbarla sobre mí por unos instantes.
-No puedo, Valerie- sollozo apretándola con fuerza.
Su risa suena ahogada cuando se separa y yo desvío la vista de la suya.
—Era mi madre, y prácticamente fue la tuya también. Igual que Ashley conmigo— agarra mis manos y tira con suavidad para que la mire. Lo hago—. Éramos dos familias, sí, pero a veces parecíamos ser solo una.
Las lágrimas salen de nuevo, porque la dulzura en su voz era lo último que quería escuchar, y vuelvo a abrazarla con fuerza.
—No he soltaré hasta que el oficio haya terminado— dice acariciando mi cabello—. E incluso me quedaré a tu lado después, si quieres.
Ahora soy ya la que ríe aunque no me separo.
—¿No tendría que ser al revés?
—Chicas— mi padre rompe nuestra burbuja y Valerie se gira hacia él—. Hay que irnos o llegaremos tarde.
Ambos comienzan a andar sin ser conscientes de que permanezco inmóvil, aunque Valerie lo hace cuando trastabilla al no haber soltado mi mano. La escucho respirar hondo antes de girarse de nuevo hacia mí.
Pero no dice nada y tan solo deja un largo beso en mi frente, yendo después junto a mi padre.
Les observo caminar despacio hacia la entrada, tal vez dándome una oportunidad de cambiar de opinión y correr con ellos, pero en lugar de eso doy media vuelta y me encierro en mi habitación.

Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora