—¿Por qué no podemos volver al principio?— susurro al tiempo que Valerie me pega más a ella.
Sus labios rozan los míos y una pequeña sonrisa aparece en su rostro.
—Creo que, ahora que tus abuelos saben la verdad, habrá más posibilidades de poder quedarnos juntas para siempre.
—O tal vez no— cierro los ojos apoyando mi frente en la suya—. Quizás ahora sea incluso peor que antes, cuando tú querías mantenerme en secreto y yo solo salir a la luz— me incorporo, frustrada, tapando la cara con las manos por unos segundos—. Puede que fuera mejor seguir escondidas del mundo— la observo hacer una mueca y volver a juntarse a mí.
—Técnicamente el mundo aún no lo sabe— sonríe dejando un pequeño beso en mi cabeza.
Tras unos segundos, suelta una risita que me hace fruncir el ceño y, al mirarla de nuevo, su sonrisa es tan grande que parece que va a llegar a sus ojos.
—No sé si quiero saber lo que estás pensado— hablo despacio separándome.
—El mundo aún no lo sabe, Emma— repite casi en una exclamación de alegría.
Abrazo mis rodillas apoyando la barbilla en ellas e instándola a continuar con un gesto.
—Puede hacerlo. Podemos gritar al mundo cuánto nos queremos sin importar lo que piensen.
—Creo que no te sigo.
Valerie pone los ojos en blanco y agarra mis manos tirando de ellas con fuerza para salir de la habitación, sin soltarme en ningún momento mientras corremos por los pasillos.
—¡Mamá! ¡Papá!— exclama cuan niña pequeña al verles a lo lejos.
La mujer nos recibe con una sonrisa y el hombre tan solo con una mirada gélida, tal vez sabiendo lo que Valerie quiere decirles.
—¿A qué viene tanta exaltación?— pregunta cruzándose de brazos.
Valerie sonríe de nuevo y me mira antes de volver a ellos su atención. Pero un fuerte ruido a lo lejos le impide empezar a hablar y todos corremos en esa dirección.
—¡Ésto es culpa tuya!— escuchamos sollozar a Jared a medida que nos acercamos.
Los reyes se detienen en la puerta junto a su hija y yo me acerco hasta mis padres, los cuales se encuentran con mis abuelos quienes tratan de calmar al príncipe.
—No deberías estar aquí— susurra mi padre colocándome tras de él, al lado de mi madre.
—¿Qué ha pasado?— pregunto en el mismo tono de voz sintiendo las uñas de mi madre clavarse en mis brazos.
—Jared, por favor. Comprende que era necesario hacerlo para...
—¡Cállate!— grita de nuevo empujando a su padre con fuerza, haciendo que tropiece y caiga al suelo— ¡No me importan las razones! ¡Solo me importa que me habéis mentido! ¡A mí y a todo éste reino!
Sus ojos se clavan en los de Valerie por un momento y después regresa la atención a sus padres, soltando una carcajada y acercándose despacio a ellos.
—Vuestra Princesa debía aparecer, ¿verdad? Siempre ha sido lo único importante para vosotros. Ella, y no yo. Nunca os habéis preocupado por mí de la misma forma que hacíais con Ashley.
Mi madre se aprieta más a mí dejándome atrapada entre su cuerpo y el de mi padre.
—Llévate a tu madre de aquí— murmura sin mirarme y yo no hago más que obedecer para protegerla.
La obligo a caminar, aunque despacio, hasta llevarla con Valerie y los reyes, quienes no dudan en ayudarla con cuidado.
—Te llevaremos a tu habitación para que descanses— sonríe la reina al ya estar alejados de la que, seguramente, se convertirá en otra pesadilla para mi madre.
Y volveremos a escuchar gritos y sollozos de madrugada, donde me levantaré preocupada y correré hasta su habitación para tranquilizarla junto a mi padre.
Cierro los ojos deteniéndome por un momento para borrar esa idea de mi cabeza, porque mi madre nunca eligió sufrir de la forma en que lo hace.
—Me quedaré con ella— anuncio mientras la reina la ayuda a tumbarse en la cama despacio.
Los tres presentes asienten en silencio y espero a que se marchen para colocarme a su lado.
Sus llantos no tardan en inundar el lugar y la abrazo con fuerza contra mi pecho.
—Debería haberle querido— solloza sin separarse—. Así ellos lo hubiesen hecho también.
—Pero te hacía daño— recuerdo las palabras de mi padre hacia él cuando anunció que los suyos vendrían—. No está bien querer a quien ni siquiera le importas. A quien te hiere tan solo para buscar su placer.—¿Mamá?— pregunto aún adormilada al sentir que se aparta de mí con brusquedad.
Su respiración irregular, su mirada aterrada y sus leves temblores me hacen saber de inmediato que ha tenido una pesadilla, por lo que me acerco de nuevo despacio para volver a apoyarla en mi pecho.
—Solo ha sido un sueño— murmuro acariciando su cabello con suavidad.
Pero sus nervios no cesan y solo se me ocurre una forma de que lo hagan.
—Vamos con papá— susurro levantándonos, no sin esfuerzo, y caminar hacia la puerta.
Justo antes de llegar, ésta se abre y mi padre aparece tras ella. Ni siquiera duda en apartarme y ser quien sostenga a mi madre con sumo cuidado.
—Déjanos a solas— murmura sin apartar la vista de ella, de nuevo escondida en su pecho aunque más calmada que antes.
—Pero quiero ayudar— hablo en un hilo de voz y él solo me mira preocupado.
—Emma, por favor.
Respiro hondo cerrando los ojos y asiento sin decir nada más, acercándome una última vez a mi madre para dejar un largo beso en su cabeza.
No me alejo cuando salgo, si no que me quedo junto a la puerta tratando de escuchar. Los sollozos de mi madre siguen siendo fuertes aún tras la madera.
—Deberías volver a descansar— escucho a mi padre y sé que intenta caminar de nuevo hacia la cama.
—No necesito descansar— puedo, incluso sin estar presente, ver a mi madre alejarse despacio de él y mirarle con rabia a los ojos—. Necesito hablar con él, Eric. Tratar de arreglar entre nosotros lo que yo misma provoqué desde niña.
—Mi amor, sabes que tú no hiciste nada para que tu hermano llegase a odiarte.
Se produce un silencio y por un momento temo que abran la puerta y me descubran, pero solo escucho movimientos lentos por su parte y, de nuevo, sé qué está sucediendo: ambos labios se han juntado con pasión, mi madre tratando de conseguir su objetivo y mi padre de persuadirla; porque saben cómo comunicarse sin palabras.
—Emma, ¿qué estás haciendo?
Aprieto los labios y me giro despacio encontrando a mi hermana a unos metros de mí. De pronto una sonrisa pícara aparece en su rostro y se acerca tan deprisa que no me da tiempo a detenerla e impedir que abra la puerta, haciendo que mis padres se separen despacio del otro y sonrían al mirarla.
—Creo que nuestros planes acaban de cambiar— dice agachándose quedando a la altura de la pequeña.
—¿Podemos jugar juntos?— pregunta ésta emocionada agarrando sus manos con fuerza y dando saltitos sin levantar los pies del suelo.
—Podeís jugar los tres— sugiere mi madre de forma seria—. Yo tengo algo importante que hacer.
Comienza a caminar pero mi padre agarra su brazo provocando que se detenga y le mire con odio.
—Suéltame, Eric— le ordena apretando los puños con fuerza.
Él se incorpora sin despegar la vista de la suya y, tras unos segundos que se me hacen eternos, la pega a su cuerpo en un abrazo desesperado.
Respiro hondo y me acerco temerosa a ellos, colocando una mano sobre la espalda de mi madre.
—Puedo acompañarla si lo que quieres es protegerla.
Aunque bajita, mi padre suelta una carcajada al tiempo que sus ojos se clavan en mí.
—Recuérdame cuándo has sabido defenderte de Jared.
Ignoro el nudo en mi garganta y retrocedo un par de pasos desviando la vista hacia el suelo para posarla con furia sobre mi hermana después.
—No habría pasado nada si nunca quisieras saberlo todo.
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Royal Secret (Reales III)
Romance*Historia sin corregir* Emma ha crecido rodeada de joyas, vestidos preciosos y tiaras. Pero ninguna de esas cosas le corresponde a ella o a su familia. Viviendo bajo un protocolo que no le incumbe pero que intenta seguir lo mejor posible, a sus 15 a...