-¿Puedo hacerlo yo?- pregunto desde la entrada de la habitación de mis padres.
Se miran a través del espejo y mi madre asiente haciendo que mi padre deje el cepillo de nuevo en el tocador.
Me acerco despacio y tomo el objeto de la misma forma, tratando de controlar mis nervios cuando comienzo a deslizarlo por su cabello con suavidad.
-¿Recuerdas cuando hacías lo mismo con Valerie siendo niñas?- pregunta sonriendo aunque sin levantar la vista de sus manos, hundidas en su regazo-. Conmigo y con la reina- sigue con su explicación a pesar de no haber contestado, soltando una pequeña risa- os pasábais horas hasta que el peinado quedaba como queríais y, por mucho que ambas tuviésemos que hacer, os dejábamos todo el tiempo del mundo porque nos encantaba ver vuestras caras de felicidad al terminarlo.
Observo al reflejo de mi padre sonreír, seguramente imaginando cuando corríamos hacia él y el rey sin soltar a nuestras madres para enseñarles con orgullo lo que habíamos conseguido hacer, y ellos sonreían de la misma forma alabando los peinados de ambas, por mucho que a veces fuesen un desastre.
-Hazlo de nuevo- escucho a mi madre y el golpe del cepillo contra el suelo me hace dar un respingo sin moverme.
-Ahora es tarde, mi amor- responde mi padre con suavidad mientras me agacho para recogerlo.
-No me importa hacerlo.
-No le importa hacerlo- repite mi madre sonriendo girándose hacia él.
Mi padre arquea las cejas y resopla poniendo los ojos en blanco.
-Por la mañana estará deshecho- dice levantándose-. No tiene sentido hacerlo si mañana lo tendrás que repetir.
-O puede peinarme ahora y mañana hacer otro completamente distinto.
-¿Puedo?- pregunto sonriendo emocionada de forma inconsciente.
-Sí.
-No.
Se sostienen la mirada tratando de convencer al otro y, al final, mi padre se acerca para besar su frente y agacharse junto a ella.
Suspira sonriendo agarrando sus manos y apretándolas con suavidad, mirándome después.
-Intenta no tardar mucho- dice levantándose y acercándose a mí-. Sabes que debe descansar lo máximo posible por el bebé.
-Sigues teniendo miedo a perderlo- susurro de forma que solo él pueda escucharme.
Asiente levemente y deja un beso en mi mejilla, abrazándome con fuerza por unos segundos.
-No podría soportarlo de nuevo- murmura en mi oído casi en un sollozo-. Y sé que tu madre tampoco.
Su mirada se posa en nosotros en el espejo y me separo para comenzar con mi tarea.
Trato de centrarme en ella, en su cabello ondulado que cae a su espalda hasta algo más de la mitad, en las trenzas que hago con cuidado y sujeto con cintas color carmesí para luego juntarlas entre ellas y recogerlas justo en la nuca. Trato de disipar mis pensamientos lo más fuerte que puedo para no cometer el error de preguntar.
—He terminado— anuncio con la voz entrecortada y observo a mi madre girarse para poder mirar el resultado por completo.
Sonríe levantándose y abrazándome con cariño, dejando un suave beso en mi frente.
—¿Te encuentras bien?— pregunta al separarse agarrando mis manos con suavidad—. Estás temblando.
Bajo la mirada hacia ellas y después la desvío hasta mi padre, de nuevo sentado en la cama, quien niega ligeramente con la cabeza sin apartar sus ojos de mí.
—Solo estoy cansada— respondo sonriendo volviendo a centrarme en mi madre—. Papá tenía razón, era demasiado tarde para peinarte. Será mejor que me vaya a mi habitación y os deje descansar.
—Pensaba que te quedarías a dormir con nosotros— susurra apretando un poco su agarre.
Mi vista regresa a mi padre sin que él me mire ésta vez, si no que está atento a los sentimientos que mi madre pueda mostrar por mi respuesta.
Respiro hondo y finjo sonreír de nuevo.
—No quisiera interrumpir el único momento en el que podéis estar a solas sin que nada ni nadie os moleste.
Observo a mi padre acercarse, pero avanzo hasta la puerta antes de que pueda hablar y salgo en silencio al pasillo.
Camino despacio tan solo alumbrada por un par de velas en las paredes pero no me detengo al llegar a mi habitación si no que sigo derecha.
Me adentro en la estancia minutos después y abrazo a Valerie por la espalda pegándola a mí, quién está profundamente dormida y no es consciente de mi presencia. O al menos lo creo hasta que la siento girarse y rozar nuestras narices con suavidad, sonriendo.
—La mejor razón para despertarse de madrugada— susurra juntando sus labios a los míos por unos segundos— ¿Por qué parece que ha pasado una eternidad desde que nos vimos cuando lo hemos hecho en la cena?
Acaricio su mejilla y dejo un beso en la punta de su nariz, escondiéndome después en su pecho.
—Emma— habla con preocupación en su voz, separándome para que la mire aunque me niego a ello— ¿Qué ocurre? Has estado todo el día comportándote de forma extraña y ahora...
—No— la interrumpo aferrándome de nuevo a su cuerpo—. No quiero preguntas, no quiero explicaciones. Solo quiero estar contigo en silencio— la miro desde abajo y beso su barbilla con suavidad—. Por favor.
—Está bien— sonríe envolviéndome en su brazos—. Solo en silencio junto a la otra, entonces.
Me acurruco en ella y dejo que el sueño se apodere lentamente de mí.

ESTÁS LEYENDO
Royal Secret (Reales III)
Romance*Historia sin corregir* Emma ha crecido rodeada de joyas, vestidos preciosos y tiaras. Pero ninguna de esas cosas le corresponde a ella o a su familia. Viviendo bajo un protocolo que no le incumbe pero que intenta seguir lo mejor posible, a sus 15 a...