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"Que, aunque te cases con él, seguiremos siendo de la otra en secreto". Esas palabras han perdido fuerza desde entonces. Han empezado a doler, a quemar, a devorarme por dentro sin dejar espacio a nada más. Y ahora, en el baile donde su prometido será presentado en sociedad, siento que me impiden respirar.
-No es necesario que estés aquí- susurra mi padre apoyando la mano en mi hombro.
Miro su agarre y la encierro en la mía apretándola con suavidad, esbozando una leve sonrisa.
-Valerie me necesita.
Imita mi gesto y me atrae hacia él para abrazarme por unos segundos.
-Tu madre tiene razón- noto sus labios presionar mi cabeza y me separa para mirarme de nuevo-. Has crecido demasiado en muy poco tiempo.
Sus ojos brillan con intensidad y siento de pronto un nudo en el estómago que empieza a convertirse en arcadas en mi garganta, por lo que me alejo con rapidez de su lado y casi corro hasta llegar al exterior, apoyándome en la barandilla y tomando una gran bocanada de aire fresco. Lo suelto despacio, volviendo a respirar con normalidad, cuando observo unos brazos rodear mi cintura.
-¿Mala noche?- escucho a Valerie a mi espalda, sonriendo.
-Solo un poco- contesto girandome para quedar frente a ella y sonrío de nuevo acercándome-. Mejor ahora que estamos juntas.
Sus labios se unen a los míos ajenas a las posibles miradas del interior y pienso que no tendría que haber dudado, que me quiere de la misma forma que yo a ella.
-Ésto es lo único que deseo a cada minuto- susurra separándose tan solo unos centímetros-. Estar contigo sin que importe nada más.
No consigo retener el sollozo que sale a continuación, ni las lágrimas que comienzan a resbalar por mis mejillas, así que solo vuelvo a besarla tratando de dejar a un lado mis pensamientos.
-Emma- murmura cuando me giro para apretar mi cuerpo conta el suyo en la barandilla-. Por favor, para.
La obedezco separándome despacio y ella limpia sus labios con el dorso de la mano, haciendo que mi corazón casi recompuesto vuelva a hacerse añicos.
- Debería volver a la fiesta- dice sin darme tiempo de reaccionar caminado otra vez al interior.
Pero consigo hacerlo. Consigo agarrar su brazo con fuerza y traerla de nuevo hacia mí.
-¿Qué tendrías que perder si lo hicieramos?- pregunto con sus ojos clavados en los míos.
Todo, me respondo a mí misma aflojando la mano en torno a ella hasta dejarla caer a mi costado.
-Lo siento- susurro apártandome sin mirarla para dejar que avance de nuevo.
Pero Valerie, en vez de caminar, agarra mis manos y nos dirige a las escaleras que dan a los jardines, perdiéndonos entre los árboles que hay unos metros más allá.
-Pensándolo mejor...- sonríe girando hacia mí, a escasos centímetros de mis labios-. No es mi fiesta, y no me necesitan- apenas es un roce, pero es suficiente para que mi interior se revolucione por completo-. Tú sí.
El beso es suave, lento, lleno de todo lo que no puede expresar con palabras porque no se lo permitirían.
Y la odio. Y me odio. A ella por mantenerme en secreto, a mí por permitirlo, y a ambas por seguir creyendo en esta fantasía.
-Estás temblando- susurra separándose deslizando las manos por mis brazos hasta enlanzarlas con las mías- ¿Quieres que volvamos dentro?
-Podríamos hacerlo- sollozo juntando mi frente a la suya-. Ahora, delante de todos, contar cuánto nos queremos y cómo no somos capaces de...
-Emma- frunce el ceño y su agarre se aprieta un poco más. Suspira y vuelve a separarse sin dejar de mirarme-. No vamos a contar nada y conoces de sobra el motivo, así que deja de insistir.
Doy un paso al frente, lista para hablar, pero retrocede y se marcha sin darme tiempo a ello.
Quiero seguirla, quiero suplicar que no debería suponer cosas sin haberlas intentado, pero sé que se enfadaría y no quiero que ocurra.
-Lo siento- sollozo a la oscuridad-. Lo siento por quererte.
Cierro los ojos y respiro hondo de nuevo.
El sonido de pisadas acercándose despacio me hace empezar a temblar y voy retrocediendo hasta el mismo árbol donde he estado con Valerie minutos antes. Y me hace odiarla de nuevo, y me hace odiarme se nuevo.
Me dejo caer con cuidado al suelo y abrazo mis rodillas escondiendo en ellas la cabeza.
-Es tarde- dice mi padre bajito posando una mano en mi brazo.
-¿No podría quedarme aquí?- sollozo apretando mi agarre-. Solo ésta noche, por favor.
Sus brazos me envuelven y me apoya con suavidad en su pecho, dejando un largo beso en mi cabeza.
Me aferro a él, enroscando la mano entorno a su camisa mientras las lágrimas brotan de nuevo.
-Mamá ha ido a acostar a Vicky- susurra acariciando mi cabello-. Puedo acompañarte a tu habitación, si quieres.
Alzo la vista para mirarle y, por un momento, quiero que sea Valerie quién se encuentre conmigo, quiero que sea la única que esté a mi lado para siempre.
"Yo también quiero que tú seas la única persona que haya en mi vida" me dijo aquella vez, pero "No vamos a contar nada y conoces de sobra el motivo, así que deja de insistir".
Y la conversación que tuvimos por la noche en el jardín regresa a mi cabeza haciendo que me aparte de mi padre y respire con dificultad.
-Vámonos- susurro avanzando muy despacio hacia el interior.
Él me sigue, en silencio, al mismo paso que yo aún así tardemos años en llegar a las escaleras.
-Por otra de las entradas, por favor- suplico agarrando su mano cuando diviso a la gente en el salón de baile.
Mi padre asiente y caminamos hacia una de las puertas más alejadas de ese lugar.
-No soporto verte así- habla cuando nos encontramos en el pasillo de nuestras habitaciones, deteniéndose y colocándose frente a mí-. Cuéntame lo que ha ocurrido, por favor.
Su rostro refleja una profunda tristeza y no puedo hacer más que sentirme culpable por ser la causante de ello.
-No puedo- susurro, sin embargo, haciendo que sus hombros se hundan abatidos-. No podrías arreglarlo por mucho que quisieras, porque ésto no depende de tí.
Esboza una leve sonrisa y se acerca envolviéndome de nuevo en sus brazos.
-No es como una herida en la rodilla.
Me aprieto más a él y cierro los ojos.
-Eso al menos sería fácil de curar.

Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora